domingo, 1 de junio de 2025

De Limpiabotas a Maestro Zapatero: La Transformación en el Bulevar Norte de la Plaza Bolívar de Mérida


Igor Puentes
De limpiabotas a zapatero remendón. Y con el mismo entusiasmo. Por lo menos en el caso de Alí Peña, quien lleva más de cuatro décadas trabajando como limpiabotas en el bulevar norte de la Plaza Bolívar.

 Él es, junto a José Luis Gutiérrez, alias Machachí o El Bravo, uno de los dos últimos lustradores de zapatos que todavía persisten en el popular sitio, luego de años donde más de una veintena de hombres, y también mujeres, se repartían la clientela diaria. La crisis los obligó a ampliar su oferta, y hoy también reparan calzados.

José Luis es, además, artesano del cuero y elabora dijes, y todos los días a las seis de la mañana se levanta y sale de su casa en San Jacinto para su sitio de trabajo, donde permanece hasta la tarde. Menos elocuente que Alí, sin embargo, presto a recordar los mejores tiempos de los años 80 y 90, cuando la hilera de limpiabotas era larga y los clientes hacían cola.

Recuerda cuando cobraba “medio” por pulir un par de zapatos y hasta mostró los billetes de 5, 20 y 100 bolívares de la época, los cuales guarda en su billetera con nostalgia. Hoy el cliente tiene que pagar entre 2 y 3 dólares para dejar sus zapatos como nuevos. Y da gracias a Dios por ese oficio que le ha servido de sustento toda su vida.

Alí no ha perdido su enérgica, dicharachera y hasta rebelde actitud, y cuenta que comenzó a trabajar desde los 8 años. Igualmente recuerda esos años cuando por su silla pasaban incontables clientes diarios, el júbilo de los días de grados en la ULA, las navidades y los fines de semana. Ambos persisten luego de un intento de parte de la Alcaldía de la época de sacarlos de allí, lo que ni él ni José Luis aceptaron.

Y sobre las críticas de la comunidad hacia los personajes que abundan diariamente en el bulevar, Alí sostiene que no son ni más ni menos que los demás, que cada persona tiene una historia a cuestas como la de ellos dos, que hay personas buenas y otras no tanto, y cada quien se dedica a lo suyo.

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