Una oleada de protestas juveniles sin precedentes, bautizada como la "Revolución Z" o el movimiento GenZ 212, sacude Marruecos.
Miles de jóvenes han tomado las calles de las principales ciudades para lanzar un desafío directo al régimen de Mohamed VI, movilizados por el profundo descontento social y económico que viven.
El corazón de la protesta se resume en un clamor: "No queremos el Mundial; queremos hospitales".
Este eslogan encapsula la principal frustración de la Generación Z marroquí: la indignación por el gasto masivo en infraestructuras deportivas, como los estadios para la Copa Mundial de la FIFA 2030, mientras los servicios públicos esenciales se desmoronan.
Los manifestantes exigen reformas urgentes y significativas, centrándose en dos pilares fundamentales: salud y educación.
Denuncian la falta de recursos, la mala calidad de los servicios sanitarios y educativos, y la desesperanza generada por un alto desempleo juvenil.
Todo esto, en un contexto de flagrante corrupción sistémica y desigualdad social.
El movimiento destaca por su naturaleza descentralizada y sin líderes visibles, orquestado principalmente a través de plataformas digitales como Discord y TikTok.
Esta organización online dificulta la represión total, aunque las autoridades han respondido con dureza, resultando en enfrentamientos y cientos de detenciones a lo largo del país.
La "Revolución Z" es un eco moderno que recuerda a los inicios de la Primavera Árabe en 2011, marcando la irrupción de una nueva generación que, a pesar de la represión, exige su derecho a una vida digna, empleos y justicia, poniendo en jaque las prioridades y la estabilidad del régimen.
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