domingo, 22 de abril de 2012


FERIA DE ABRIL

Perdidos en la placidez

Aburrida tarde de toros en la que destacó la falta de fuerza y trapío de los animales

El Fandi, en la faena a su segundo toro. / Eduardo Abad (Efe)
VÍCTOR J. VÁZQUEZ / SEVILLA
Era ayer una tarde plácida en la Maestranza. Sol y ambiente de domingo de prefería, con una general predisposición al disfrute revoloteando por los tendidos. Abrió cartel Francisco Rivera, al que se le ve una especial alegría cuando hace el paseíllo por esta plaza maestrante, por tantas razones cercana a él. Recibió Francisco a su primero con unas templadas verónicas, muy bien acogidas por parte del público, que aún sigue viendo en el torero la simpatía propia de la ingenua juventud. Banderilleó Francisco con solvencia y oficio y empezó la faena a su primero con una serie de derechazos que nada decían. Anduvo muy tranquilo por el albero Francisco, tanteando uno y otro pitón, sintiéndose siempre muy a gusto, como se suele decir en estos casos, pero sin exigirse nada en términos de distancia y colocación. Un par de naturales despegados hicieron sonar los aplausos en los tendidos. Luego, una estocada algo desprendida, y así cerraba el torero el asunto, quien se fue al callejón con una sonrisa de satisfacción, siempre en complicidad con el público. 

Se le vio en cambio mucho más triste después de acabar con su segundo, un animal absolutamente falto de raza y fuerza. En este caso, los gestos de Francisco transmitían al tendido una manifiesta sorpresa y consternación por el mal juego del animal. No se lo podía creer. Está claro que le hubiera encantado estar también a gusto con este segundo y haber brindado un triunfo a su plaza, por eso me imagino que está pensando en volver a este albero con corridas más duras y con distancias más cortas.

El Cid algunas tardes ha llegado a hacer el toreo más difícil, el toreo total, aquel que se sustenta en la ortodoxia del sitio, la bravura del oponente y la exigencia de la plaza. Por ese motivo resulta raro ver al Cid en climas plácidos como el de ayer y, sobre todo, verse superado y sin acople ninguno con el sobrero de Montealto que tuvo que lidiar en primer término. Se pudo reconocer más a este torero con su segundo, que tampoco fue un exponente de bravura, como quien dice, pero que tuvo fijeza y repetición. No es difícil percibir que el Cid es un torero con mando y hondura. Una gran serie con la mano derecha y, sobre todo, un gran pase de pecho con la mano izquierda dejaron ayer prueba de ello. Luego Manuel Jesús pudo arrancar tandas cortas por ambas manos, ya siempre con la muleta a media altura, conservando el toro y conservando también un cierto clima triunfal en el tendidos. Lejos, muy lejos de su mejor versión, pudo incluso haber cortado ayer un trofeo Manuel Jesús de no haber errado con la espada.

El Fandi, sobrio y poderoso

Reaparecía ayer el Fandi pleno de poder. Saludó a su primero con unas verónicas reseñables que certifican la progresiva hondura que ha ido adquiriendo el capote del de Granada con los años. Fue también bella la media y muy inspirada la improvisada larga cambiada. Le hemos visto tantas veces banderillear a este torero que a veces pasa por alto el mérito que tiene la facilidad portentosa con la que ejecuta esta suerte. Estuvo ayer muy sobrio y muy poderoso el Fandi banderilleando ambos toros, destacando el primer par a su segundo, ejecutado al encuentro en los medios de la plaza. 

Poco hay que decir de la faena de muleta a su sosísimo primero, al que solo pudo sacar una triste serie de naturales, siempre manchados por la absoluta falta de clase y raza de su oponente. Tuvo más gracia su segundo, de mejor trapío, y que destacó por su nobleza. Alguna serie de mérito, sobre todo al principio y con la mano derecha, por donde el toro admitía que le sometieran por bajo. Luego la faena del Fandi perdió intensidad al tiempo que se desfondaba el toro. 

El Fandi es un torero absolutamente necesario en la Fiesta, pero otros oponentes y una reflexión profunda sobre las posibilidades de su tauromaquia y de su poderosa condición, harían de este torero un torero de mucho más interés. Tardes plácidas como la de ayer, en la que incluso se le pidió la oreja, seguro que no le van a invitar a pensar en ello.

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