El festejo ha tenido una gran carga
emocional, por hacerse realidad el anhelado regreso de los toros a San
Sebastián. Una tarde en la que las orejas, han dado paso al triunfo de
la libertad.
FRAN DOMÍNGUEZ
Regresaban los toros a
San Sebastián, volvía la libertad a hacer el paseíllo en el
Coso de Illumbe con
el cartel que, dieciocho años antes, había inaugurado el mismo escenario
exceptuando la presencia del herido
Francisco Rivera "Paquirri”. A las seis y
media en punto trenzaban el camino de la gloria, y ante seis toros de
Torrestrella, Enrique Ponce, José
María Manzanares –en el lugar de su padre- y
Alberto López Simón sustituyendo a
Paquirri.

La tarde ha tenido una gran carga emocional por el significado de la misma. El anhelado regreso de los toros a
San Sebastián se hacía realidad por fin. Un festejo que tan sólo marca una oreja para
Enrique Ponce, pero la realidad de la tarde es que debieron ser más en las estadísticas. El palco no se la dio a
Manzanares y
López Simón, las perdió por los aceros. Todo ante una desigual corrida de
Torrestrella. El evento tuvo un espectador de honor,
S.M.El Rey D. Juan Carlos I, que recibió el brindis de cada uno de los diestros.
Los
tres, hicieron alusión a la libertad y al apoyo constante de la Corona.
Una tarde en la que las orejas han dado paso al triunfo de la
libertad.
'Soleado' abrió el festejo. El primero de la tarde de
Torrestrella blandeó
en el saludo capotero del maestro valenciano. Hubo compás a la
verónica, con estética, pero sin apretar a su astado. Le dio aire.
Cumplió en el caballo sin más.
Enrique Ponce solventó las dificultades de la falta de fuerzas y por consiguiente el
Torrestrella soltó
la cara constantemente. Mucho oficio y poderío del valenciano con la
muleta en ambas manos. Alguna tanda fue estimable sobre todo por el
derecho. Son y gusto rematados con el de pecho. Por el izquierdo, el
toro era más cambiante. Se atracó de toro y escupió la espada. El
cuarto, fue un buen toro para el torero.
Ponce lo
fue haciendo poco a poco. Ya con el capote le enseño el camino
llevándolo en línea. Suavidad capotera. La lidia se hizo a favor del
toro y lo agradeció en el último tercio. Faena de
Enrique a más. La estética junto al temple fueron sus pilares.
Ponce entendió a la perfección a su oponente. Le sacó el fondo que tenía el bueno de
Los Alburejos pero
para ello tuvo que tirar de técnica. Los poncinas del final tuvieron
mucho sabor. Espada arriba y primera oreja de la jornada.

Dibujó el toreo a la verónica el alicantino con el segundo de
Don Álvaro. Antes un a larga cambiada en el tercio y la actitud de un
Manzanares muy
metido en el festejo desde el inicio. No quiso castigar el alicantino
en varas a su oponente. El toro engañó a los presentes, incluido a
Manzanares,
porque durante la lidia no destapó su tremenda maldad. Un toro que
desarrolló mucho durante la faena de muleta y que fue a buscar al
diestro. Por el izquierdo, no tuvo uno literalmente y buscó al matador.
Por el derecho, se los tragó pero se masticaba el peligro en cada
embroque. Por dos veces volteó a
Josemarí que se escapó de puro milagro.
Manzanares, muy
firme, posiblemente realizó la faena más maciza de la temporada. Se la
jugó con toda verdad y vergüenza conocedor del peligro que corría.
Actitud y responsabilidad de figura. Faena de gran cimentación y raza.
Espadazo que merecía el apéndice. El otro del lote, quinto, dejó estar a
Manzanares con el percal. Un
toro que tuvo son y buen trote. También se cuidó en el caballo en sus
dos entradas y en la lidia todo fue suavidad. El quinto humillaba de
lindo en el capote de brega de
Curro Javier
y así llegó a la muleta de Josemari. Comenzó el diestro en los medios
pero tan sólo le duró una tanda con la diestra. Le dio distancias para
oxigenar el buen trote, pero llegó un momento, que su oponente careció
de recorrido.
Manzanares lo
muleteó por ambos pitones con más técnica que estética. Lo cuidó y no le
pudo exigir. Una pena que su toro perdiera poder porque apuntó muchas
cosas buenas.
Se sintió
López Simón con el capote al recoger al tercero de la tarde. Las muñecas de
López templaron al primero de su lote. No hubo grandes cosas en la lidia pero sí en el enorme inicio de labor de
Simón.
El prólogo del madrileño fue sensacional. Firmeza, aplomo y encaje en
un explosivo comienzo a pies juntos con la franela. Las tandas con la
diestra tuvieron relajo, estética y temple. Por entonces, el astado
tenía fuelle pero ante tanto poderío de Alberto lo fue perdiendo. Al
natural,
López Simón dibujó
varios con limpieza y recorrido. La faena tuvo muy buena estructura pero
al final el animal se lastimó y no permitió entrar en la suerte suprema
con facilidad. El descabello y la espada, le quitaron la oreja. El
cierraplaza mostró carencias de fuelle.
López Simón
imprimió gusto en el capote. Lo justo a la verónica y de igual forma en
la suerte de varas. Inició por estatuarios sin obligar ni recortes.
Tras ese buen trasteo lo sacó a los medios y volvió a lucir firmeza,
mucha firmeza.
Simón se
enroscaba al sexto en cada muletazo, en cada embroque y en cada pase de
pecho. Capacidad y temple del madrileño que jamás rectifico un pase. El
toro amagó con rajarse y también lo probó en más de una ocasión. Faena
de peso por sus formas y concepto con el mérito añadido de tirar del
toro y sacarle un tranco más.
López Simón
estuvo en el filo de la navaja siempre, sin medias tintas y con toda su
verdad taurómaca. Un sólido matador que perdió el triunfo por pinchar.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de
Illumbe, San Sebastián. Primera de Feria. Corrida de toros. Más de tes cuartos de plaza.
Seis toros de
Torrestrella. Bien
presentados y de juego desigual. 1º Justo de poder, molesto. 2º
Orientado.
3º Se vino a menos. 4º Se dejó. 5º Se desinfló. 6º Se dejó.
Enrique Ponce, (azul rey y oro). Ovación con saludos / Oreja.
José María Manzanares, (negro y azabache). Ovación con saludos tras petición / Palmas.
Alberto López Simón, (azul marino y oro). Ovación con saludos tras aviso / Ovación con saludos.
Cuadrillas: Curro Javier y Luis Blázquez saludaron en el segundo tras grandes pares.
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