martes, 29 de octubre de 2013

La Santamaría,la plaza más equilibrada de América:Pedro Javier Cáceres



Pedro Javier Cáceres 
Comenzó la campaña americana. Sin solución de continuidad. Ligando la temporada española.

Incluso sin concluir el circuito europeo toreros como Ponce o el rejoneador Leonardo han ido prendiendo la mecha que anunciaba un ejercicio de mestizaje, dándole versatilidad y grandeza a corridas y ferias, en México y en la América taurina.

Con gran acento español comenzó la prestigiosa temporada en Lima, Perú. En juego el muy valorado —por los profesionales- Escapulario de Oro a lo largo de 5 jornadas dominicales en el más que bicentenario coso de Acho.

Se anuncia feria de perfil bajo en Quito (Ecuador), hasta no hace mucho gran cita de fechas seguidas. En el país andino enjugan las felonías del Presidente Correa con parches bienintencionados pero que no hacen olvidar el esplendor que en los últimos tiempos adquirió la capital de la República.

Venezuela sigue su hoja de ruta en busca de un lustre habido hace tiempo y perdido no solo por las trabas de Chavez y sus herederos.
Fueron los propios taurinitos locales y caciques ganaderos y políticos metidos a taurinear los que devaluaron a una Cali (Colombia) que en los 90 cotizaba como la mejor, más amplia y lujosa feria de América.

Sí ha sido el “guerrillero” Petro (alcalde de Bogotá) el único culpable en que la capital de Colombia no tenga temporada. La acrisolada seriedad de la plaza Santamaría y preservar dicho pedigrí ha llevado a sus gestores o no mover fichas “light” -como en Quito- en espera que no hay mal político que 4 o más años dure ni sátrapa que lo aguante.

Bogotá, desde su frustración y su paciencia está llamada a volver a ser el coso más equilibrado del continente americano.

Medellín resiste los embates de políticos similares, con menor descaro, que en Bogotá.

Mantiene su simpatía la más que cincuentenaria feria de Manizales y se suma el coliseo de Duitama con trayectoria tan reciente como sólida en la composición de sus carteles.

La Tauromaquia es Universal. Si bien no se atiene a mantras ni siempre 3 x 7 son 21.

El pueblo americano es más vital y festivo en sus manifestaciones lúdicas que el español, y por supuesto el francés. De ahí, que respetando cánones y reglas sus espectáculos sean de desarrollo y resultados más vehementes a favor de los toreros, más flexibles ante el rigor, de todo, pero principalmente sobre el toro a lidiar y la propia lidia en sí.

Para hacer una comparación, que puede ser odiosa pero orientativa, sus circuitos, según la categoría de la plaza pueden asimilarse desde el punto de vita de comportamiento y sociología un punto por debajo de las españolas.

Las de 1º son — con sustratos de muy buenos aficionados, leídos y viajados- de corte parecido a las de 1ºB o 2ºA de aquí. Y así sucesivamente.
Al final “fiesta”, al fin y al cabo. Como en España: unas pocas de fiesta desde la Fiesta y el resto fiesta en estado puro.

Quizá sea México, por su volumen la que mayor diferenciación tenga en su idiosincrasia del espectáculo taurino con la corrida en España, con algunas excepciones —más del quiero y no puedo- como Guadalajara y la emergente Aguascalientes.

Incluida la importantísima Monumental del DF, al menos desde hace dos o tres lustros. Quizá el faro que guía a la amplia nómina de ciudades y cosos aztecas que de forma casi imperceptible están tendiendo a una tauromaquia con sello propio.

Por ello, desde el respeto, debemos, sin escandalizarnos, acostumbrarnos a la desmesura de titulares y reseñas con origen allí y percutidas aquí, por “charros” o por “hispanos”.

A partir de ahí -desde esa óptica o prisma- cada aficionado debe asimilar la información que se le ofrece sin hacer juicios de valor apocalípticos ni matar al mensajero. Leer, procesar, asimilar y valorar contextualizando o descontextualizando.

Sirva ello como guía para nuestros lectores respecto de nuestro comportamiento, ahora que ha comenzado el periplo americano, principalmente en lo referido al eco que le demos a lo que vaya aconteciendo en los cosos mexicanos.

Acostumbrémonos a la merma del animal en trapío y edad.

El que a una “cabra loca” —con perdón-, un animal que por su juventud tiene brío, movilidad y cuerda, sin depurar que es bravura e instinto por acometida juvenil a todo lo que se mueve, le pidan el indulto, le den una vuelta al ruedo, o un premio muy mexicano como es el arrastre lento.
Como además la gran figura, española, francesa o la gran promesa del País mute lidia al uso por torbellino de suertes ligando ensayos, improvisaciones y disfrute como en un tentadero con vaca, suponga el corte de trofeos el delirio y la catarata de titulares magnificados. Ver reportajes videográficos muy recientes.

Cada vez más los grandes titulares se centrarán en un balance global, triunfal por supuesto, sin matizar si se ha conseguido en tiempo normal o en la prórroga.

Me refiero a los famosos y ya habituales en un porcentaje muy alto de festejos del famoso “toro de regalo”.

Que aunque aquí chirríe, si optimizamos el recurso, no deja de ser un “quite del perdón” al aficionado mexicano que ha soportado un espectáculo aburrido y se le da una oportunidad más de rentabilizar su boleto. A veces le aburre todavía más, pero otras le redime. Una mentira piadosa.
Incluso siendo el espectáculo normal, anunciado, digno, es treta de torero para ampliar su triunfo o conseguirlo en la prórroga. El viejo truco de cantidad por calidad. Cantidad, al fin y al cabo.

No somos nosotros, dentro de tener una actitud crítica pero equilibrada los que demonicemos el ser, la forma y el fondo de la tauromaquia mexicana y su forma de organizar y desarrollar el espectáculo. Mucho menos satanizar de ignorantes a un público que paga y sostiene que el toro pase el invierno en actividad si es que ellos con ese tipo de toro y la anarquía en la lidia se divierten, se sienten satisfechos, se van contentos con la intención de volver. Este último dato, contrastado si vemos como sube la afluencia del público en México, no es baladí.

El problema es el vicio que en las figuras pueda crear para creer que todo el monte es orégano y la corrida una gran fiesta familiar bien pagada. Ese es el peligro y esa la piedra angular. Es en ese punto donde, sin acritud, habrá que aportar algo de mesura y equilibrio.

México ¿la corrida tuneada? ¿Un tentadero con taquilla y vestido de luces? Puede ser, pero es la suya, su tauromaquia, al menos de un tiempo a esta parte y creciendo ¿equivocados? ¿engordar para morir?

Esto es importante, mucho: como el sol en Almería, en México es donde La Fiesta pasa el invierno. Duro, crudo y muy largo.
Respeto, desde la discrepancia y leer la letra pequeña. 

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