miércoles, 14 de mayo de 2014

Un lamentable desfile de inválidos en la sexta corrida de San Isidro

La triunfal corrida del martes levantó el ánimo de los aficionados. En la calle, en el metro, en el trabajo, mucha gente sigue comentando el «vuelo» del toro y la estocada sin muleta de Fandiño.
 
Muchos acuden a Las Ventas esperando que se repita el éxito de la tarde anterior: no es fácil. Los tres diestros del cartel coinciden en una misma línea: la entrega, más que la estética, y el haberse forjado con las divisas duras. Los toros de La Palmosilla son otra cosa: un lamentable desfile de inválidos que impide todo lucimiento y determina un espectáculo plúmbeo. Devuelve el presidente los toros tercero, cuarto y quinto; podía haberlo hecho también con los dos primeros. Tampoco sirven los sobreros de González y Sánchez-Dalp ni de La Rosaleda; sólo el tercero bis, de Torrealta, resulta manejable. Con él, Joselito Adame realiza lo único destacado de la tarde: el presidente le niega la oreja, pedida por muchos, y da la vuelta al ruedo.

Diez años ha tardado Manuel Escribano en poder confirmar la alternativa. Hoy, se estrella contra un inválido y otro, parado. Va a portagayola en los dos que le tocan. El primero, flojea desde el comienzo: ¡una ruina! Banderillea en tablas, con riesgo. Escucho a un vecino: «¡No cabía ni el bigote de una gamba!» En la muleta, el toro se derrumba. Aunque fuera el primero, el presidente debía haberlo devuelto. Escribano mata con facilidad. El quinto es un sobrero de La Rosaleda que también flaquea, no se entrega y se para. Alterna en banderillas con Padilla: el último par, quebrándolo al violín. Tampoco sirve este toro. Escribano lo despacha con oficio. Debía haber venido también a otra corrida.

Ejemplo de superación

Padilla sigue siendo un ejemplo de superación de las adversidades, por eso lo adora el pueblo. Pero hoy se estrella contra dos reses inservibles. Al segundo lo cuidan pero echa la cara arriba, por flojo. Juan José, que ha banderilleado con facilidad, brinda a su casi hermano Adolfo Suárez, convaleciente de una intervención. El toro queda muy cortito, no transmite nada. El trasteo a media altura no puede tener emoción. Mata a la segunda. Le toca en cuarto lugar un sobrero de González y Sánchez-Dalp que tampoco da juego: protesta, no tiene fijeza, claudica. Alterna en banderillas con Escribano. Brinda a la Infanta Elena. Comienza de rodillas, en el centro del ruedo, pero el toro cabecea, por la falta de fuerzas; no vale nada. Se pelea con él pero falla al descabellar.

El mexicano Adame triunfó la temporada pasada en Las Ventas y esta, en Sevilla. En esta tarde anodina, realiza lo único brillante, en el tercero, un sobrero de Torrealta, grandón, que protesta en el caballo pero es bien picado por Óscar Bernal y llega manejable a la muleta. Le da distancia, se muestra muy firme, le va cogiendo el aire, aunque embiste rebrincado. Con su valor y buen oficio, se gana el respeto del personal. El arrimón final hace subir el entusiasmo. Suena un aviso antes de entrar a matar, con una buena estocada

Mucha gente pide la oreja pero el presidente no la concede: vuelta al ruedo. El último, del hierro titular, se mantiene en el ruedo aunque flojea. Joselito brinda también a la Infanta, se queda muy quieto en ceñidos estatuarios, se justifica, pero falla mucho con el descabello.

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