jueves, 25 de diciembre de 2025

Don Chuma y los Siete Magníficos: Memorias de un Verano Barinés

Donde ayer hubo sueños y cine, hoy queda el eco de un recuerdo que se resiste a desaparecer. Cine El Llano, Barinas.

Germán D' Jesús Cerrada

​Hay recuerdos que no se borran; se quedan guardados en la memoria como si el proyector de un cine nunca se hubiese apagado. Hoy, después de muchos años, regreso de mi Mérida natal a la tranquilidad de Barinas para las fiestas navideñas.

Al caminar por el corazón de la ciudad y ver las ruinas del Cine El Llano, en la calle Arzobispo Méndez con avenida Montilla, el pasado recobra vida con una nitidez asombrosa. Era el año 1962. Yo tenía 16 años y pasaba las vacaciones escolares en casa de mi hermana Antonieta, con la familia Montilla D’ Jesús. Barinas era entonces una ciudad de contrastes fascinantes, donde aún se veían casas con techos de paja y el aire del llano envolvía cada esquina.

Dr. Jesús Manuel Montilla Azuaje, el inolvidable 'Chuma'. Médico de profunda sensibilidad social y pilar fundamental de los recuerdos que hoy atesoro de aquella Barinas de 1962.

​El pilar de aquellos días era el Dr. Jesús Manuel Montilla Azuaje, conocido por todos como "Chuma". Médico de una popularidad inmensa y una sensibilidad social profunda, Don Chuma no solo atendía su consultorio lleno de pacientes, sino que siempre tenía una mano extendida para quienes no tenían recursos. Pero su figura también estaba ligada a las tradiciones del llano: era un gallero de pura cepa, apasionado criador de gallos de pelea y dueño de una gallera en Barinitas. Él era nuestro guía en esas tardes de fin de semana, llevándonos a Irene, Jesús, Alejandro y Raúl a las funciones de 3:00 y 5:00 de la tarde.

​Antes de entrar a la sala, el cine ya era una fiesta. Los muchachos llevábamos nuestros cuentos e historietas para intercambiar o vender en la entrada, creando un pequeño mercado de fantasía antes de que se encendiera la pantalla. Ese año, la joya de los sábados y domingos de estreno fue "Siete Hombres y un Destino" (The Magnificent Seven). Aquel western de John Sturges, basado en Los Siete Samuráis de Kurosawa, nos dejó marcados. Vimos a un elenco estelar liderado por Yul Brynner como Chris, el imperturbable líder de negro; a un carismático Steve McQueen que robaba cada escena, y a un rudo Charles Bronson que mostraba su corazón protegiendo a los niños del pueblo. Junto a ellos, James Coburn, Robert Vaughn, Brad Dexter y el joven Horst Buchholz completaban ese grupo de pistoleros que defendían la justicia frente al bandido Eli Wallach.

Un recuerdo de la cartelera del Cine El Llano.

​Hoy, aunque el Cine El Llano esté en silencio y su estructura abandonada, para mí sigue proyectando sus mejores funciones. La unión de los Montilla D’ Jesús y ahora la convivencia con las nuevas generaciones, los Montilla Suárez, es el testimonio vivo de que lo vivido no fue en vano. Barinas ha cambiado, los techos de paja han desaparecido y Don Chuma ya no está entre nosotros, pero mientras guarde estos recuerdos, los "siete magníficos" y las tardes de cine en familia seguirán cabalgando en mi memoria.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Igual paso en Maturin con el cine Rialto era la vía dominical en nuestra niñez.. películas mexicanas Santo el enmascarado de plata,Luis y Antonio Aguilar, Javier Solis,Miguel Aceves Mejias,Clavillazo, Resortes,Viruta y Capulina.
Saludos..

Anónimo dijo...

Afotunadamente fui visitante asiduo de los dos: El Llano y El Rialto. Algo como decir de El O'Leary y el Miguel Jose Sanz, aunque estudie en el Isnardi

Anónimo dijo...

Evocar el recuerdo de los cines que frecuentamos en la infancia, traen a la memoria algunas anécdotas que como "travesuras de muchachos" ocurrían con frecuencia. En Barinas el cine Tropical se ubicaba en la esquina de la plaza Bolívar av Marquez del Pumar c/c Arzobispo Mendez, actualmente se encuentra las instalaciones de la Gobernación del Estado. El cine contaba con dos ambientes "preferencia" con butacas confortables y espacio techado y el ambiente popular o "patio" desprovisto de techo y separados de una pared de unos 150 cm ( metro y medio)con bancos largos de concreto como asientos, cuyo valor del ticket de entada era la mitad de los tickets de preferencia. Una vez apagadas las luces e iniciada la proyección de la película, nunca faltaba el grito de alguien... "Está lloviendo"... inmediatamente y en tropel se saltaba la barrera de separación y todos quedaban ubicados el presencia.