domingo, 20 de enero de 2013

Pablo Hermoso de Mendoza Rumbo a San Sebastián

"El rejoneador debe robar el alma del caballo"

COLPRENSA/VANGUARDIA LIBERAL
"El rejoneador debe robar el alma del caballo"
(Foto: COLPRENSA/VANGUARDIA LIBERAL)
Pablo Hermoso de Mendoza se ha convertido en el mejor rejoneador del mundo, un hombre que montado a caballo hace que éste obedezca a su pensamiento como si fuera parte de él. Un centauro que se enfrenta a una bestia llena de coraje y bravía.
El torero a caballo no sólo tiene que luchar contra su propio miedo, tiene que enseñarle a su compañero de arena a superar el que tiene por naturaleza, aquel que obliga al equino a huir del peligro. El hombre debe luchar contra la naturaleza y además tiene que enseñarle al mamífero a mirar el peligro de frente, a jugarse la vida.

Hermoso de Mendoza sobre la arena transmite la emoción al público de verse abocado ante la muerte y ruega a Dios que ninguno de sus caballos o incluso él mismo se vean de nuevo de cara a la muerte sobre el ruedo.

El torero recuerda la única vez que uno de sus caballos casi pasó el umbral del que nadie puede ser rescatado. Fue ‘Pata Negra’, un hermoso ejemplar de capa castaña, que fue embestido varias veces por el quinto toro de la tarde. El rejoneador atribuye esta única vez a que el caballo respondió a su instinto natural de salir huyendo y en ese momento dudó de su jinete, por eso tanto el torero como el animal mordieron la arena de Las Ventas en Madrid.

El fiero caballo que había acompañado a de Mendoza en múltiples ocasiones logró salvarse del beso trágico de la muerte en 2009 para reencontrarse con ella dos años después. No se debe olvidar que el ejemplar cabalgó de nuevo sobre la arena un par de veces en tono de despedida antes de cabalgar hacia las tierras del Érebo.

Como los viejos gitanos, el torero se besa la manilla que lleva colgada a la muñeca para que esa fatídica vez, única en su carrera, no vuelva a suceder.

En un diálogo con Colprensa que tuvo lugar en la finca Caballo Bayo de Subachoque (Cundinamarca), propiedad de Luis Guillermo Echeverri, hijo del empresario Fabio Echeverri Correa, el torero habló de su amor por lo que calificó “un arte”, de su nueva temporada en América y Colombia y de la tristeza que le aboga cuando piensa que la plaza de toros la Santa María cerró sus puertas al toreo.

- ¿Qué piensa de la decisión de clausurar, para el toreo, la Plaza de Toros La Santa María en Bogotá?

Me da mucha pena porque el caso de Bogotá es muy especial, es una de las cuatro plazas más importantes del mundo, una de las que más marcan la trayectoria para un torero. En mi caso tuve el privilegio de vivir esas maravillosas sensaciones, de casi acariciar el cielo en ese escenario, poder cuajar un toro y cortarle el rabo.

Ver que este año las puertas están cerradas y que no podremos ni mis compañeros ni yo hacer el paseillo en esa plaza nos da tristeza. Además que se les está privando a tantos aficionados de un espectáculo que les llena, que es parte de nuestra cultura y tradición. Ojalá, Dios, quiera que el próximo año se abran las puertas de par en par y pueda seguirse mostrando la fiesta en la Santa María.

- Se han levantado muchas voces en contra de la tauromaquia, ¿qué piensa sobre ello?

Hoy hay detractores en casi todo, hay mucha opinión, mucho medio en dónde expresarse, por lo que hay gente a favor de las cosas y otros en contra. Cada vez vamos a un mundo más democrático donde lo primero que tenemos que aprender es a respetarnos unos a otros. Respeto muchísimo a quien no le gusta esta cultura ni esta tradición, pero lo que pido es un poquito de respeto para los que llevamos dentro esta pasión y también para quienes tenemos en la cabeza y el corazón el legado de nuestros padres y que queremos, de alguna manera, dejárselo a nuestros hijos.

La temporada

- ¿Cómo va iniciando esta temporada en América Latina y en Colombia?

Mi temporada comenzó en la Feria de Cali con un balance satisfactorio, hubo mucha gente en la plaza, un ambiente fantástico de principio a fin. Quizá el ganado en este año bajó bastante, fue un tipo de toro que no dio muchas opciones, a veces uno quiere un animal con temple y con calidad para poder recrearse, uno con emoción que aunque te exija y te ponga a prueba también puedes transmitir muchas emociones con él. En esa plaza hubo toros que no eran ni una cosa ni otra, dificultando un poco la labor de mis caballos.

Creo que a pesar de ello hubo momentos importantes. Ahora preparo lo que se avecina, iré a Duitama, Manizales, Medellín y Bucaramanga terminando la temporada en Colombia. Luego prepararé incursión en Venezuela en la plaza de San Cristóbal donde me presentaré dos tardes. Luego viajaré a México a una temporada clásica que consta de 40 corridas que irá más o menos hasta el mes de mayo.

- ¿Qué sorpresas vienen para esta temporada?

Traigo 14 caballos, todas mis estrellas, exceptuando el caso de ‘Chenel’ que por una lesión en los ligamentos de su pierna derecha tiene que descansar alrededor de 6 ó 7 meses y unas novedades, el resto están todos aquí: ‘Ícaro’, ‘Van Gogh’, ‘Dalí’, ‘Manolete’, ‘Pirata’, un número importante de caballos con los que creo puedo hacer frente a una temporada de 10 corridas en Colombia.

- ¿Quiénes conforman su equipo?

Mi equipo consta de varias personas: parte de gente de México, España, algunos franceses y otros que han venido de Colombia a España a especializarse en este arte, ellos conocen mucho más de los imprevistos que puedan surgir y siempre los resuelven con gran facilidad.

- ¿En estos años ha evolucionado el toreo a caballo?

En la última década sí lo ha hecho. Se ha transformado totalmente, se ha llegado a unos niveles que se pensaban casi imposibles, por ejemplo rosar al toro, que el caballo se deje acariciar por los pitones con una libertad suprema. Antes, el caballo iba muy forzado a su trabajo con una sensación que parecía temerle más al jinete que al toro, ahora vemos que se ha conseguido que el caballo disfrute lo que hace, como un juego.

- ¿Hay futuro en el rejoneo?

Cada vez hay muchas más opciones para que haya un número nutrido de gente joven que quiera torear a caballo y conocer esta disciplina. La verdad es que le auguro un porvenir muy bueno, habrá modificaciones, tal vez porque los hombres nos transformamos siempre, a lo mejor en un camino donde se pueda hacer un espectáculo donde se eviten las partes duras de asimilar por parte del público. Tenemos mucho camino por evolucionar y ojalá que el toreo siga con esa fuerza y esa intensidad que ahora tiene.

La función del rejoneador

¿Cuáles son las cualidades de un rejoneador?

Aquí se mezclan varias cosas, una es la equitación, uno debe conocer este arte, cómo manejar un caballo y cómo entenderlo al máximo, lo que se debe hacer en cualquier tipo de alta competición ecuestre. Luego está la parte tauromáquica, uno debe conocer las reacciones del toro, su embestida, los terrenos, las distancias que recorre y cómo se debe afrontar eso. Cuando uno tiene esas dos cuestiones hay que unirlas, se trata de una trilogía: el Caballo, el toro y uno, donde la mente termina siendo la que pone todo eso de acuerdo.

- ¿Sus corridas se preparan?

Uno no debe traer cosas hechas desde la casa porque no sabe cómo va a atacar el toro, cómo va a embestir, entonces uno debe tener todo un acople con el caballo. La mente debe estar despejada para cuando uno sale empezar a crear, lucir, además se debe mirar cuál de los caballos se amolda al toro, a su velocidad, a su embestida, para que la obra termine siendo lo más bella posible.

- ¿Cómo es el entrenamiento de un caballo de rejoneo?

Es un trabajo muy difícil que puede llenar tu vida. El caballo en principio comienza una preparación como la de cualquiera para que se mueva con la mayor fluidez posible, que tenga buen equilibrio, que su musculatura esté preparada para soportar los movimientos que sean lo más rápido posible y que los ejecute en el menor tiempo, porque indudablemente de ello depende su vida. A eso hay que sumarle una parte estética: el caballo todo lo tiene que hacer con armonía, porque estamos ofreciendo un espectáculo de cara al público que debe de ser majestuoso, lindo, incluso despacioso en muchos momentos.

A las reacciones del Caballo hay que sumarle su miedo natural. En su ambiente natural él tiene miedo de cualquier cosita, es un herbívoro que huye cuando se siente agredido, de alguna manera hay que cautivarlo, robar su alma para que se enfrente a una situación tan extrema de jugarse la vida. Llegar a ello puede tomar dos tres años, o toda una vida, para poder llegar a esa compenetración máxima de meterse dentro de su espíritu y que prácticamente la mente del rejoneador sea la que manda todas las órdenes a toda parte del cuerpo del equino.

- ¿Cómo encuentra el caballo ideal para rejonear?

La elección del caballo es una de las partes más difíciles de esta profesión. Primero hay un flechazo, una atracción hacia el animal, algo que te llama para trabajar con él. Debe haber un feeling, un principio de enamoramiento. Luego debe haber prioridades como el valor, un caballo sin valor no se puede trabajar, es como darte con una pared de hormigón. Luego, él debe tener una estética, movimientos bellos, armónicos que la gente se identifique, un caballo que se convierta en una especie de ídolo de masas. Así lo fueron y han sido ‘Cagancho’, ‘Chenel’, ‘Chicuelo’ y ‘Labri’. Pero la parte más importante es que uno sea capaz de ser uno solo con él: hay veces en que uno no se mueve en la misma línea de energía, que no puede acoplarse, algo que no deja que uno se fusione, lo más importante es que se pueda ser uno con el caballo.

- ¿Es decir, que hay caballos que usted ha criado pero ha descartado?

Hay un porcentaje: a lo mejor de 100 caballos que uno pruebe, 80 que no aprueba. Hoy en día con mucha genética, por lo que hay muchos caballos capaces de torear. Pero que uno se identifique, que se pueda llegar al gran nivel, a sentirse en su pleno, me atrevería a decir que no hay más de un 2 por ciento que llegan a ese nivel máximo de unión con el torero.

- ¿Es usted el único que monta sus caballos?

Tengo un equipo que me apoya en algunas de las fases, en el cuidado del caballo, en un entrenamiento pie a tierra para que ellos tengan un tono muscular óptimo, en el entrenamiento primario y básico. Pero cuando necesitas compenetrarte con el caballo, enseñarlo, en ese momento yo soy el que los monta, nadie más monta mis caballos, es algo que yo sólo hago. Me molestaría que mis caballos los fuera a manejar otra persona, es como si a Dalí le dices cuándo pintar un cuadro, que deje que lo coloree otro pintor o que le dé forma, eso no sería lo mismo, no sería una obra propia.

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