Rafaelillo acaba de estar heroico ante los Miuras,
en Mont de Marsan. El primero, bien hecho, tardea pero embiste con
nobleza. El diestro logra series cortas pero vibrantes, ligando los muletazos. Falla con la espada. No ha estado mal pero no ha redondeado la faena.
El cuarto hace una gran pelea en varas. Los lances de Rafaelillo logran
eco. Se luce también su cuadrilla completa, que saluda: todo lo que se
hace bien a un toro encastado tiene emoción. La res se come la muleta y humilla,
no se cansa de embestir: ¡qué gran toro, este «Trastero»! Rafaelillo lo
aprovecha, dentro de su estilo, entre el entusiasmo del público. Mata
bien: dos orejas y clamorosa vuelta al ruedo al toro. ¡Qué gran toro,
este «Trastero»! Sin duda, el toro de la Feria. Y de muchas Ferias.
Bolívar viene de matar los Victorinos en Pamplona y Santander. El segundo flaquea un poco,
pega tarascadas, vuelve rápido. Luis solventa con oficio una papeleta
nada fácil y mata en el rincón. El quinto protagoniza otro gran tercio
de varas. Cuando le dan distancia, embiste con casta, pero el diestro no logra acoplarse. No ha sido su tarde.
Muy poco ha toreado el local Jesús Duque, que
cortó orejas en Fallas. ¿Está preparado para este trago? El tercero sale
pegajoso y lo desarma; empuja y le pegan mucho en varas; embiste como
una centella, en banderillas.
No se amilana el diestro, se dobla por bajo, le planta cara y logra
muletazos estimables; cuando se apaga la noble embestida, hace alardes de valor.
Mata muy bien pero el presidente le niega la oreja: con esa estocada y
ese toro, yo se la hubiera dado. Y no le obligan a dar la vuelta al
ruedo... Ha estado mejor de lo que podía esperarse, frente a un gran toro, que ha tenido muerte de bravo: me hubiera gustado ver, ante él, a alguna de las primeras figuras. Flaquea un poco el sexto, de buenas hechuras. Jesús Duque
vuelve a mostrarse voluntarioso y decidido, con las limitaciones
propias de su escasa experiencia. Mata con decisión, le aplauden y sale
bien librado de la dura prueba.
Final feliz:
con el toro encastado, todo tiene importancia. Si no existe, todo se
viene abajo. Esta tarde, la gente se ha puesto de pie, en el tendido, para aclamar al ganadero, Fernando Cuadri. Todas las penas de los aficionados se acaban cuando sentimos la gran emoción de un auténtico toro bravo. Eso, simplemente, es la Fiesta.
Gracias a Cuadri, concluye brillantemente la Feria. Nos despedimos con pena, recordando lo que escribió Antonio Machado, en Rocafort, en mayo de 1938: «Valencia de finas torres / y suaves noches, Valencia: / ¿estaré contigo / cuando mirarte no pueda, / donde crece la arena del campo / y se aleja la mar de violeta?». Doblando el mapa de España, nos espera la Feria de Pontevedra.
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