Lance' con una chaqueta de un espontáneo al cuarto antes de ser volteado. ANTONIO RAMOS |
El matador de Salteras corta una oreja del mejor lote de una corrida muy seria de albaserradas; trabajo importante sin premio de Luis Bolívar; Urdiales sin opciones; cogida brutal de un espontáneo.
ZABALA DE LA SERNA
Bilbao
«Que tú eres muy buen torero. La muleta muerta ahí abajo quiero ver», y con dos puñetazos de aliento en el hombro Emilio Múñoz le deseaba la gloria a El Cid en los viejos muelles del Nervión, donde antes todo era óxido y herrumbre y hoy es luz. Por testigo del sol del mediodía, un contenedor reformado de algún barco probablemente desguazado en el que se leía 'All Iron'. Los tiempos del hierro y el alirón; siete años desde que el torero de Salteras se vació tanto y de tal modo en Vista Alegre con seis victorinos que nunca volvió a ser igual. Nunca nadie regresa de una experiencia límite a un mismo cuerpo ni a una misma mente.
Ayer, yo creo, que esos dos golpes de pecho de Muñoz a Manuel fueron de brujo. Y le dieron la caída de hombros, el encaje, la serenidad, con el noble y largo 'Mesonero', de la corrida de Victorino Martín, un corridón la mar de serio, la reconciliación después de la última visión de un victorino con los cuernos cortados por la mitad en los estribos de Hermoso...
El Cid plantado y vertical lo toreó con la izquierda y, sobre todo, lo templó mucho con la mano derecha, que se hacía muy cómoda al soltar la embestida y que no repitiese ni con tralla ni con celo sino a la espera del vuelo. Los pectorales obligados viajaron a la hombrera contraria. 'Mesonero' te traía la comanda donde le ordenases. La última orden fue el toque al hocico con la muleta y la espada enterrada en todo lo alto. Después de una semana en la que las espadas han viajado como en una película de chinos cortando cañas de bambú en vez de triunfos, que se enterrase una en el hoyo de las agujas se hacía la guinda para que El Cid echase sus lágrimas de hierro al recoger la oreja.
El Cid.
El 'trabajo' de Luis Bolívar con el imponente sexto se antojó sensacional. Desde el orden de la lidia -vaya quite de vida le hizo a Gustavo- a la manera enfrontilada de ir rompiendo frenos a una embestida humillada y creciente al natural en su pulso. Matías sólo sacó el pañuelo para el aviso, no para animarle con la música. Ni aficionado ni persona. Desgraciadamente lo mató mal. O muy mal. Mas estuvo muy importante, como con el revoltoso tercero, al que le esperó todo y más en su derecha.
El infumable cuarto pudo matar a un espontáneo que se tiró con una chaquetilla ¡de salida! Un gordo loco. Para hablar de los espontáneos no sabe uno qué hacer. Pasa como con los suicidas. Este se quería matar, fijo. El pechugazo inocuo fue de muerte. Urdiales pechó con torería añeja con satanás y un manso redondo, aquerenciado y rajado que topaba. Ni una grieta de luz, macho.
Ficha del festejo
- Plaza de Vista Alegre. Domingo, 24 de agosto de 2014. Última de feria. Menos de media entrada. Toros de Victorino Martín, muy serios en sus diferentes líneas; bueno el veleto 2 con sus variantes; depredador el infumable 4; manso y rajado el aquerenciado y redondo 1; a peor siempre un 3 que tuvo alguna opción por del derecho; notable y noble un 5 largo; hondo, grande, imponente un 6 humillador de creciente entrega por el izquierdo.
- Diego Urdiales, de azul cobalto y oro. Pinchazo y estocada (saludos). En el cuarto, pinchazo contrario y gran estocada (saludos).
- El Cid, de verde hoja y oro. Media estocada tendida y descabello (saludos). En el quinto, gran estocada (oreja).
- Luis Bolívar, de azul turquesa y oro. Estocada rinconerilla algo tendida y dos descabellos (silencio). En el sexto, media estocada tendida y metisaca en los bajos. Aviso (silencio).
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