martes, 8 de enero de 2013

Nueva etapa en la carrera de Fermín


NUNCA PERDÍ LA FE DE TRIUNFAR EN LA MÉXICO


TENIENDO como fondo la cabeza Olmeca, Fermín dijo que ya le urgía un triunfo de dos orejas. (FOTO: ARTURO GARCÍA)

HORACIO SOTO CASTRO
ANTES y después de Gavioto, así ha marcado su carrera el matador Fermín Rivera, y ahora vivirá otra etapa, pues espera que hayan valorado la faena que realizó la víspera, que le valió las dos orejas y la salida a hombros de la Plaza México.

O en otras palabras, Fermín Rivera es un torero con gran capacidad taurina, que necesita que las empresas le den más pitones, lo alienten e impulsen en su carrera, porque en él habita un torero de altos vuelos, sin recurrir al oropel para llamar la atención.

La faena que le hizo a Gavioto de San Mateo lo debe impulsar a nuevos derroteros, hacia empresas de mayor envergadura, porque esa labor que desplegó lo hizo que se colgara de los cuernos de la luna.

Eso no quiere decir que su actuación haya sido una casualidad en las siete salidas que tiene al ruedo capitalino, ya que ha cortado tres orejas, merced a un desempeño brillante, que no había podido redondear. Ha estado muy bien y lo del domingo fue sólo una confirmación de lo realizado.

"Gracias a Dios y a la suerte -expresó con vehemencia Fermín- que me haya mandado ese toro para demostrar mi forma de hacer el toreo. Además, nunca perdí la fe en que triunfaría en la Plaza México. Y también es el reconocimiento al trabajo, al esfuerzo, a la dedicación y a los deseos de ser un torero importante".

Fermín tuvo que luchar contra el fuerte viento que sopló y la debilidad de Gavioto, que se caía de constante, pero puso a funcionar, como siempre, el magín, e hizo una faena inteligente, consintiéndolo, toreándolo a media altura y dándole su tiempo y espacio, y en un palmo de terreno, le tejió esa obra de arte, de arte puro, de gran belleza, haciendo vibrar al público, que le coreó fuerte el temple en los soberbios naturales y la despaciosidad en los ayudados. Sobre todo a un toro que no fue nada fácil, con cuajo y mucha seriedad.

"Fue una faena de entrega, de sentimiento, de temple, consintiéndolo -asentó Fermín-. El toro no fue fácil, aunque tuvo fijeza y nobleza; le tuve paciencia, no lo castigué mucho y no lo atosigué y él lo agradeció entregándose. Y su embestida paso a paso la disfruté enormemente. El público siempre estuvo atento a lo que hacía, y a la hora de matar, lo único que se escuchaba era el viento, pues el público se mantuvo en silencio, expectante de lo que iba a suceder. Lo maté de estoconazo y me concedieron las orejas, que ya me hacían falta, y se lo agradezco a Dios".

-¿Será tu mejor faena?

No lo creo, he tenido otras en el interior del país, pero esta fue muy importante y me sentí muy torero. La Plaza México es la Plaza México y disfruté mucho esa faena y la salida a hombros".

-¿Ahora falta el rabo?

"Ya llegará a su tiempo, y eso es lo que desea todo matador de toros: un rabo en la Plaza México".

De su segundo toro, dijo que fue muy violento, no fue fácil, pero había que estar ahí y darle la lidia adecuada.

Por su parte, Beto Preciado, uno de sus apoderados, no cabía de gusto y expresó escuetamente: "Estuvo enorme y el toro le permitió dejar ver su capacidad torera". También dijo que "Fermín no tuvo que recurrir a la fantasía, hizo el toreo serio, con temple y con verticalidad, que ha calado en los aficionados".

De momento, Fermín no tiene nada por torear, pero sí tiene la promesa de que entrará en algún cartel de la segunda fase de la temporada, pues el empresario Rafael Herrerías estuvo muy contento con la actuación del potosino.

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