José Antonio Martínez Uranga y Manuel Martínez Erice, empresarios de Las Ventas, celebran diez años al frente de la primera plaza del mundo
Capitán general de la primera plaza del mundo, es uno de los últimos estandartes de aquella Fiesta en la que los conflictos «bélicos» se resolvían en la arena y la unión no llevaba ninguna «G» en el título. Ni 10 ni 5. Ha transmitido a su hijo, Manuel Martínez Erice (1964),
los valores de siempre, los imperecederos, los de la seriedad y el
trabajo bien hecho. Les preocupa la situación económica, «que ha
provocado un descenso en más de tres mil abonados desde 2011». Pese a ello, la Feria de Otoño ha mantenido el número de abonos del ciclo isidril y ha registrado «casi llenos», con un fructífero balance en este décimo aniversario.
–¿Se imaginaba que ocuparía el trono venteño durante una década?
–Cuando entras, nunca sabes lo que vas a estar. Yo estoy a gusto.
«Taurodelta se presentará al próximo concurso»
–¿Cuál es la mayor satisfacción?
–Me siento francamente orgulloso de que hayamos dado 650
espectáculos sin una sola incidencia. Todos los sorteos se han celebrado
a su hora y sin ninguna devolución porque un torero no haya venido. Y,
por supuesto, el logro de haber creado el San Isidro más largo de la
historia. Aquí la marca es esa y no ferias de Cultura, de Cela u Ortega y
Gasset. Si don Livinio se lo inventó, nosotros hemos hecho el más
extenso.
«Nunca te imaginas desde fuera lo complicada que es la plaza por dentro»
–¿Cosas por lograr?
–Traer público en verano, con la gente fuera de vacaciones y
tantas ofertas de ocio, es muy difícil. José Luis Lozano dice que en
agosto no te puedes ni morir aquí, porque no hay quien te entierre. Eso
sí, un año más se ha demostrado que esta plaza tiene la potestad de
resucitar a toreros y ponerlos a funcionar, caso de Eugenio de Mora.
–¿Y el capítulo de las novilladas?
–Cuesta mucho traer a los espectadores en un momento en que
no hay parejas tipo Aparicio y Litri. Luego, con el pedazo de toro que
se echa, es muy difícil que los chicos estén bien. Otro problema:
algunos vienen sin apenas torear porque cada vez se dan menos
novilladas, y solo Madrid se mantiene como plaza de temporada. Otro
inconveniente: a veces quieres repetir a uno que ha estado bien y te
topas con la frase: «Hombre, déjeme que rentabilice la vuelta al
ruedo...»
–Las Ventas es la plaza más dura, ¿también en el despacho?
–Yo soy un hombre poco ambicioso, que vivía muy a gusto en
San Sebastián. Cuando nos llamó Ramón Calderón, nos presentamos con
Fidel San Román, que vio que el mundo no era tan bonito y al final
seguimos solos. Nunca sabes por fuera lo complicado que es por dentro.
Tiene muchas cosas, muchas peleas diarias, problemas sindicales, con una
plantilla de 380 fijos discontinuos.
Una carga pesada que te impide realizar muchos proyectos. Por ejemplo,
cuando planteamos con Fandiño lo del tentadero gratis, cancelado luego
por la Proclamación del Rey, los porteros decían que ellos sí
cobraban...
«Sería necesaria una mayor flexibilidad en el pliego»
–Pese a las trabas y la crisis, ¿es la Monumental una plaza rentable?
–Sigue siendo negocio y es una de las pocas que se
defienden. Que no pierdan dinero y ganen se pueden contar Pamplona,
Sevilla y Madrid. Y, ojo, Madrid es la más barata, que por ejemplo
Salamanca afora llena más dinero.
Toma la palabra su hijo Manuel para apuntar otra de las claves: «No olvidemos que nos tocó pasar por las condiciones de un pliego hecho en tiempos de vacas más gordas. Creo que sería necesaria una mayor flexibilidad. No hablo de una bajada de canon, sino que ese dinero redundase en beneficio del espectáculo, en la salud de la plaza y
de su afición, en promociones. El sistema actual, en cuanto a tiempo de
explotación, te limita a la hora de hacer inversiones a largo plazo. Se
podrían llevar a cabo numerosos proyectos».
Entra en escena de nuevo Martínez Uranga: «Lo idóneo sería que diesen la plaza por diez años,
con un apartado en el que se incluya que, en el momento en que se
incumpla el pliego, se rescinde el contrato. Y esto lo hago extensivo a
cualquier plaza de titularidad pública».
«Hay un desfase brutal entre lo que cobran los de arriba y los de abajo»
–Con Warner Music instalaron una cubierta que se desplomó. ¿Se plantean poner otra?
–Se inaugurará una el 2 de noviembre, tipo a las del circo,
en las que se realizarán desde obras de teatro con Luis Álvarez hijo
como promotor, a un ciclo taurino de cine.
Aquella que se quiso poner parecía un prodigio, pero no superó las
pruebas de carga y se cayó. Suele ocurrir cuando intervienen muchos
genios.
–¿Cómo ve el futuro?
–Muy corto. El tendido no puede emocionarse con algunos
toros que están saliendo por ahí. Y las plazas dan pérdidas. ¿Por qué se
unen los empresarios? Porque más vale tres heridos que un muerto. Y ya se conforman con decir: «Hemos salvado».
Pese a un optimismo mayor que el del patriarca, Manuel habla con claridad meridiana: «El mundo del toro es un sector en quiebra».
Asiente con la cabeza Martínez Uranga, antes de poner al
alza su verbo sin medias tintas: «Esta ha sido la época más dura. Vamos a
ser claros: a los ganaderos no se les puede tocar; a las novilladas, tampoco, pero con esa barbaridad de que tenga que haber nueve banderilleros,
los gastos se disparan hasta el punto de que cada vez hay menos, y eso
es muy preocupante. Si no cuidas y matas los pececitos, no hay merluzas;
si no se ruedan los novilleros, a ver de dónde salen nuevos matadores».
–¿Y las figuras?
–Las figuras están ganando más que nunca. En general, van a lo suyo.
–Otrora se decía que los dineros se adaptaban al público que se llevara.
–En muchas ferias no llenan ni toreando juntas. Esos días se pierde dinero en taquilla, porque cobran mucho.
–Aunque se considera tema tabú, los espectadores se preguntan cuándo cobra un torero.
–Siempre hubo mucho recato sobre eso. Hay un desfase brutal
entre los de arriba y los de abajo, que ganan demasiado poco. Si el
público supiese lo que algunas figuras ganan, no las verían con mucho
cariño cuando no están bien.
A pesar de que Martínez Uranga era partidario de no
apoderar, su hijo acaba de sellar un acuerdo con la gran figura de
Francia y protagonista de importantes faenas en este coso, Sebastián Castella, en una ilusionante andadura.
«Para ganar dinero hay que dar la barba en Madrid»
–¿Por qué a veces es tan difícil que las figuras se anuncien varias tardes?
–Si a un torero le garantizaran la temporada sin pasar por
Las Ventas, la mayoría no vendría. Pero para ganar dinero hay que dar la
barba en Madrid.
–¿Seguirá dándola Taurodelta en el próximo concurso?
–Sí, nuestra intención es presentarnos. Madrid, con todo lo
que conlleva, da un prestigio y una satisfacción personal
incomparables. Es a lo máximo que un empresario taurino puede aspirar.
«La supervivencia pasa por la creación de u ente»
Manuel Martínez, respetado y querido entre los
profesionales, contempla con admiración a su padre y se siente «un
privilegiado por tener al mejor maestro, aunque este negocio es el menos heredable del mundo,
o vales o no vales». Atrás quedan esos años 60 en los que Martínez
Uranga, ingeniero de carrera y la tercera generación de una familia de
emprendedores, comenzó a apoderar a Paco Camino.
«La mejor escuela es un coche de cuadrillas, donde se aprende de
verdad», sentencia. Sus anécdotas de aquella época merecen capítulo
aparte. Con la categoría, el respeto y la experiencia de toda una vida
en el toro, ahora le preocupa sobremanera la situación actual.
–¿Alguna solución?
–Creo que la única vía de supervivencia pasa por la
creación de un ente que aglutine a todo el sector y vele por el bien
común de la Fiesta. Pero pasan los años sin hacer nada y sin la unión
necesaria.
¿Se tomará conciencia este invierno y se remará a compás? Soñemos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario