martes, 4 de diciembre de 2012

Daña a Mora su exceso de confianza en su debut en La México

Lo difícil del toreo, lo hizo ver demasiado fácil y ello está convirtiendo en "torear bonito" lo que debía ser: "Mira hombre, ¡cómo ha toreado este cabrón!"

Daña a Mora su exceso de confianza en su debut en La México
EFE
El torero español David Mora, lidiando su primer toro de la tarde "Miel de Penca"La confianza que le echó el madrileño David Mora a su debut en la Plaza México, llegando apenas con tres días de antelación, toreando muy poco en el campo bravo para conocer las embestidas de un ganado que no conocía y que dicho por los grandes toreros es muy bueno pero distinto, se reflejó en la actuación del diestro español cuyos detalles gustaron, sí, pero no terminaron de convencer. 
 
Como sabe torear, Mora no se vio apremiado ante sus dos astados, incluso se vio fácil, sin darle la importancia que debió a su primera faena con un astado muy bueno y por ello no redondeó.
Lo difícil del toreo, lo hizo ver demasiado fácil y ello está convirtiendo en "torear bonito" lo que debía ser: "Mira hombre, ¡cómo ha toreado este cabrón!".
Mora, además, nunca dijo ya estoy aquí; éste soy yo, tal o cual. Llegó, actuó en tres tentaderos y se puso de luces. Como es un buen torero, desarrolló sus cualidades con el que abrió plaza, el de la ceremonia de confirmación, un astado emotivo, noble y con recorrido al que le pegó muletazos largos y de buena factura.
Está sucediendo que los toreros españoles, sobre todo aquellos que no están familiarizados con la fiesta mexicana, ven al toro de otro tamaño, con embestidas más nobles, mejores inclusive que al del ganado que están acostumbrados a torear en su tierra y entonces comienzan a juguetear con el animal, restándole importancia y dejando de conectar con el público.
Eso le pasó a Mora quien además por fallar con la espada dejó ir el triunfo. Más voluntarioso estuvo en su segundo que fue muy malo y con éste, se vio mejor Mora quien había estado soberbiamente bien toreando de capote.
En fin, se queda uno con ganas de ver a un torero bueno, pero que no supo ser precavido. Extraño porque lo trae un gran profesional, viejo lobo de mar en México, el banderillero Antonio Tejero, que, desde luego de mala leche no lo hizo.

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