Por esto hay que reconocer el magnífico trabajo realizado por la nueva empresa encabezada por el venezolano Ricardo J. Ramírez y el cordobés Antonio Tejero.
La feria taurina de
Córdoba de 2013 será recordada como la feria en que Morante de la Puebla cortó
un rabo y soñó el toreo. Una edición que debe de suponer, por el resultado
artístico alcanzado, un punto de inflexión y servir para que Córdoba, a pesar
de su eterno solapamiento con el ciclo isidril madrileño, vuelva a tener
influencia en el llamado mundo de los toros. Pero no solo la apoteosis
morantista debe marcar el futuro de la Córdoba taurina. Todo ha venido motivado por una
planificación que ha devuelto a Córdoba volver a ser una feria racional,
natural y alejada del artificioso número de festejos de ediciones anteriores.
La feria pasada ha
vuelto, como ha quedado dicho, a ser un ciclo tradicional como había sido siempre
Córdoba. Tres corridas de toros y una de rejones, aderezadas con dos festejos
menores para aspirantes. Quizás ha faltado alguna novillada con picadores pero
con la elevada carga fiscal que actualmente tienen estos festejos, ha hecho en esta
edición inviable prácticamente su inclusión, pese a la demanda de
algunas peñas cordobesas. Esta reducción de festejos, así como una estudiada
campaña de marketing y ajuste de precios, ha sido motivo para que se haya
incrementado el número de abonados y con ello la asistencia de público al Coso
de los Califas. Por esto hay que reconocer el magnífico trabajo realizado por
la nueva empresa encabezada por el venezolano Ricardo J. Ramírez y el cordobés
Antonio Tejero.
Desde el punto de vista
artístico lo vivido en la corrida del sábado pasará a los anales de la historia
del coso de Los Califas. Morante de la Puebla soñó, e hizo soñar, el toreo. Dos
faena rotundas en formas y fondo. Barrocas, variadas y de una belleza sin
igual, el torero de Puebla del Río escribió una página de oro en la historia
del torero en el que a la postre los trofeos obtenidos no son más que una
anécdota, pues lo que destacó fue el toreo eterno, que siempre está por encima
de despojos de casquería. La tarde del jueves José Luís Moreno se volvió a reivindicar
una vez más, y van ya unas pocas, y pidió ocupar un sitio de mayor privilegio
en el escalafón. Su toreo rotundo, macizo y de mucha verdad merece ocupar mejor
lugar del que ocupa. El actual sistema empresarial taurino es insensible e
inmisericorde con un torero que concibe el toreo mejor que muchos otros
compañeros que acaparan puestos en los carteles solo por el hecho de estar
apoderados por casas fuertes dentro del mencionado sistema. Destacó igualmente
el madrileño afincado en Borox, David Mora, que cortó una oreja en una tarde en
que estuvo valiente y con mucha entrega ante un insípido encierro de Núñez del
Cuvillo. También cortó una oreja El Cid que mostró más disposición que en
ediciones anteriores. Cuajó un trasteo que no paso de formas correctas y
pulcritud, que remato de forma acertada con el estoque. Igualmente obtuvo un
trofeo un Finito de Córdoba. En este año en que aparece con otra actitud en los
ruedos, el de Sabadell logró cuajar una faena de mucha calidad la tarde del
suceso de Morante, esa misma tarde José María Manzanares no tuvo acople con su
lote aunque mostró algunos retazos de su calidad. Pasaron de puntillas un
superficial Daniel Luque, un Miguel Ángel Perera que solo pudo dibujar alguna
tanda al natural y un insípido Alejandro Talavante. En la corrida de rejones
Diego Ventura abrió la Puerta de los Califas tras cortar tres orejas por unas
faenas en las que exhibió una gran cuadra y puso de manifiesto su gran
facilidad para llegar a los tendidos con una monta alegre. Leonardo Hernández cortó
una oreja con su estilo clásico y ortodoxo que tuvo poco eco en el tendido,
todo lo contrario que Cartagena que cortó otra oreja en unas labores en las que
hubo más ruido que nueces.
Entre los novilleros
aspirantes destacar al venezolano Manolito Vanegas que se mostró variado la
tarde en que se lidiaron los ejemplares de La Morantilla, magníficos de juego, y
en la que José A. Alcalde ‘El Rubio’, que cortó una oreja, y Romero Campos
pusieron de manifiesto sus ganas de ser toreros. En la otra novillada la terna
actuante desaprovecho la calidad de una brava y encastada novillada de La
Quinta. Rafael Reyes cortó una oreja y Javier Moreno ‘Lagartijo’ volvió a
mostrar sus formas toreras pero como siempre sin espada, mostrando el tercero
en discordia, Emilio Bresó, su valor seco y personalidad.
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