viernes, 19 de septiembre de 2014

Morante borda el toreo casi sin toro en la Feria de Logroño

Corta la única oreja en el mano a mano con Perera ante una floja corrida de Vellosino

Morante borda el toreo casi sin toro en la Feria de Logroño
juan flores
Morante de la Puebla
andrés amorós

Se abre la Feria de Logroño con un cartel atractivo: Perera, triunfador de la temporada, y el artista imprevisible, Morante. Dos estilos opuestos, con el atractivo de la variedad. Morante significa la estética, la gracia, la improvisación, la personalidad; Perera, el mando, el valor, la quietud. Los dos triunfaron aquí hace un año, con la misma ganadería. La falta de fuerzas y casta de los toros del Vellosino limita mucho el lucimiento de los diestros.

Solo Morante, en el quinto, se inventa una faena preciosa y corta una oreja. ¡Lástima que no lo haya hecho con un auténtico toro encastado!

En el primero, noble pero flojo, Morante lancea a media altura, sosteniéndolo; apenas lo pican. El diestro corre la mano con naturalidad y torería, logra estupendos naturales pero pierde el trofeo al pinchar. Devuelto por flojo el tercero, el sobrero embiste muy corto y deslucido. Morante, lógicamente, corta por lo sano. Se aflige al matar.

Y llegó el quinto

Solo le queda el quinto. Como sale muy suelto y no se entrega, recurre a las chicuelinas. Aunque el toro es muy poca cosa, lo brinda al público: inicia con ayudados por alto, cargando la suerte; los intentos de buen toreo se frustran por las caídas de la res; lo va metiendo en la muleta y consigue naturales de categoría, derechazos solemnes, templados, muy lentos, enroscándose el toro a la cintura, que entusiasman al público. Los ayudados para cuadrar al toro rezuman torería. Mata con decisión pero la espada cae baja. Una preciosa faena a un toro casi inexistente.

Al segundo lo cuidan en varas, se luce Perera en reposadas verónicas. Saluda Juan Sierra con los palos. El toro se lesiona la mano al comienzo de la faena. Al cuarto, muy suelto, tampoco lo pican; aún así, se defiende. Manda mucho Perera con muletazos largos, ligados, hasta que la res se raja a tablas: demasiado poco toro para un diestro poderoso. Pincha antes de cobrar una rotunda estocada. Muletea con templanza al apagado sexto, que se desentiende de la muleta.

Buscando un toro noble, que «se deje», desembocamos en esto. Por muy buenos que sean los diestros (y estos dos lo son), con toros de escasa fuerza y casta no podemos vivir una tarde de toros importante. Torear muy bien casi sin toro no puede ser el ideal.

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