No hubo milagro
Couto de Fornilhos muestra mansedumbre y Gerardo Ortega flojera
JUAN D. MADUEÑO
La tarde no pudo empezar peor: estaba anunciada la ganadería portuguesa Couto de Fornilhos. Nada como una vacada indie
para un domingo en Las Ventas. Con ese hándicap hicieron los tres
toreros el paseíllo. Pensarían –ilusos- que arreglarían algo su carrera.
Todos los que pastaron en el Alentejo tuvieron muy malas ideas. Además
de mulos. El colchón lo ponían los dos toros de Gerardo Ortega pero resultó que estaba sin aire. Sin fuelle, mejor dicho, como el que abrió plaza.
El serio Apacible tenía dos puñales por pitones. Paulita,
que no pisaba Las Ventas desde 2009, lo recibió a la verónica. Ahí ya
se vio que todo lo que hiciera el picador iba a sobrar. Así fue. Al
sentir el primer puyazo el animal bajó y se dejó querer por todos los
avíos sin entregarse en ningún momento. A decir verdad sus intenciones era buenas pero estaban vapuleadas por la blandura de remos
que enseñó. Los doblones de inicio con los que el coleta le planteó la
pelea no ayudaron demasiado. Pudo hilvanar tres o cuatro muletazos por
el lado derecho cuando se la dejó puesta. Un oasis en el desierto de la
nada. Lo mejor, las chicuelinas entre puyazos. Media estocada caída y
tres descabellos necesitó el maño para mandarlo al otro barrio. Con el
cuarto tuvo alguna posibilidad de demostrar el buen corte que atesora. Embaixador sirvió lo justo para que la gente se diera cuenta de que, al menos, cualidades tiene. Saludó una ovación tras
introducir entre 565 kilos de toro tres cuartos de espada. Fue el menos
malo, ya que aunque a trompicones, el toro iba un poco más que sus
hermanos tras los flecos de la muleta.
Para Morenito era el
único compromiso por San Isidro. Fue todo disposición; reflejada en las
buenas verónicas con las que saludó a su primero. Jaleadas, culminaron
en una media a pies juntos que abrochó un buen conjunto.
El toro ya anunció que no querría demasiada pelea tras salir suelto en
el segundo puyazo. Era todo descomposición en su embestida en la muleta.
Ni siquiera huía. Le pudo Morenito no sin antes pasar
un mal trago con varias coladas. Por el izquierdo medía. Una vez gobernó
aquella incierta embestida, el toro no pasaba. Abandonó toda esa rabia
del comienzo traduciéndola en un solitario gañafón al salir del
muletazo. Jamás humillaría. Tardo en perfilarse el torero para dejar una
estocada tendida, tras meter el brazo con habilidad entre los pitones
sin descolgar. Sonó un aviso.
Ya con la tarde yéndose a por uvas,
salió el quinto. Y llegó el desmadre. Primero un espontáneo. El pobre
señor se puso en un compromiso a sí mismo. Tuvo oportunidad de irse
detrás de Manhoso cuando pasó por el burladero pero esperó a que llegara la policía para después decir que no había podido. Cuando el toro fue al caballo hubo leches en la grada del 8.
Todo eran excusas para no centrarse en lo que allí había. Que tampoco
era mucho. Recibió un fuerte puyazo con el que sangró mucho. Morenito brindo al público. Pronto el animal miró a tablas. Y allí la faena tomó un poco de vuelo. Firme el burgalés que no se dejó ganar la partida.
Hubo tres tandas con muletazos sueltos por ambos pitones. Tuvo que
coger el descabello y escuchó un aviso. El público le reconoció la
actuación con una leve ovación. Buena tarde de Morenito de Aranda.
Demasiados honores le rindió Ritter
al tercero que le cayó en suerte. Lo citó desde los medios después de
brindar al respetable. No hubo opción alguna. De uno en uno todos los
muletazos. Después, ganándole un paso pudo sacar petróleo de una embestida incierta con la que nunca pudo confiarse.
El toro buscaba en cada embroque. Hasta que encontró y elevó por los
aires al colombiano en una voltereta sin consecuencias. Lo mató a la
tercera de estocada atravesada. El sexto era de Gerardo Ortega,
y como su compañero, se paró enseguida. No hubo oportunidad nada más
que de acortar las distancias y dejarse llegar los pitones de un toro
que sólo tenía fuerza para mantenerse en pie. Valor seco el de Ritter que está muy cómodo con los pitones en la taleguilla. Pena que el animal no tuviera algo más para darle enjundia al arrimón. Estocada caída tras pinchar y ovación.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid.
Feria de San Isidro, décima de abono. Tres cuartos de entrada en tarde
agradable en Las Ventas. Cuatro toros de Couto de Fornhilos que no dieron ninguna opción. Nula fuerza, sin humillar y con peligro. Dos de Gerardo Ortega muy parados.
Paulita, de grana y oro: Silencio y ovación.
Morenito de Aranda, de verde hoja y oro: Aviso y palmas; Aviso y ovación.
Sebastián Ritter, de blanco y oro: Silencio y ovación.
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