Así de directo se muestra Pepe Moral
en una entrevista con Efe, en la que se sincera al señalar que estos
dos años y medio en los que no se ha enfundado ni una sola vez el traje
de luces han sido con diferencia «los más duros» de su vida.
«Lo he pasado muy mal al ver a mis compañeros
torear y yo parado, con una mano delante y otra detrás, trabajando de
camarero, haciendo labores de campo, limpiando cuadras o disfrazándome para niños en un teatro,
todo para ganarme la vida, la que yo quería que estuviera dedicada al
toreo, mi gran pasión desde que tengo uso de razón», confiesa en una
entrevista con Efe.
«Se te viene el mundo encima, e incluso llegas a
pensar en tirar la toalla y desechar para siempre el sueño de llegar a
lo alto del toreo, pero había una chispa en mí que me decía que fuera paciente, que aguantara, que seguro me llegaría la oportunidad de demostrar otra vez lo que siento y llevo dentro», añadió el torero de Los Palacios.
Dos años y medio parado
Y tras cinco años de alternativa,
solo nueve paseíllos realizados en total y un largo letargo de dos
temporadas y media sin torear ni un festival, le llegó su oportunidad en
la corrida del Corpus en Sevilla, una tarde en la que se la jugaba todo a una carta, pues, como él mismo indica: «Tenía dos toros para arreglar mi panorama».
El primero de su lote «apenas aportó nada», pero el sexto, un sobrero del Conde de la Maza,
supondría ese golpe de efecto que tanto tiempo llevaba buscando, ya que
acabó cortándole las dos orejas, lo que supuso el principio de un nuevo
comienzo en su carrera.
«Siempre estaré en deuda con Sevilla, mi tierra, y con aquel sexto toro; me han cambiado la vida, pues además de volver a sentir sensaciones únicas como torero, conseguí entrar después de Pamplona, y de ahí a Madrid, la plaza que me lo ha dado todo», enfatizó.
Dos tardes también cruciales
para reivindicarse aún más y valorar su importante ascensión, pues si
en Pamplona cuajó una gran faena premiada posteriormente con el premio
Ciudadela al mejor toreo al natural de los Sanfermines, en Madrid, en el
día de la Virgen de la Paloma, reafirmó que Pepe Moral quiere llegar a lo más alto.
«Posiblemente la faena a mi primer toro (al que cortó una oreja) no la olvidaré jamás por lo a gusto que lo toreé, y por reencontrarme con una afición que
ya me vio triunfar de novillero en 2007, y con la que había soñado
muchas veces viéndola vibrar conmigo otra vez como el pasado 15 de
agosto», aseguró.
El rumbo perdido
Precisamente aquel «portazo» en San Isidro de 2007 fue
el comienzo de la desaparición de Pepe Moral en los carteles,
fundamentalmente porque, como reconoce, «me equivoqué a la hora de
plantear mi carrera».
"Me obcequé y perdí el rumbo, cambié de apoderado y
se me puso todo muy cuesta arriba, lo que propició que tomara la
alternativa en 2008 con muy poca fuerza,
y a partir de ahí ya me fui diluyendo. Solo toreé una corrida más el 15
de agosto en Sevilla y desde entonces, prácticamente nada hasta ahora,
sin contar las veces que me fui a México y Perú a buscarme vanamente la
vida», recordó Moral.
Pero hace tres años apareció una persona que
confió plenamente en su capacidad como torero y le cambiaría también la
manera de afrontar el futuro, su actual apoderado, el matador de toros
retirado, también de Sevilla, Manolo Cortés.
Se torea como se es
«Manolo ha depositado más confianza en mí que la
que yo mismo tenía; desde el primer día se ha volcado conmigo,
aconsejándome y ayudándome a perfeccionar mi toreo,
el modo de estar en la plaza, y el que me ha inculcado también que para
torear bien hay que ser feliz en la vida, y eso es lo que ahora intento
transmitir cada vez que me pongo delante de un toro», confesó.
La próxima oportunidad que disfrutará Pepe Moral tendrá lugar Albacete,
en la feria de los Virgen de los Llanos, hasta la fecha la única
corrida que tiene contratada de aquí a final de temporada, aunque el
sevillano no quiere que su sueño se acabe ahí y va más allá: «Me
encantaría entrar en alguna feria que no esté cerrada aún como la de
Otoño en Madrid o la del Pilar de Zaragoza», finalizó.
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