viernes, 19 de diciembre de 2025

MEMORIAS DE ORO: CUANDO EL TIEMPO SE DETUVO EN CUATRO CAMINOS. Video

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Corría el año de 1963 y México vibraba en una de las etapas más gloriosas de su historia taurina. 

Era una época de caballerosidad en los tendidos y de una exigencia técnica absoluta en el ruedo. 

Hoy, abrimos el baúl de los recuerdos para regresar a aquella tarde del 3 de marzo, un domingo donde el incienso de los puros y el rugido de la afición capitalina envolvieron la Plaza de Cuatro Caminos. 

Aquella tarde no solo se lidiaron toros; se escribió una página de honor en el libro de la Tauromaquia universal con un cartel que, a más de sesenta años, sigue provocando suspiros entre los viejos aficionados.


¡CLAMOR EN EL TOREO! PACO CAMINO SE DESPIDE ENTRE FLORES Y LAS NOTAS DE "LAS GOLONDRINAS"

Reseñamos hoy un capítulo de oro en la historia de nuestra fiesta. 

Esta corrida marcó el cierre de una de las temporadas más artísticas de la década, consolidando a esta plaza como el gran bastión taurino del país y certificando el romance eterno entre la afición mexicana y el "Niño Sabio de Camas".

Bajo el domo de acero del Toreo de Cuatro Caminos, se vivió una de esas tardes que el tiempo se encarga de guardar en un relicario. No era un domingo cualquiera; era el adiós de la temporada del torero que ha devuelto la lógica y la belleza absoluta a los ruedos: Paco Camino.

​El encierro de Santo Domingo fue el fiel de la balanza. 

Seis ejemplares con el trapío que exige esta plaza, serios de cornamenta y con un motor de bravura que, por momentos, pareció desbordar las muletas. Dos de ellos, "Andasolo" y "Marquesito", honraron su estirpe con un arrastre lento, premio justo a su entrega en el caballo y su fijeza en los engaños.


Abrió plaza el gran Juan Silveti. El guanajuatense, con esa figura de príncipe que hereda de su estirpe, cuajó con "Andasolo" una faena de pura orfebrería. Cada muletazo fue un monumento a la verticalidad. Silveti no torea con las manos, torea con el alma, deteniendo el reloj en cada natural. El público, entregado al sabor de lo nuestro, coreó los olés más profundos de la tarde al ver cómo el "Tigre" dominaba la embestida con la suavidad de la seda.

​Pero el eje de la emoción fue el sevillano. Paco Camino se enfrentó a "Traguito", un toro que pedía los papeles y el carnet de identidad. El de Camas, con esa inteligencia que raya en lo sobrenatural, lo entendió desde el primer capotazo. Fue una faena de poder a poder, de distancias cortas y un dominio absoluto del terreno.

​Al final, tras una estocada de época, la plaza se convirtió en un manicomio de pañuelos blancos. Las notas de "Las Golondrinas" rompieron el aire, humedeciendo los ojos de los cabales. Camino dio la vuelta al ruedo bajo una lluvia de claveles y sombreros, confirmando que es el hijo adoptivo más amado de México.

​José Ramón Tirado puso el valor, pero la fortuna le fue esquiva. Le tocó en suerte "Marquesito", un toro de bandera que exigió una moneda que el diestro no pudo cambiar esa tarde.


Hubo destellos de su valor seco, pero la sombra de los dos gigantes que lo acompañaban terminó por oscurecer su labor ante un público que no perdona la falta de ajuste frente a tanta bravura potosina.

​Al caer la tarde, la afición abandonó el coso con la certeza de haber presenciado un evento irrepetible. Se va Camino, pero se queda su eco sagrado en el concreto de Cuatro Caminos.

FICHA DEL FESTEJO

​Fecha: Domingo, 3 de marzo de 1963.

​Plaza: El Toreo de Cuatro Caminos (Estado de México).

​Ganadería: 6 toros de Santo Domingo (Imponentes y bravos).

​Elenco:

​Juan Silveti (Ovación y oreja tras faena de antología).

​José Ramón Tirado (Silencio y palmas).

​Paco Camino (Vuelta al ruedo clamorosa y salida en hombros espiritual).

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