AlbertoNews
Cindy Romero ha ido aumentando gradualmente las medidas de seguridad en su vivienda en el último año y medio.
Empezó afianzando la puerta con varias cerraduras, colocó cámaras y se armó.
«Siempre fui de clase baja y he vivido en sitios bastante turbios, pero nada comparable a la criminalidad flagrante de estos apartamentos», le dice a BBC Mundo, refiriéndose a Edge at Lowry, seis bloques de ladrillo rojizo situados en Aurora, un suburbio empobrecido de Denver, Colorado (EE.UU.).
Llevaba meses quejándose a la policía del ruido constante, de cristales rotos y puertas forzadas, de la basura acumulada en el patio, las fiestas que se alargaban hasta el amanecer, la venta de drogas en el callejón trasero, las peleas.
Pero lo ocurrido el 18 de agosto de 2024 alcanzó otro nivel, asegura esta mujer de 52 años y melena canosa.
Hacia las 11:15 de la noche, sentada junto a su marido en el salón, Romero revisaba en su teléfono las imágenes de una de las cámaras de seguridad de su puerta cuando vio a unos sujetos.
Unos empuñaban rifles de asalto y pistolas, otros hablaban por el celular, y, todos a cara descubierta, irrumpieron en el apartamento de enfrente, el número 301, para poco después desaparecer escaleras abajo.
A los pocos minutos escucharon gritos en español en la calle —»Cállate»—, seguidos de disparos «de armas de seis calibres distintos».
Aquello acabaría con la muerte de su vecino, Oswaldo José Dabión Araujo, un venezolano de 25 años, aunque eso Romero aún lo desconocía.
Tampoco se imaginaba que el video que estaba viendo en su celular acabaría volviéndose viral, colándose en los discursos de campaña del por entonces candidato presidencial Donald Trump.
Y mucho menos que su ciudad se ganaría la etiqueta de «zona cero» en EE.UU. del Tren de Aragua, una organización nacida en una cárcel de Venezuela que se expandió por el continente americano.
Pero ¿cómo se llegó a esa idea? ¿Y qué es lo que la narrativa y los intereses entrecruzados que la construyeron nos dejan ver sobre la presencia real de la banda venezolana?
Los últimos en llegar a una ciudad diversa
«En Aurora se juntaron todos los ingredientes, fue un caldo de cultivo perfecto, una bomba de tiempo», le dice a BBC Mundo el venezolano Jesús Meleán, quien lleva años viviendo en el área y como editor del medio local El Comercio de Colorado ha cubierto el tema en detalle.
«Estaban todas las condiciones dadas para que elementos criminales explotaran a una población vulnerable y para que eso alimentara una agenda política. Una lástima, realmente, en una ciudad abierta e históricamente diversa como esta».
Y es que con sus 400.000 habitantes, Aurora es una comunidad en la que las minorías son mayoría.
Según el más reciente reporte socioeconómico municipal (2022), en los últimos cinco años la población que se identifica únicamente como blanca se redujo en un 5%, mientras el 30% se identifica como latino, el 17% como afroestadounidense y el 7% de origen étnico asiático.
Una quinta parte de los habitantes del municipio nació en otro país, un porcentaje que ha ido en aumento en las últimas décadas. El informe identifica 58 naciones de origen, siendo México la más común, aunque también hay residentes nacidos en Etiopía, El Salvador, Vietnam, Corea del Sur o India.
Además, el 33% de los vecinos habla una lengua distinta al inglés en casa, en el 20% de los casos el español, y en las escuelas del municipio conviven 14 idiomas.
En los últimos dos años y medio a esa pluralidad se le han sumado parte de los 43.000 residentes provenientes de Venezuela establecidos en el área metropolitana de Denver.
El pico de esa inmigración se registró en diciembre de 2023, con cientos de venezolanos llegando a la zona cada día.
Muchos lo hicieron directamente desde la frontera con México, en autobuses fletados por el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, con el objetivo de presionar a esta y otras «ciudades santuario», aquellas con normas que amparan la no colaboración de sus autoridades municipales con las federales en materia de inmigración.
La alcaldía de Denver, en manos de los demócratas, acondicionó una serie de hoteles y destinó recursos para albergarlos. Cuando estos quedaron saturados, con ayudas públicas de por medio y unas organizaciones como intermediarias, los migrantes se instalaron en apartamentos.
Muchos encontraron un nuevo hogar en Aurora, limítrofe con Denver pero con una renta media más baja y, por tanto, una oferta de alojamiento más barata.
Así, acabaron en los bloques de Edge at Lowry, como vecinos de Cindy Romero, o apenas unas cuadras más allá, en los apartamentos de Fitzsimons Place o en los de Whispering Pines, todos ellos operados por CBZ Management, una empresa con un historial de negligencias.
Negligencia, crimen y la construcción de un relato
Desde mayo de 2023, funcionarios de la alcaldía de Aurora habían estado tratando de obligar a CBZ a arreglar los tres complejos de apartamentos en mal estado en el deprimido corredor East Colfax, que conecta Denver y Aurora.
Aunque registros de inspecciones que se remontan a 2020 —años antes de la llegada de los inmigrantes venezolanos— ya dan fe de plagas de ratas, paredes y techos deteriorados en las viviendas.
En marzo de 2024, algunos de los inquilinos hicieron llegar a medios locales videos y fotos de goteras, habitaciones inundadas, pedazos de techo desprendidos y basura acumulada en los pasillos.
«Llevo reportando moho a los gerentes desde la misma semana en la que llegué aquí», le dijo Alyssa Alva, quien tiene un hija de 10 meses, al canal Denver7.
En julio, el propietario ofreció una nueva explicación de por qué no podía reparar los edificios: pandilleros venezolanos se habían apoderado de ellos y los administradores se habían visto obligados a huir.
Ese mes, un tiroteo en los apartamentos de Fitzsimons Place se había saldado con dos heridos. La policía detuvo a Jhonnarty Dejesus Pacheco-Chirinos, de 24 años, y Jhonardy José Pacheco-Chirinos, de 22, dos hermanos venezolanos que, según la prensa local, «tenían aterrorizados al vecindario».
Las declaraciones juradas de los arrestos obtenidas en las siguientes semanas por The Denver Gazette revelarían que la policía sospechaba de su pertenencia al Tren de Aragua, también conocido como TdA en EE.UU.
El alcalde de Aurora, el republicano Mike Coffman, y la concejala Dannielle Jurinsky, repitieron la afirmación no verificada de CBZ en entrevistas con medios. «Tenemos áreas en nuestra ciudad que, desafortunadamente, han sido tomadas, y tenemos que recuperarlas», le dijo Coffman a un presentador de la radio.
Aunque más adelante ambos trataron de bajar el tono con una declaración conjunta — «las afirmaciones exageradas alimentadas por las redes sociales y ciertos medios simplemente no son ciertas»— , el daño ya estaba hecho.
Por BBC MUNDO
Cindy Romero ha ido aumentando gradualmente las medidas de seguridad en su vivienda en el último año y medio.
Empezó afianzando la puerta con varias cerraduras, colocó cámaras y se armó.
«Siempre fui de clase baja y he vivido en sitios bastante turbios, pero nada comparable a la criminalidad flagrante de estos apartamentos», le dice a BBC Mundo, refiriéndose a Edge at Lowry, seis bloques de ladrillo rojizo situados en Aurora, un suburbio empobrecido de Denver, Colorado (EE.UU.).
Llevaba meses quejándose a la policía del ruido constante, de cristales rotos y puertas forzadas, de la basura acumulada en el patio, las fiestas que se alargaban hasta el amanecer, la venta de drogas en el callejón trasero, las peleas.
Pero lo ocurrido el 18 de agosto de 2024 alcanzó otro nivel, asegura esta mujer de 52 años y melena canosa.
Hacia las 11:15 de la noche, sentada junto a su marido en el salón, Romero revisaba en su teléfono las imágenes de una de las cámaras de seguridad de su puerta cuando vio a unos sujetos.
Unos empuñaban rifles de asalto y pistolas, otros hablaban por el celular, y, todos a cara descubierta, irrumpieron en el apartamento de enfrente, el número 301, para poco después desaparecer escaleras abajo.
A los pocos minutos escucharon gritos en español en la calle —»Cállate»—, seguidos de disparos «de armas de seis calibres distintos».
Aquello acabaría con la muerte de su vecino, Oswaldo José Dabión Araujo, un venezolano de 25 años, aunque eso Romero aún lo desconocía.
Tampoco se imaginaba que el video que estaba viendo en su celular acabaría volviéndose viral, colándose en los discursos de campaña del por entonces candidato presidencial Donald Trump.
Y mucho menos que su ciudad se ganaría la etiqueta de «zona cero» en EE.UU. del Tren de Aragua, una organización nacida en una cárcel de Venezuela que se expandió por el continente americano.
Pero ¿cómo se llegó a esa idea? ¿Y qué es lo que la narrativa y los intereses entrecruzados que la construyeron nos dejan ver sobre la presencia real de la banda venezolana?
Los últimos en llegar a una ciudad diversa
«En Aurora se juntaron todos los ingredientes, fue un caldo de cultivo perfecto, una bomba de tiempo», le dice a BBC Mundo el venezolano Jesús Meleán, quien lleva años viviendo en el área y como editor del medio local El Comercio de Colorado ha cubierto el tema en detalle.
«Estaban todas las condiciones dadas para que elementos criminales explotaran a una población vulnerable y para que eso alimentara una agenda política. Una lástima, realmente, en una ciudad abierta e históricamente diversa como esta».
Y es que con sus 400.000 habitantes, Aurora es una comunidad en la que las minorías son mayoría.
Según el más reciente reporte socioeconómico municipal (2022), en los últimos cinco años la población que se identifica únicamente como blanca se redujo en un 5%, mientras el 30% se identifica como latino, el 17% como afroestadounidense y el 7% de origen étnico asiático.
Una quinta parte de los habitantes del municipio nació en otro país, un porcentaje que ha ido en aumento en las últimas décadas. El informe identifica 58 naciones de origen, siendo México la más común, aunque también hay residentes nacidos en Etiopía, El Salvador, Vietnam, Corea del Sur o India.
Además, el 33% de los vecinos habla una lengua distinta al inglés en casa, en el 20% de los casos el español, y en las escuelas del municipio conviven 14 idiomas.
En los últimos dos años y medio a esa pluralidad se le han sumado parte de los 43.000 residentes provenientes de Venezuela establecidos en el área metropolitana de Denver.
El pico de esa inmigración se registró en diciembre de 2023, con cientos de venezolanos llegando a la zona cada día.
Muchos lo hicieron directamente desde la frontera con México, en autobuses fletados por el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, con el objetivo de presionar a esta y otras «ciudades santuario», aquellas con normas que amparan la no colaboración de sus autoridades municipales con las federales en materia de inmigración.
La alcaldía de Denver, en manos de los demócratas, acondicionó una serie de hoteles y destinó recursos para albergarlos. Cuando estos quedaron saturados, con ayudas públicas de por medio y unas organizaciones como intermediarias, los migrantes se instalaron en apartamentos.
Muchos encontraron un nuevo hogar en Aurora, limítrofe con Denver pero con una renta media más baja y, por tanto, una oferta de alojamiento más barata.
Así, acabaron en los bloques de Edge at Lowry, como vecinos de Cindy Romero, o apenas unas cuadras más allá, en los apartamentos de Fitzsimons Place o en los de Whispering Pines, todos ellos operados por CBZ Management, una empresa con un historial de negligencias.
Negligencia, crimen y la construcción de un relato
Desde mayo de 2023, funcionarios de la alcaldía de Aurora habían estado tratando de obligar a CBZ a arreglar los tres complejos de apartamentos en mal estado en el deprimido corredor East Colfax, que conecta Denver y Aurora.
Aunque registros de inspecciones que se remontan a 2020 —años antes de la llegada de los inmigrantes venezolanos— ya dan fe de plagas de ratas, paredes y techos deteriorados en las viviendas.
En marzo de 2024, algunos de los inquilinos hicieron llegar a medios locales videos y fotos de goteras, habitaciones inundadas, pedazos de techo desprendidos y basura acumulada en los pasillos.
«Llevo reportando moho a los gerentes desde la misma semana en la que llegué aquí», le dijo Alyssa Alva, quien tiene un hija de 10 meses, al canal Denver7.
En julio, el propietario ofreció una nueva explicación de por qué no podía reparar los edificios: pandilleros venezolanos se habían apoderado de ellos y los administradores se habían visto obligados a huir.
Ese mes, un tiroteo en los apartamentos de Fitzsimons Place se había saldado con dos heridos. La policía detuvo a Jhonnarty Dejesus Pacheco-Chirinos, de 24 años, y Jhonardy José Pacheco-Chirinos, de 22, dos hermanos venezolanos que, según la prensa local, «tenían aterrorizados al vecindario».
Las declaraciones juradas de los arrestos obtenidas en las siguientes semanas por The Denver Gazette revelarían que la policía sospechaba de su pertenencia al Tren de Aragua, también conocido como TdA en EE.UU.
El alcalde de Aurora, el republicano Mike Coffman, y la concejala Dannielle Jurinsky, repitieron la afirmación no verificada de CBZ en entrevistas con medios. «Tenemos áreas en nuestra ciudad que, desafortunadamente, han sido tomadas, y tenemos que recuperarlas», le dijo Coffman a un presentador de la radio.
Aunque más adelante ambos trataron de bajar el tono con una declaración conjunta — «las afirmaciones exageradas alimentadas por las redes sociales y ciertos medios simplemente no son ciertas»— , el daño ya estaba hecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario