viernes, 22 de agosto de 2014

La serenidad de Perera ante la locura

Terrorífica cogida de Padilla.
Terrorífica cogida de Padilla. EFE


Al final para ser torero siempre hay que estar loco. La locura enrazada de Padilla, ya con más vidas que un gato. Su admirable lucha por la supervivencia, porque Juan sin jugarse la vida en los ruedos sería un hombre muerto ante el espejo. Y da igual que un jandilla cabrón se meta por dentro del tercer muletazo en delante, que hay hombre para tragar, voltear y resucitar. A merced quizá las dos veces en que se le vencieron las lenguas de fuego sobre su pedestal de Ciclón ciclópeo. Una de ellas lo empaló el toro de astas de pedernal, y se le revolvió con el torero tratando de asirse al cuello; la otra lo pudo reventar al querer vaciar un pase de pecho por el pitón envenenado que era el derecho: lo pudo destripar. Las lascas dibujaron cruces por el abdomen, Padilla bocabajo, pisoteada la cabeza, la sien, la mandíbula de titanio... Un milagro que se levantara para matarlo de un espadazo. Juan tiene un ojo vaciado, por si se le olvida a alguien. Y no es por pena el recuerdo, sino por mérito. Y si Padilla prefiere morir en un ruedo que frente al espejo de los años lo entiendo. Pero debería valorar la prórroga que le ha dado Dios y las ocho vidas que se ha fumado. En siete estaban los gatos. A la gente ya se le ha olvidado la tragedia y como el toro no doblaba lo chiflaron muerto en vida. No había modo de descabellar. El presidente Matías le mandó dos avisos.

En esta locura diaria de los toros, la serenidad de Miguel Ángel Perera dejó una huella acongojante con un toro loco. Descompuesto, bruto, incierto, descoordinado en sus esquizofrénicos movimientos, las manos por delante, los cabezazos como hachazos, cruzado a veces, no sé. Pero uno veía a Perera tan sereno, soportando todo, encajado, dominador, domador de la fiera, la muleta siempre puesta, en espera, con un cuajo como si se hubiera metido un cóctel de Neurontin, Distraneurine y Orfidal, que yo alucinaba. No me gusta hablar en primera persona, mas como la transcendencia de lo que percibía no la sentían los demás, la hago mía. Ya cuando vi que a semejante 'hijoeputa', que dicen en Colombia, cinqueño y armado hasta los dientes, le hacía Miguel Ángel sus cosas, sus ochos, sus circulares invertidos, y le metía los muslo en la boca, empecé a dudar de quien era el loco, el loco cuerdo, el loco de camisa de fuerza. Bestial, macho. No se habrá visto faena de tales dimensiones de redaños y cabeza y paciencia, por la incertidumbre de todo, como ésta de Miguel Ángel Perera en la temporada completa. El gentío raro de Vista Alegre, que dicen que conforma una buena afición, a mí -sigo en primera persona, 'sorry'- ayer no me lo pareció tanto. Por supuesto incluido al señor presidente, que porque se le volvió a ir la espada a Perera caída le negó el pan y la sal. No habría mayoría de pañuelos dirá el presuntuoso aficionado de capital. La vuelta al ruedo fue una risa para la serenidad de un torero en momento tridimensional con un toro loco.

Mira, Matías, ya que sabes tanto, comprobarías que Iván Fandiño, a quien también puteaste el año pasado con un toro de tremenda bravura de nombre 'Cartuchero', no fue ni su sombra. Ni para tragar más que lo justo con el trallero tercero que se vencía por dentro como un asesino, pero especialmente para reducir y templar al sexto burraquito sexto. ¿Dónde fue el embroque de Iván toreando por Manzanares con mando periférico? El toro de la tarde, que si aún llega a matar se tapa con una oreja. Pero se quedó en la suerte sin pasar.

Éste junto con el que abrió plaza, redondo por los cuatro costados, fueron los toros de la jandillada de guasa. Sueltecito y alegre, siempre sintió la llamada de la querencia. Padilla lo sangró a modo en un segundo puyazo duro como la punta de un iceberg en barrena. Y la lidia y la faena pecaron de desorden, entre idas y venidas. La calidad del domecq de Borja mereció trato más medido y centrado y no tan excedido de metraje.

Perera, antes de enfrentarse a la locura, fue seda y pulso con un jandilla de contado poder y fondo. Hasta que se paró. A éste le pegó la mejor estocada de las cuatro bilbaínas. Manda huevos, pero no quita ni un ápice de mérito ni el pobre Matías para que, a día de hoy, sea Perera el amo de Bilbo.

Ficha del festejo

  • Plaza de Vista Alegre. Viernes, 22 de agosto de 2014. Octava de feria. Casi tres cuartos de entrada. Toros de Jandilla tres cinqueños abiertos en 1º, 3º y 5º lugar; serios de desiguales hechuras y remates; bronco y metiéndose por dentro a trallazos el 3º; el mismo peligro en un 4º sin fijeza y muy complicado; loco y como descoordinado un 5º infumable que embestía a saltos; bueno pero con la llamada de la querencia presente el 1º; sin fuerza ni fondo el manejable 2º que se apagó; extraordinario un 6º muy suelto de carnes.
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  • Juan José Padilla, de verde botella y oro. Estocada rinconera. Aviso (palmas). En el cuarto, estocada arriba algo tendida. Dos avisos (saludos).
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  • Miguel Ángel Perera, de tabaco y oro. Estocada (saludos). En el quinto, estocada caída. Aviso (petición y vuelta al ruedo).
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  • Iván Fandiño, de nazareno y oro. Tres pinchazos y estocada rinconera a toro arrancado y descabello. Aviso (silencio). En el sexto, dos pinchazos y estocada. Aviso (saludos).

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