En una ocasión, a Juan Belmonte se le ocurrió la idea de torear quieto. No lo habría hecho nadie hasta la fecha, ni siquiera se le había pasado por la mente a su rival “Joselito”. Nadie. El toreo era movimiento y, si bien éste último instauró la base organizativa en la lidia que hoy día heredamos, el milagro templado que al “Pasmo” trianero le vino a la mente buena marimorena armó en esto de la historia.
Años
después, “Manolete” prendió de un pico la muleta y, sutilmente, y
agarrándola por la espalda, se pasó tan cerca los pitones que sus
propias luces olían al “cuerno quemado” que lo mataría en Linares. Nació
la manoletina. Joaquín Bernadó, cambiando la moneda, en la flor de su
carrera contravino al “Monstruo” cordobés haciendo lo mismo pero al
revés: llamémosla “bernadina”.
Casi
en el umbral del pasado siglo, el último niño torero que ha llegado
para quedarse observó que en los pueblos gustaba el movimiento, la
vistosidad, la alegría: ¡siendo aún infame novillero! Vio que la
chicuelina la conocía hasta el barrendero y, observando con cariño el
envés del capote, lo usó como objeto de cite y giró su cintura para
rubricar su todavía iluso concepto novilleril en aquel quite. La
“escobina” vino a la luz.
Cuatro historias que, narradas sin el nexo creativo que las unen nada tendrían que ver. Ni relación, ni futuro ni chichiribailas.
Cuatro como mil, que son las que ha construido una historia basada en
la creatividad como pilar clave para sustentar la emoción que
caracteriza a la tauromaquia. Vayamos acostumbrándonos. El periodismo
taurino está de fiesta porque la Fiesta abre su limítrofe fronterizo.
Las manos sobre la cabeza de todos aquellos que ven en la prensa rosa un
mero engañamentes barato puede dotar de un tinte especial la
difusión del toreo. Ya no hablamos de la vida personal del torero, sino
del interés mediático –no entiendan esta palabra como el taurinismo
interno está acostumbrado, sino como un punto de interés social- desde
otro ámbito de demanda de la escala ciudadana.
Que la moda taurina es una hilipolled
no hace falta escucharlo en la séptima localidad de la cuarta fila de
la andanada del seis en Madrid. Twitter te lo dice, te lo cuenta, te lo
describe con detalles e incluso te lo ilustra con su #postureo incluido.
Ahora bien, la utilización de la moda taurina no como fin –que puede
serlo y lo es- sino como medio para que ese público específico se
interese por el capote real que mimetiza su bolso, el borlón dorado que
porta su hombrera o el excelso dibujo con aroma neomudéjar que su
pendiente muestra es la clave. Ahí fructifica la creatividad. Ahí están
nuestras fronteras. Ahí es donde la afición en potencia nos marca un
camino de trabajo del que a priori –y con una mente despejada de los
pájaros hereditarios que en ocasiones revolotean por el taurino de a
pie- podemos salir beneficiados.
Que
“Hola” presente de nuevo su sección taurina hace que ese espíritu
creativo no sólo sea una realidad, sino una expectativa de nueva
afición a medio plazo. Con puntualizaciones, pues no piensen que la
verdad del toreo vaya a contarse cada semana en un medio no específico…
¡faltaría más!
Hoy,
y más que nunca, la sociedad necesita de nuevos horizontes en los que
fijar su mirada. Si esos valores taurómacos los hermetizamos en simples
fichas de secciones culturales que todos pasan rapidito en los diarios
puede que estemos marcando el camino de nuestra derrota: pongámoselos
pues los valores del toreo en bandeja a la sociedad, hagamos en forma de
canapé lo que este espectáculo cruento pero no cruel tiene que decir al
mundo. Espectáculo de vida que, si nos dejamos amedrentar por ese “los
medios qué dirán de él” no formamos sino la idea de que el espectáculo
de muerte realmente muere. Sólo la idea, que no la realidad, que es la
que en verdad está viva.
Ser
creativo. El mundo lo puede cambiar una idea y son las mentes más
brillantes las que, llegando a los más brillantes lectores, pueden hacer
que el medio cerrojo de esa Puerta Grande social dé el otro medio giro
necesario. Y entre esa necesidad y ese giro de tuerca no hay sino el
mínimo umbral de una idea. Una maldita idea. Una puñetera idea que salva
el proyecto. Llamemos al proyecto Fiesta y a la idea nuevo periodismo.
Eso sí, vestido de veracidad y oro, pero con los remates en creatividad.
El
nuevo camino se llama “Hola” y la nueva ejecutora Marta González. Que
temple sus artículos con la gracia que un progenitor imprimió en los
dotes templados de su concepto taurómaco. Enhorabuena y gracias por esta
nueva senda, Marta. Mediaveronica.com
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