martes, 8 de octubre de 2013

Tauromaquia. Características de un toro bravo.

Escrito por ELCHOFRE  
Dado que se nos vienen encima el otoño y el invierno, momentos más que estupendos para las charlas y los debates porque la temporada se paraliza, entendemos que es  oportuno aprovecharlos para hablar de cosas que como aficionados nos interesan, tanto a los antiguos, como a quienes se acerquen por primera vez a nuestra Fiesta de los toros, es por ello que en El Chofre queremos ir planteando aquellas cuestiones que consideramos básicas en el conocimiento y desarrollo de lo que es la Tauromaquia. La Tauromaquia es el  arte y la técnica de lidiar toros,  tanto a pie como a caballo, y se remonta a la Edad de Bronce.
Su expresión más moderna y elaborada es la corrida de toros, una fiesta que nació en España en el siglo XII y que se practica también en Portugal, sur de Francia y en diversos países de Hispanoamérica como México, Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador y Costa Rica.
En sentido amplio, la tauromaquia incluye además todo el desarrollo previo al espectáculo como tal, desde la cría del toro a la confección de la vestimenta de los participantes, además del diseño y publicación de carteles y otras manifestaciones artísticas o de carácter publicitario, que varían de acuerdo a los países y regiones donde la tauromaquia es parte de la cultura nacional.

Por supuesto que es un tema muy amplio que requiere la colaboración de quienes estemos interesados en ello. Empezamos por el protagonista: EL TORO.

Que es un toro bravo o como saber si en el ruedo hay un toro bravo. Muy recomendable para distribuir por esas plazas de Dios. Pero en especial en las de primera categoría, Madrid y Sevilla, hace muchos años que se perdieron los aficionados que sabían distinguir un toro bravo de una borrega domesticada, aunque alguno queda, aficionados digo porque toros hace años que también han desaparecido, o no se le ha visto. Alguno medio bravo ha salido sobre todo en Madrid, pero eso, ni lo han olido.

1.- Características de un toro bravo.
Desde hace más de veinte años, se viene dando por bueno todo lo que sale por chiqueros. Para ello los públicos aceptan todo aquello que las exigencias de las figurillas del toreo moderno, obligan a comprar a los empresarios, previo convencimiento de estos torerillos a los ganaduros a través de sus conversaciones en los tentaderos y de los plumillas vendidos al taurineo y que en las últimas décadas, han sido casi todos.

Ingenuamente y debido a nuestros gustos y seguimiento de nuestros torerillos preferidos nos olvidamos de lo que siempre ha sido un toro bravo y no nos cuestionamos o mejor dicho no ponemos en cuestión todas las manipulaciones a la hora de la selección, que se le puede hacer a un animal.

Solo tenemos que mirar los caballos, perros, pájaros etc, es decir todo lo que la capacidad del hombre con su inteligencia puede hacer con un animal. Esto no excluye a los toros, porque incluso en el transcurso de la lidia, se le puede amaestrar o mejor dicho se le puede ir enseñando a cambiar su comportamiento que no deja de ser una forma de adiestramiento, y además ese es el objetivo último de una lidia preparar el toro para la muerte. Pero dejemos esto para otro capítulo, vayamos al adiestramiento del toro de lidia en sus orígenes, desde que nace.

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Si la morfología la da el padre, es decir el toro y los genes y el comportamiento la madre, es decir la vaca, queda claro que ya desde que es engendrado el ganadero sabe lo que quiere y cuales quiere que sean las madres. Y lo saben por la manera en la que ha seleccionado esas madres, es decir, todo lo que se hace con cualquier especie salvando las distancias.
Se sabe de toda la vida que si una ganadería de bravo se va dejando sin selección es una de las formas que se pierda la bravura o mejor dicho, si un animal de lidia es manejado por el hombre como una mascota conviviendo con él,  la conducta de ese animal se modificará no tanto ya en él, que también, sino en su descendencia. Estas afirmaciones pueden comprobarse en infinidad de escritos de ganaderos y comprobando todas las vivencias del reino animal.

Hay una fórmula que saben todos los ganaderos del mundo, incluidos los ganaduros porque son las que más la emplean: FENOTIPO= GENOTIPO+AMBIENTE. Por aclarar un poco más, sin aburrir con términos demasiado científicos, y sacándolo de enciclopedias diremos que “Un fenotipo es cualquier característica o rasgo observable de un organismo, como su morfología, desarrollo, propiedades bioquímicas, fisiología y comportamiento. La diferencia entre genotipo y fenotipo es que el genotipo se puede distinguir observando el ADN y el fenotipo puede conocerse por medio de la observación de la apariencia externa de un organismo”.

Con esto queremos decir que también los toros se seleccionan en bravo o en otra cosa. Para saber distinguir un toro bravo de esas otras cosas veamos en un momento cuales son las características que debe tener un toro bravo.
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Primer tercio, de salida: Sale con la cabeza alta, con alegría y fijándose en todos los estímulos de la plaza. Remata en tablas o mejor dicho en los burladeros. No toma las tablas, ni barbea (dicho del toro: andar a lo largo de las tablas, rozándolas con el hocico, como olfateando y buscando la salida del ruedo). Se va a los cites de los engaños, arrancándose en todos los terrenos. No escarba ni busca pasto. Galopa siempre hacia adelante, no retrocede ni se acula y presenta una embestida recta y franca.

-En el capote: Toma el engaño con la cabeza baja. No levanta la cabeza en la salida excesivamente. Fijeza en el engaño con una embestida recta y templada, con las manos galopando sin echarlas por delante. No puntea los engaños, no salta, berrea ni bufa y no corta el terreno a la salida del engaño. No se cierne por ningún pitón, repitiendo la embestida sin huir de los lances. Se aquerencia en el centro del ruedo y aunque ese es su terreno, acude a los cites.

-En la suerte de Varas. Continúa con fijeza y acude pronto a los engaños, arrancándose de lejos, recto sin ayuda de los capotes. En el embroque con el caballo,  sigue embistiendo con la cabeza baja, no calamochea ni campanea, no golpea el estribo, ni por supuesto intenta quitarse la vara subiendo la cabeza doliéndose.
 Durante la pelea empuja hacia adelante resuelto, aumentando durante ella la acometividad y pujanza. No se sale suelto del caballo, no rehúye la pelea ni se repucha. Recarga metiendo los riñones mostrándose duro y se crece al castigo. Romanea, (levanta el caballo), derriba, tomando la vara contra la querencia de chiqueros. Se mantiene con la boca cerrada, no muge ni escarba y por supuesto, no cocea ni se descompone al final del tercio.

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Vamos con el segundo tercio. Por supuesto que seguirá con las mismas características anteriores, sigue creciéndose y se va a los cites con claridad y codicia sin acortar por ninguno de los pitones. Sigue arrancándose de largo con la embestida recta y haciendo hilo con el banderillero a la salida de la suerte. Sigue sin berrear, cocear, ni por supuesto doliéndose, terminando el tercio sin quebrantos ni resabios.
Es importante decir que es en este tercio en donde más suelen cambiar los toros su comportamiento. Para que esto no ocurra, es primordial que se haya lidiado bien al toro hasta aquí. Si la lidia no se ha hecho bien, los toros bravos se taparán, se defenderán, desarmarán, puntearán la muleta, irán con la cara alta. Se puede volver reservón, incierto, receloso con la muleta, derrotón. Para ello el banderillero no entrará en falso, se banderilleará por ambos lados, reduciendo a lo mínimo los capotazos que se le den al toro en su colocación.

Tercer tercio: Sigue con los comportamientos anteriores, humillando en el engaño y con nobleza, no hay que porfiarle para que se arranque (no a lo de ¡he, eh, eh, eh!). No sale suelto del engaño, repitiendo la embestida doblándose bien por ambos lados.

No se va suelto a la salida del pase, no se queda a mitad  de éste ni lo acorta. Sigue con la boca cerrada, mantiene la pelea hasta el final, sin taparse y muere en el centro del ruedo.

Bueno pues esto es un toro bravo. Y esto es la perfección. Tristemente vemos todas las tardes en la mayoría de las plazas otra cosa o mejor dicho toros que hacen todo lo contrario. Como se puede observar en las miles de fotografías y videos de todas las temporadas, lo que sale por chiqueros no es un toro bravo, es un perritoro que va y viene, que desde que sale por chiqueros está con la boca abierta y lenguarón, que hay que citarlo trescientas veces con el zapatillazo o el ¡he, he, he!. Esto en definitiva es consecuencia de la selección de ese animal en la ganadería.

Cierto es que aún intentando seleccionar en bravo, lo normal es que no se consiga un toro bravo. Pero eso es otro tema.
Ayuda: RAE y el Cossio.

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