martes, 23 de septiembre de 2014
Torero de masas y torero de culto
FRAN DOMÍNGUEZ, Logroño
"A mí hay otro que me gusta muchísimo, Diego Urdiales, que también tiene mucho arte. Es un torero que se mide, aunque le ponen en corridas duras". Lo dijo Curro el domingo. Lo reiteró Diego en la tarde de hoy contradiciendo al maestro: fue con una blanda a la que le salió un quinto duro...y los cortes de la vida le hicieron ser justo quien era. Le hicieron ser torero. También Padilla fue quien era y, quizá por eso y no por lote de triunfo, consiguió premio efímero que quedó en la retina de los que, por un día, acudieron a la despedida en La Ribera.
Fue un toro muy exigente el quinto, con la bravura geniuda de los encastados y ante el que Diego anduvo más que firme en un trasteo de poder a poder con muletazos realmente extraordinarios por el derecho. Fue esa la base de su faena, en la que había que tenerlos bien puestos para plantarle cara a uno de Gallardo que pedía constantemente el carnet queel mismo Urdiales se ha ganado ante otro tipo de corridas. Pero llegó la maldición del acero para el riojano, haciendo que el de Arnedo pinchara en tres ocasiones. Su tierra, cariñosa, lo premió con una merecidísima ovación. El segundo fue un toro deslucido, pero con el que se pudo lucir Diego a la verónica. Tras los primeros tercios, cuando el riojano tomó la muleta el de Fuente Ymbro protestaba siempre a la salida del muletazo, saliendo despistado del mismo, por lo que no pudo enroscar Urdiales la faena. Dejó una estocada tendida y un descabello antes de ser silenciado.
Muy entregado anduvo Padilla desde el inicio de la lidia. Lo recibió con dos largas en el tercio, de rodillas, para hilvanarle una faena de principio a fin por ambos pitones. Lo llevó a largo por ambos lados ante un astado con movilidad. Se fue a los medios para acabar con la vida del de Ricardo Gallardo de una estocada que le valió la oreja. Completó su tarde ante el sobrero cuarto de Fuente Ymbro –fue devuelto el titular-, con el que tiró de oficio y entrega para abrir la Puerta Grande de La Ribera que le deja un gran sabor de boca a la afición riojana. Fue un toro encastado con el que dejó varios detalles en el veroniqueo inicial antes de romperse a torear de muleta con el mismo. Lo hizo por ambos lados, especialmente dejando grandes muletazos por el pitón derecho, antes de sacar su propio instinto taurómaco llevándose de su mano a los tendidos logroñeses. El jerezano dejó, de nuevo, una entera que le abrió la Puerta Grande.
Una bonita presencia tenía el tercero, que apretó de salida al capote vallisoletano de Leandro y del mismo modo actuó en el caballo. No sacó la raza que su presencia atisbaba en la franela del castellano, que aprovechó las idas y venidas del toro para cuajar una digna actuación sobre todo por el izquierdo. Hubo algún natural de encaje antes de la estocada entera. Con una ovación con saludos premió La Ribera la labor del torero. Al deslucido y despistado sexto Leandro le robó algún natural de calidad al hilo de tablas, pero no quiso el de Fuente Ymbro pelea en ningún momento de la lidia. Dejó un pinchazo y una media antes del doble golpe de verduguillo que le valió el silencio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Logroño. Feria de San Mateo. Más de media entrada.
Seis toros de Fuente Ymbro, bien presentados y desiguales de juego. Destacó el cuarto.
Juan José Padilla, oreja con fuerte petición de la segunda y oreja.
Diego Urdiales, silencio y ovación con saludos.
Leandro, ovación y silencio tras aviso.
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