viernes, 19 de septiembre de 2014

Morante dice el toreo y Perera lo construye

Sólo una oreja en un mano a mano con más argumento que reseña

M. A. H., Logroño (La Rioja) 

Abría la plaza de toros de Logroño sus puertas al esperado mano a mano entre Morante de la Puebla y Miguel Ángel Perera y esperaban en chiqueros los toros de Vellosino reseñados para cumplir la efemérides.
Anduvo muy inteligente Morante con el primero de la tarde, al que le enjaretó verónicas livianas para no quebrantar, mimó en los primeros tercios y le fue muy a favor en el inicio muletero. Fue breve pero muy intensa la actuación de José Antonio con el animal antes de que se rajase. Fueron tres series de maciza mano izquierda, de asentada planta y ligero compás para girar talón y quedarse colocado, ligar y rubricar la obra. No fue larga la faena de Morante, pero rugió la plaza como si lo fuera. Pinchó antes de la estocada sobre el aviso y escuchó una ovación.

El tercero de corrida fue devuelto por manifiesta invalidez. También de Vellosino era el sobrero, y le embistió sin clase, con la cara natural y el recorrido muy corto en las verónicas del saludo, que se quedaron en livianas por la falta de entrega del animal. No se dio coba con él el sevillano con la muleta, y acertadamente decidió abreviar con un toro sin virtudes.

Con largas genuflexas recibió Morante al quinto, al que le enjaretó después chicuelinas animosas y personales rematadas con una graciosa revolera en un palmo de terreno. Le vio las virtudes José Antonio al animal y supo limarle el gazapeo molesto para dejarle el asiento del natural profundo, medido en las formas para que llegase la ligazón a partir de su propia entrega y de su propia apuesta. Supo esperarle la llegada, dormida muchas veces, costosa en el primer tramo, y componerle los embroques con tremendo encaje para interpretar, con gracia para vaciar y con mucha personalidad para decir el toreo. Disfrutó del toreo Morante en una postrera tanda de mano derecha, de pico abajo, mentón en el pecho y despacioso trazo, deletreado y sentido. Se rebozó el sevillano con la embestida humillada, ajustado, comprometido con la obra y con el muletazo, abandonado a su misterio. Muy derecho se tiró a matar para pasear una oreja del animal.

Muy despacio lanceó Perera la justa calidad del segundo, al que le dejó tres verónicas y media de gran mimo y acusada suavidad. Y tuvo el toro la virtud de arrancar despacio para que le soplara cuatro verónicas y media Perera en el quite, pero poco le duró a Miguel en la muleta, porque se partió una mano cuando se encajaba el extremeño en el templado inicio. Lo mató con dignidad y a esperar al siguiente.

El cuarto no le embistió con claridad en el capote a Perera, que desistió de exigirle y lo lidió por abajo para intentar mantenerle la virtud de la nobleza. Esa fue la que aprovechó en la muleta a base de matemática pura. Preciso para tocar, para colocarse y para recibir la llegada y la revuelta, que no tuvieron clase ni afan, pero que obligó el extremeño a que terminase cada viaje sin un solo enganchón. De macizo asiento fue la impresión de Perera con el desclasado animal, al que pasaportó de pinchazo y estocada.

Con mucha suavidad le ofreció percal Perera al sexto, toro justo en casi todo pero con cierto desliz para apostarle un torero con la precisión del extremeño. Casi perfecto fue el planteamiento de faena de Perera, construyendo mucho para aprovecharle al animal la franqueza en la llegada y tapando mucho defecto de mitad del muletazo hacia adelante a base de que no le tocase jamás el trapo. Compuesto, templado y convencido de la obra Miguel, que supo mantener el nivel cuando el toro se vino a menos y gobernar los viajes cosiendo la obediencia del animal a la flámula. Lo reventó de una estocada y ceró su tarde con una ovación.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros Logroño Arena. Feria de San Mateo, primera de abono. Casi tres cuartos de entrada. Toros de Vellosino. Correctos de presentación y con más defectos que virtudes en general. De noble humillación y pronto rajarse el primero; de humillado genio el segundo; devuelto el tercero por inválido; soso, deslucido y desagradecido el sobrero, tercero bis; noblón y sin clase el pasador cuarto; humillado y con temple el buen quinto; obediente sin clase el deslucido sexto.

Morante de la puebla (nazareno y oro): ovación tras aviso, silencio y oreja.
Miguel Ángel Perera (turquesa y oro): silencio, ovación tras aviso y ovación tras aviso.

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