lunes, 16 de abril de 2012


Joselito Adame vence a la mansada en la Feria de Abril

El torero mexicano corta una oreja de ley en su presentación en Sevilla

fernando carrasco / sevilla

SERRANO
 

Fachada es lo que tuvieron los del Conde de la Maza. Una corrida larga, muy bien presentada, con un tercero precioso —para colgar la cabeza como trofeo— pero mansa y desrazada. Una pena que la corrida quedase solo en eso, en presencia. No querían batalla los de «Arenales». Menos mal que Joselito Adame nos dejó el buen sabor de boca ante el sexto, que embistió algo mejor que sus hermanos.

Joselito Adame, que se presentaba como matador, dejó como tarjeta de visita un quite por chicuelinas de mano baja al segundo de la tarde. Su primero, un impresionante cárdeno con dos puñales, fue el más manso de todos, huyendo hasta de su propia sombra. Aún así, Adame comenzó doblándose de forma muy torera para enjaretarle una sentida serie diestra, en la que se gustó en redondos de mucha plasticidad y enjundia. Pero, en cuanto el del Conde se vio superado, se acobardó por completo y se echó. Increíble el comportamiento del animal. Lo intentó de nuevo Adame pero el astado dijo que ya ni uno más, para irse a tablas y, de nuevo, echarse. Desrazado y acobardado por completo.

Lopecinas para el recuerdo

Al que cerró plaza le dejó un quite por lopecinas para el recuerdo. Vino con muchas ganas este Adame, que brindó al respetable. Se la jugó sin cuento en unos estatuarios ajustadísimos, rematados con un extraordinario pase del desprecio. Muy bien el mexicano, que le dio distancia a su oponente y, al natural, le hilvanó una tanda majestuosa. Sin humillar del todo, Adame supo sacarle todo el partido por ambos pitones. Estuvo pinturero y a la par valeroso para tragar en las embestidas con la cara a media altura de «Puritito», que finalmente claudicó. Buena la estocada. Una oreja de ley por cómo planteó y resolvió la situación.

Luis Bolívar


Luis Bolívar se las vio con un primero que echó el freno de mano al entrar al percal del colombiano. Se le coló a las primeras de cambio en la muleta. El condeso, un tranvía de largo, pasaba pero sabía lo que se dejaba detrás. Estuvo firme el torero pero el animal no humillaba y se revolvía en los de pecho, quedándose debajo en el toreo a izquierdas. Vamos, nada de nada. 

El cuarto huyó lo mismo que el resto de sus hermanos. Y puso en apuros a los banderilleros. Otro regalito por manso que en la muleta hacía que el ¡huy! brotase de las gargantas del público, que veía cómo se vencía y le avisaba. El colombiano estuvo en la cara, no rehuyó la pelea y le buscó las cosquillas a «Greñito», que acabó como casi todos los demás: buscando las tablas. Ahí se impuso el torero, robándole literalmente los muletazos. Incluso sonó el pasodoble como reconocimiento a su meritoria labor.

Salvador Cortés

Salvador Cortés se estiró a la verónica ante el primero de su lote. Se quiso quitar el palo cuando sintió el hierro y llegó al tercio final con la cara arriba. Pero el de Mairena del Aljarafe enseguida cambió la muleta de mano y sobre la zurda dejó tres series, tres, que se escribe pronto, en las que ligó, bajó la pañosa y le dejó naturales de buen trazo. Tuvo veinte embestidas —las mejores de toda la tarde—, en las que Cortés incluso llegó a gustarse en algunos momentos, pero no redondeó faena. Las mismas malas cosas hizo el quinto, con el que alargó sin sentido su trasteo.

No hay comentarios: