Adame y Álamo cortan una oreja a una excelente corrida; Ureña roza el triunfo
En el primero, que brinda a Chopera, su apoderado, Ureña
se dobla bien por bajo: es la medicina que necesita el toro, que
embiste con violencia, pega hachazos, vuelve rápido. El diestro se gana
el respeto del público con mucho valor,
dentro de su buena línea, pero pasa varios momentos de apuro. Mata
desprendido y saluda una fuerte ovación. Flaquea el bonito cuarto,
bragado y listón; canta la gallina en varas, en varios encuentros
fallidos, pero mete muy bien la cara, resulta manejable. Ureña traza
muletazos largos, con buen estilo clásico,
dejándole la muleta en la cara, para conseguir la ligazón. Cuando el
toro queda corto, tira de él. Cede a la moda de las consabidas
bernadinas. Tarda en matar y el éxito se difumina. No le dejan dar la vuelta al ruedo que había merecido.
El segundo tiene buen tranco. Quita Juan del Álamo por chicuelinas y replica Adame
por el mismo palo: ¡un poco más de variedad, por favor! Saluda Jarocho
en banderillas. El toro tardea pero es noble. Joselito corre bien la
mano en los naturales, deslucidos por un desarme. Es faena de notable
oficio pero le falta dar un paso adelante,
en sentido literal y metafórico; la prolonga con innecesarias
manoletinas y remata con un espadazo trasero. Asoman pocos pañuelos.
Lidia con soltura al quinto, «Empeñado», castaño, de 550 kilos, que pelea bien en varas: se le nota que ha toreado mucho, en su país. El toro embiste con gran movilidad y fijeza;
con ese ritmo se suceden los muletazos lucidos. Aunque mata caído, le
conceden la oreja pero el gran toro merecía la vuelta al ruedo.
Sale abanto y flaquea el tercero; galopa en banderillas, embiste con bondad pero se acaba pronto. Juan del Álamo logra
ligar muletazos de mano baja, muy templados, con torería. Mata con
decisión: amplia petición de oreja, no concedida, y vuelta al ruedo. Ha
demostrado sus cualidades. Aplauden de salida al sexto.
Juan se lo enrosca a la cintura, aprovechando la nobleza de las
embestidas. Mata tendido: oreja. Ha estado bien... pero puede y debe
estar mejor, con un buen toro.
Adame ha dado la vuelta al ruedo, con la oreja, envuelto en
una bandera de su país: en México será una gran alegría que uno de sus
diestros triunfe en Bilbao.
También la corta Juan del Álamo: ha dado un paso más en su carrera
pero, para ser figura, debe apretar más. Excelente impresión causa Paco
Ureña: valor, en el primero; clasicismo, en el cuarto. Me quedo yo con
el recuerdo de una gran corrida de Alcurrucén,
seria y noble, como esta Plaza; sobre todo, con ese quinto, «Empeñado»
(así se llama) en embestir, que ha tenido la hermosa muerte de un toro
bravo.
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