Rubén Darío Villafraz
Fotos: Germán D´Jesús Cerrada
Zea. Sábado 22 de septiembre de 2012. Plaza de Toros
Portátil La Esperanza. Corrida
de Toros. Feria de la Virgen de Las Mercedes de
Zea-Mérida. Con poco más de 2500 personas en plaza, en festejo
que comenzó con una hora de retraso, en tarde fresca, se han lidiado toros de Rancho Grande (Hugo Domingo Molina),
justos de presentación en su conjunto, nobles en distinto grado, destacando la
nobleza del 6º y el largo recorrido del lidiado para rejones 3º, excesivamente
castigado en rejones. Pesos: 440, 410, 410, 420, 420.
Morenito
de Maracay: Dos orejas y
silencio.
Leonardo
Coronado: Una oreja y palmas tras
aviso.
Rafa
Rodríguez: Leves palmas tras
aviso.
Incidencias:
Presidió festejo
el Dr. Rafael Escalona.
Festejo
desarrollado bajo escasa iluminación artificial tras lidiado el tercer toro.
Actuó como
sobresaliente el aspirante a novillero Alejandro Barragán.
Poca historia ha
deparado el festejo taurino mayor de la feria en honor a la Virgen de Las Mercedes esta tarde, donde la
nobleza y bondad del encierro de la ganadería de Rancho Grande, pudo haber permitido
el mayor corte de apéndices auriculares que a final de cuentas tuvo lugar este
sábado.
Sólo tres orejas
se han paseado por el redondel del portátil, coso dispuesto para tal efecto,
par de ellas a cargo del veterano diestro maracayero José Nelo Morenito de Maracay, mientras que el
coleta local, Leonardo Coronado
al final sólo pudo pasear una, aún cuando pudo haber sumado más si no es por el
mal uso del estoque de acero.
Precisamente Morenito (blanco y oro), amarraría el
triunfo en el que abrió plaza, ejemplar al igual que el resto de sus hermanos
de camada, de noble condición en sus embestidas. Fueron estas las herramientas
por las que el moreno espada pasó de capa y luego con la muleta al bravo
ejemplar, que fue picado en medida sangría y luego banderilleado en alegre
tercio por el propio espada, destacando un par al quiebro que levantó ovaciones
unánimes.
Con la muleta Morenito ha dejado solvencia que los años
no pasan en vano, en actuación ligera de pies, pero de momentos de gran
plasticidad, sobre todo por la mano diestra, donde se sintió más a gusto, lo
que le permitió aprovechar al máximo las bondades del astado. Medida faena que
no consintió un muletazo más ni uno menos, para tras recetar tres cuartos de
ración toricida desprendida se desatara la concesión del doble premio auricular.
Nulas opciones
tuvo en su segundo, burel que se despitorró tras estrellarse en el burladero el
pitón derecho. Este hecho hizo que el público poco le tomara en cuenta lo
hecho, luego en el resto de labor, por lo que decidió abreviar, tras igualmente
hacerse presente la noche.
La actuación más
completa de Leonardo Coronado
(lila y oro), quien con esta decía adiós al toreo a su tierra de adopción, fue
ante el que cerró plaza, el más seriecito del envío de Hugo Domingo Molina a
Zea, animal que agradeció el templado trasteo y meticulosa lidia que se prodigo
Coronado, al que lamentablemente con un poco más de iluminación la plaza le
hubiese ayudado más el toro. No obstante, tanto por la diestra como por la
zurda Leonardo extrajo lo mejor de una faena que lamentablemente el acero no le
ayudo rematar, pues tanto con la espada como con el descabello hubo de
necesitar varios viajes, para finalmente recibir palmas tras aviso.
La única oreja
del esportón se la llevó de su trasteo frente al segundo de la función, faena
en su mayoría sobre la mano derecha donde se recreó en sacar partido de un
animal noble, pero ayuno de fuerzas, siempre llevándole a media altura,
dejándole distancia entre serie y serie, y en especial sin obligarle mucho con
el engaño, de allí que lograra enjaretarle tandas lucidas, que tras el remate
de un espadazo atravesado, se le premiara con una oreja.
En el intermedio de corrida
actuó el jinete emeritense Rafa
Rodríguez (a la usanza campera), quien ha contado en esta
oportunidad con un gran toro para el lucimiento. Excesivo castigo fue el
recetado en rejones, hasta cuatro, para luego con «Murcio» vivir momentos de
drama tras la poca obediencia de bridas que hizo gala dicho caballo que por poco
le cuesta una cornada, afortunadamente sin que lamentar. Con Café y As
de Oro remató actuación con altibajos, que luego se dilató con el
acero, para al final ser silenciado tras aviso.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario