domingo, 9 de noviembre de 2014

Saldívar lo borda al natural

El hidrocálido sacó a relucir su mejor versión con un noble toro

MARCO A. HIERRO, México
Celebraba la Monumental mexicana la tercera corrida de la Temporada Grande con un encierro de Marrón para el mexicano Arturo Macías, el español Alejandro Talavante y el también local Arturo Saldívar. Vendió mucho las saltilleras del quite, ajustadas, casi sin espacio para que pasase el animal, y mejores al principio que en el remate.

Tuvo mucha cadencia el saludo a la verónica de Macías al primero, pero también hubo mucha bondad en la enclasada acometida del cárdeno de Marrón, que remató el hidrocálido con media y brionesa. Muy medido el castigo en varas, con un sólo puyazo. Tanta bondad como feble condición tuvo el toro en la muleta, pero siempre quiso irse detrás de la tela que presentaba con inteligencia un Macías pleno de oficio que supo administrar las alturas desde el principio, variar las manos en medio de la faena y torear a favor del de Marrón para que le sirviese cuanto más mejor. Lástima fue que le faltase la chispa al fijo animal para que llegase la gran obra. Exprimió, aún así, el hidrocálido al animal para que no quedase una brizna de duda ante el trasteo, que concluyó con manoletinas y una estocada a la que el descabello alargó el efecto.

Muy protestado fue el cuarto en el tendido por su escasa presencia, y tampoco su comportamiento, pegajoso y sin entrega en el percal, le sirvió a Macías para brillar con la capa. Con mucha suavidad ejecutó Macías el quite por gaoneras, rematando con una torera larga mirando al tendido. Sobrado de oficio y de solvencia anduvo el mexicano con el torete de Marrón, de cansina y bobalicona embestida, sin celo ni fijeza y sin un mínimo de raza para repetir en las telas. Porfió Macías con el animal, pero no tuvo condición el animal siquiera para que le otorgase el tendido importancia al que estaba en el ruedo.

Dejó correr Talavante al segundo con dos cordobinas genuflexas antes de desmayar la figura tremendamente encajada para dibujar cuatro verónicas y una larga que levantaron al público de los asientos. Un puyazo muy corto el que ordenó el extremeño para quitar después con primoroso toreo de capa, siempre metido en lo que se estaba ejecutando. Muy fuerte fue el golpe que se dio el animal contra el burladero, lo que hizo desistir del brindis a Alejandro y acusar las consecuencias a un animal que humillaba sin la largura ni la boyantía de la salida. Fue la mano izquierda la que usó Talavante para encelar al de Marrón, tirar de la embestida poco a poco y encajarse con mucha pureza para dar profundidad al natural. Pero no sirvió ya el toro, descordado y sin plenitud. Falló, además, con la espada y escuchó silencio.

Volvió a gustarse con el capote un Talavante que saboreó las verónicas cadenciosas con que recogió la humillación del quinto en su salida para abrocharla con una media sencillamente magistral.Pero se paró antes de la cuenta el animal, y de nada sirvió la pureza en el cite, la firmeza en el toque y la compostura en los embroques, porque de nada sirve la gana de torear bien cuando no se arranca el oponente. Desrazado y sin vida el de Marrón, se ocupó de hacer estériles los esfuerzos denodados del extremeño. No estuvo fino tampoco con el acero y en silencio concluyó su labor.

Queriendo salirse de la suerte y descomponiendo los embroques que entregaba Saldívar salió el tercero, toro cárdeno que no le dio a Arturo la misma entrega encajada que recibió. Se le quedó dormida la intención al animal tras el puyazo y tuvo que esperarlo mucho Saldívar en el quite por chicuelinas al que le faltó ligazón por las dudas del toro. Y muy feo fue el estilo de Alfeñique, bruto, áspero y a la defensiva siempre ante la firme disposición de un valeroso Saldívar que no se dejó nada en el tintero. Incluso fue capaz de extraer algún muletazo estimable con la mano derecha sin continuidad por la mala condición del de Marrón.

Saludó Saldívar con chicuelinas la atolondrada salida del sexto, a más en el ajuste hasta rematar con garbosa serpentina. El vibrante inicio de Saldívar, con la pedresina prologando los cambiados por la espalda, a milímetros del terno, sacó a La México del tedio. Pero fue el toreo que llegó después lo que tuvo de verdad profundidad y valor. Fue largo el toreo al natural, templado y de mucho regusto, llevando la arrancada noble detrás de la cadera, enroscándose el natural engolosinado de temple. Le apretó Arturo con lentitud y parsimonia hasta que terminó por rajarse el de Marrón. Una estocada defectuosa remató la actuación del hidrocálido, que cortó una oreja.

FICHA DEL FESTEJO
Monumental Plaza México. Temporada Grande, tercera de abono. Toros de Marrón, justos de presencia. De buena calidad y justa raza el soso primero; descordado el segundo contra el burladero; áspero, bruto y de mal estilo el tercero; consino, bobalicón y escaso de raza y presencia el cuarto; desrazado y sin vida el quinto; noble y enclasado el sexto.

Arturo Macías (sangre de toro y oro): ovación tras aviso y silencio.
Alejandro Talavante (tabaco y oro): silencio y silencio.
Arturo Saldívar (verde botella y oro): silencio tras aviso y dos orejas.

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