lunes, 2 de septiembre de 2013

Las manos que sanan a los toreros

El fisioterapeuta José Antonio Salas Lluch está siendo indispensable en la recuperación de Morante

Las manos que sanan a los toreros
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José Antonio Salas ayuda a Morante en su recuperación
Tiene en sus manos la mejor de las armas para curar las cornadas a los toreros. Seis años lleva ya José Antonio Salas Lluch, fisioterapeuta, aplicando el remedio efectivo, desde la base de la fisioterapia, para rehabilitar y recuperar a quienes cada día se visten de luces.

Con tan sólo 30 años pero una experiencia acumulada en tratamientos a toreros heridos, su estudio de investigación sobre lesiones en toreros, pionero en España, está posibilitando la rápida puesta a punto de quienes acuden a su clínica en la localidad sevillana de Coria del Río.

Quiso ser torero: «Bueno, toreé dos o tres becerradas y me dediqué a la Fisioterapia». Esta afición que le corre por las venas, ha sabido encauzarla en su profesión, aunque admite que cuando comenzó «no había ni libros ni nada sobre fisioterapia en los toreros. Empecé de cero aplicando mis conocimientos y estudios. El resto lo hace la experiencia. Pero yo siempre he estado muy obsesionado con la recuperación rápida de la musculatura, y en los toreros lo estamos llevando a cabo».

Sus pacientes toreros
Actualmente trata a toreros comoMorante de la Puebla–que se está recuperando de la grave cornada sufrida en Huesca-, Sebastián Castella, al que acompaña cada tarde que torea; José María Manzanares, Juan José Padilla, Diego Ventura, Salvador Cortés, Esaú Fernández… «En cada rehabilitación concurren muchos factores: las ganas que tenga el torero de reaparecer, el estado anímico, los destrozos musculares que tenga… pero las cornadas se curan cuando el torero relativamente quiere».
Y también influye lalabor psicológica. «Está claro que durante la rehabilitación el torero se tiene que sentir fuerte para luego ser capaz de torear. Y eso se va madurando. Luego está el hombre, que es el que se tiene que poner delante de la cara del toro», afirma el joven fisioterapeuta.

Enseñando el camino

Salta la pregunta. ¿Son reacios los toreros a este tipo de rehabilitación? «No creo –responde-. Los que vienen a la clínica confían plenamente en lo que se les dice que hagan tanto aquí como en su casa y en el campo. El torero, cuando se recupera rápido, comprueba que esto es bueno. Tengo la suerte de trabajar con toreros dóciles (ríe). Les enseño el camino para recuperar y torear. Está claro que si alguno no quiere hacerlo, no puede continuar conmigo».
Considera fundamental una relación de confianza fisioterapeuta-torero. «Es la única forma de avanzar, de que la recuperación, el mantenimiento sean positivos y den los resultados que vamos buscando los dos, ellos y yo», si bien cada torero es un mundo. «No hay un código a seguir. Cada torero, cada cornada, son diferentes».
Para ello ha invertido en su clínica de Coria del Río en material avanzado, tecnología punta. «Es importante recuperar cuanto antes pero, también, que luego el torero no tenga el recuerdo de la cornada o de la lesión. Vamos, que no arrastre ese contratiempo posteriormente. Y para ello hay que contar con los mejores medios tecnológicos».

La alimentación

Le da mucha importancia al mantenimiento a lo largo de la temporada de los toreros, tanto es así que, si el diestro quiere, también le lleva todo lo relacionado con la alimentación y la nutrición. «Hay que tenerla muy estudiada porque una buena y adecuada alimentación es la gasolina para seguir adelante. Cuando viajo con Sebastián Castella, entro en la cocina del restaurante donde vaya a almorzar o cenar y le explico al cocinero hasta el último gramo de la comida».
Ve a los toreros como unos deportistas de élite. «Recorren miles de kilómetros en un coche de cuadrillas, sufren cornadas y enseguida están toreando. No es normal…». Y aunque no quita méritos a otros deportistas, caso de los futbolistas, tiene muy claro que «no se puede comparar a un futbolista con un torero».
José Antonio Salas Lluch se ha convertido en el sanador de toreros con sus manos, en las que confían multitud de hombres antes de volver a ponerse delante de un toro…

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