…En total 19 figuras de tamaño natural que dan como resultado…
Quetzal Rodríguez
Al Toro México
El permanente protagonismo de la
muerte como elemento esencial dentro del espectáculo taurino y
considerada factor para la creación artística, aporta un silencio
sobrecogedor a la hora de la verdad, mucha solemnidad habrá en el rito
de la muerte, con su punto de sacralidad, no sólo por el sacrificio del
toro sino por el evidente peligro de que el torero pasé a la dimensión
del más allá.
El torero suele profesar una
profunda fe católica manifestada de diferentes formas que se manifiestan
en religiosidad popular, la idea y acercamiento con el histórico Jefe
Supremo antes de la corrida, será casi siempre matizada con la devoción a
los santos protectores, al propio Nazareno o a la gran intercesora
Virgen Madre, cuyo dolor se transfigura en el dolor de la madre del
torero.
Entre tanto, la pintura con su inmenso
poder narrativo, fue quizá la que se adelantó a la sacralización del
héroe muerto, un claro ejemplo que pone de manera clara a consideración
lo que de contenido profundo tiene la tragedia taurina, será el cuadro
"La muerte del maestro" del año 1882, del maestro José Villegas Cordero.
"La
muerte del maestro" será entonces la concreción, la sublimación sacral
de la muerte del torero, una carga descriptiva y simbólica que convierte
este asunto en un elemento universal válido para significar la caída
del héroe, en contra parte, la escultura no encontró en ese momento los
recursos para concretar la amplia gama de matices que plasmaba el cuadro
de Villegas.
Por
otra parte, la solemnidad de la muerte trágica se encuentra
perfectamente representada en el quizá primer monumento funerario
taurino: La tumba del Espartero. Un rincón del cementerio de San Fernando de Sevilla, frente al que se hizo años después la tumba más ostentosa de Juan Belmonte; el de El Espartero es
un monumento realizado por la casa Aixa de Valencia, con un evidente
carácter simbólico que alude a la vida truncada en plena juventud y en
la cima del éxito.
Ya en la llamada Edad de Oro, Joselito y Belmonte marcaron los rumbos del toreo de muchas maneras, sin embargó, la muerte de José Gómez Ortega causó
verdadera conmoción nacional en aquellos días, acto seguido, se
propiciaron unos funerales que se celebraron en Catedral y se doblaron
las campanas de La Giralda, además de que se revistieron con los
ornamentos del Viernes Santo.
Se decidió
conmemorar la muerte del maestro con un monumento funerario que se
encargó a uno de los escultores más prestigiosos de la época, Mariano Benllure,
se concluyó la obra en 1922 y sigue siendo una de las obras
escultóricas más sobresalientes de este campo santo. Una obra sobre un
basamento de caliza donde el autor dispuso un cortejo de gentes del
toro, ganaderos, niños y flamencas, trabajados con realismo, facilidad y
precisión.
En esta obra todos irán
compungidos, las mujeres buscando consuelo en las compañeras, los niños
suspendidos en medio del drama, los hombres sumidos en sus propios
pensamientos, abren el cortejo tres gitanas, dos mujeres y una niña,
portando la central una pequeña reproducción de La Esperanza con atuendo
de luto.
Los hombres llevan el féretro de
diseño renacentista, en el que reposa el cuerpo solemne del maestro de
Gélves, la efigie trabajada en mármol, cubre las piernas con un capote
de bronce que cae por los lados del grupo, niños y mujeres llevan un
enorme arreglo floral al torero, en total 19 figuras de tamaño natural
que dan como resultado un bello triunfo que se haya levantado jamás, o
mejor dicho, hasta ese momento a un héroe taurino.
Como no mencionar a Manolete
y a tantos otros que fueron homenajeados con majestuosas obras
escultóricas, en conclusión, para estos reconocimientos en piedra,
mármol y otros materiales quizá se requieran ciertas condiciones, las
circunstancias históricas necesarias, además de que el diestro se
encuentre en olor de las multitudes, así que la muerte le sobrevenga
súbitamente o en las horas posteriores al percance y que la escultura
conmemore la gesta mediante un monumento.
Bibliografía:
Enseñat Benllure, Lucrecia.
"La obra taurina de Mariano Benllure", Universidad de San Pablo, CEU,
curso académico 2004-2005, aula de tauromaquia, Madrid, 2005.
Martín García, Lourdes."La muerte del maestro de José Villegas Cordero", Boletín del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, No.36, 2001.
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