martes, 8 de octubre de 2013

El Cid: «La faena de Madrid hizo felices a muchos aficionados»

Su obra a «Berbenero» le devuelve al primer plano de la actualidad torera

felipe guzmán
El Cid, junto a la Catedral de Sevilla

 

—¿Ha visto la faena de Madrid?
 
—Sí, dos o tres veces y cuanto más la veo más me gusta porque es una faena en la que imprimí mucha plasticidad. Y también profundidad a los muletazos, no siendo de las habituales mías. Soy un torero que arrastra más la muleta, los muletazos suelen ser más largos. Pero vi que el toro no me humillaba mucho y sabía que no le podía hacer ese tipo de toreo. Necesitaba un toreo más acompasado, acompañado; más artístico.

El Cid reverdece viejos laureles en la Feria de Otoño de Madrid
paloma aguilar
El Cid, en un sentido muletazo al extraordinario «Berbenero»
—Y también lució al toro.
—Soy un torero que siempre deja los toros enteros, porque me gusta que se muevan. Muchas veces me he equivocado pero los toros tienen que tener movilidad para triunfar y a éste lo dejé entero en el caballo y le di mucha distancia. Y en definitiva al aficionado lo que le gusta es eso. Aunque también es un arma de doble filo. Pero ahora mismo estoy muy seguro.
—Otro aspecto fundamental fue que no hubo nada de probaturas.
—Fue de esos días que ves las cosas muy claras. Hay otros que te cuesta más trabajo. Pero, sobre todo, vi que el toro obedecía bien a los toques. Después, de mitad del muletazo hacia adelante a lo peor le faltaba un poquito descargar. Pero en la distancia me respondía. Y también transmitía mucho, era un toro muy serio, con mucha «leña» por delante. Y la gente le dio la importancia que aquello tenía. 

—Una faena que viene a resumir la temporada que está llevando a cabo.
—Yo creo que sí. Hace seis o siete años que no tenía una temporada tan regular como ésta. Quitando Sevilla y Madrid a principios, donde no me salieron las cosas, a raíz de ahí ha habido una regularidad tremenda. En casi todas las ferias que he ido he estado a un nivel muy bueno: cortando orejas, saliendo a hombros. He mantenido también una gran regularidad con la espada y ha sido el tendón de Aquiles mío en esta Feria de Otoño. Me dio coraje porque antes los he matado. Pero en conjunto ha sido una temporada ascendente. Lo que he hecho en Madrid lo he hecho también en otras plazas.
—Esta faena de Madrid, ¿en qué lugar la pondría de las que ha realizado en Las Ventas?
—De las tres primeras. Pondría una a un toro de El Pilar, y el toro de Alcurrucén y ésta. Que, por cierto, a los tres los pinché. Y otra cosa: los tres castaños.
—A estas alturas de su carrera, ¿pasa a un segundo plano haberlo pinchado?
—Cuando llegas al hotel, te desvistes y empiezas a darle vueltas, está la rabia contenida de no haberlo matado, de poder haber salido por la Puerta Grande de Madrid con un triunfo rotundo… Pero luego piensas que lo que has hecho, en Madrid, no se puede hacer todos los días. Por eso, en frío lo que hice fue disfrutar. Me quedo con los 20 ó 25 muletazos que le pegué al toro; el quite por delantales que realicé y con el que, precisamente, ahí la gente se metió en la faena. 

—Pero cuando hay tanta unanimidad, a pesar de haberlo pinchado, uno se tiene que quedar con el regusto de lo vivido y disfrutado.
—Por supuesto. Me he quedado sorprendido de la llamada de aficionados, amigos, de tanta gente que ni conozco, felicitándome porque lo que han visto ha sido algo extraordinario. Y eso es lo que le queda a uno. He hecho feliz a mucha gente. Que no lo he matado, vale. Pero lo más importante para mí es que ese día la gente salió de la plaza de Las Ventas feliz, contenta y toreando. Y, como dice un amigo mío: «Manuel, nosotros venimos a verte torear, no a matar» (risas). 

—¿Esta faena pone las cosas en su sitio a pesar de las críticas que está recibiendo en los últimos tiempos?
—Hay cierto sector que, no sé por qué, todavía no se lo cree. No le echo cuentas. Mi fuerza ha sido siempre creer en mí mismo. Y mi poder mental ha sido ése: saber las condiciones que tengo y aprovecharlas. Gracias a Dios estoy donde estoy y he conseguido lo que he conseguido, mucho o poco, gracias a mi esfuerzo y a la creencia en mis posibilidades. Lo que me digan unos u otros, me da igual. Yo lo que sé es que habido ocho o diez veces, a lo largo de mi carrera, en que he hecho felices a muchas personas. Y eso está al alcance de muy pocos. 

—En cuanto a la temporada en general habla de regularidad.
—Ahí está la tarde de El Puerto. Por indultar el toro y por el marco, una plaza importante. Y que venía de unas cuantas corridas antes que estaba a gran nivel y sabía que en cuanto me embistiese por derecho uno lo iba a cuajar de cabo a rabo. A mí me hace falta el toro bravo, que quiera coger la muleta. Y eso hizo el toro de El Puerto. 

—Y no podemos olvidar la Feria de San Miguel de Sevilla.
—Buena. Sin cortar orejas por culpa de la espada, me fui muy contento porque aproveché los dos toros. La gente respondió muy bien. Sevilla, muy bien conmigo. Y era el preludio de lo que podía ocurrir en Madrid. A ver si ahora en Zaragoza —torea mañana y cierra temporada a falta del festival del próximo sábado en Sevilla— rematamos esta temporada en la que estoy disfrutando como nunca.

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