Crónica de la 3ª de la Feria de San Isidro de Madrid
No era el prototipo por hechuras de Baltasar Ibán. Tampoco le cuidaron en varas, haciendo honor al duro castigo que siempre reciben los toros bravos frente a la pared del caballo. Su codicia humilladora llevó a una lidia cuantiosa y duradera de capotazos. No hubo excusa: ‘Bastonito’ era un toro bravo. De nombre ilustre en épicas de la ganadería tras inmortalizarlo César Rincón en Madrid, salió otro ‘Bastonito’ treinta años después con una bravura más mejorada que el ya célebre. Digno sucesor para la historia de toros bravos y de efemérides de Las Ventas. Sólo faltaba Rincón. Una tarde que hasta ese momento había entrado en el terreno de la decepción, aunque algunos aficionados intentaran defenderlo. Comenzaba Álvaro Alarcón su temporada tras una recuperación exprés, mientras que Calita, con el peor lote dejó su seguridad.
Hasta la salida del quinto iba la tarde en camino de conceptos cruzados: variedad de encastes con su tipo o la arrancada desde lejos de los toros al caballo con el concepto de bravura. Se habían protestado de salida los que más en la línea Contreras estaban por su remate más fino, mientras que otros se ovacionaban en el arrastre tras embestidas desrazadas y con clara tendencia hacia los adentros. Toda una contrariedad hasta que ‘Bastonito’ saltó al ruedo y, con él, la bravura. El de Baltasar Ibán marcó un cuerpo más cercano a Guateles que a Contreras. Ancho de pecho, con cuerpo, largo, cuajado, amplio de sienes y enseñando las palas. Un cuerpo que no tuvo que mover el de 1994. Se separó de sus hermanos ya de salida, humillando hasta llenarse el morro de arena. Sonó el golpe del primer encuentro con el caballo más allá de los muros de la plaza, dentro de un puyazo de largo tiempo y más duro castigo del que salió sangrando por ambos lados del lomo. La pelea en el segundo enardeció a los tendidos, que solicitaron una tercera vara, mientras que Francisco de Manuel solicitó el cambio de tercio mirando por su carrera. Pecado mortal. Una cruz que le persiguió hasta en el brindis al público, ya cuando el astado había humillado en innumerables ocasiones durante la lidia.
Se echó Francisco de Manuel de rodillas sobre la diestra en el centro del ruedo, esperando la oleada de bravura de ‘Bastonito’, que marcó en el pase del desdén que sirvió como remate a la serie que su excelencia era el pitón izquierdo. Prosiguió el madrileño con dos series entonadas por el lado diestro, ya cuando el toro marcaba una bravura para pasar un examen de nota final a todo el escalafón y mandar a la reválida una buena parte de éste. Cuando se echó la muleta a la izquierda, las virtudes del toro ya habían entrado por los ojos del público. Una admiración por tal embestida que se potenció en tres más por el pitón izquierdo de gran clase con el pitón de dentro. Fue el momento de toreo que más llegó al público, antes de que Francisco de Manuel rematara su faena por abajo. La estocada casi entera perpendicular no fue suficiente ante tal derroche de un ‘Bastonito’ de bravura mejorada preparada para la efeméride y De Manuel tuvo que descabellar, escuchando dos avisos en el trance. Otra muerte hubiera equilibrado más la balanza en el resultado final. El público pidió la vuelta al ruedo para el toro. El segundo, Contreras puro por su viva mirada, tuvo el depósito de raza justo por más que algunos no lo quisieron ver.
Pasó el tercero, basto de hechuras, con alzada y poco cuello, por bravo en el caballo. Se arrancó el toro de largo en los dos encuentros, aunque sin apretar debajo de él, saliendo sin celo del mismo. Una embestida que prosiguió con poco fondo en la faena de muleta de Álvaro Alarcón. Perdido el remate de los muletazos al salir con la cara por arriba, el siguiente paso fue buscar las tablas. A pesar de eso, fue ovacionado en el arrastre. El sexto dijo poco. Era tiempo de resaca. Llegaba Álvaro Alarcón después de su lesión, para abrir la temporada. Sólo pudo justificarse.
Con el lote peor, Calita basó sus dos faenas en la seguridad y colocación. No dio el primero la sensación de peligro y complicaciones que tenía su embestida. Siempre dormido, midiendo y sin romper hacia adelante el de Baltasar Ibán. El toque fuerte y ganar siempre el paso fue clave para que el toro no viniera a su aire. Así embistió al cuarto, siempre a la altura del estaquillador. Era el prólogo a ‘Bastonito’, un toro bravo a pesar de tener todas las excusas.
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