Un peruano abre en abril la puerta más importante del toreo con interesante novillada de La Ventana del Puerto

Grande de Madrid el día en que pisaba su ruedo por primera vez. Con una buena novillada de La Ventana del Puerto, que dejó varios toros con opciones y dos buenas actuaciones de Tomás Angulo y David de Miranda.
No tuvo mal aire el primero que quiso seguir las telas pero galopaba destartalado, sin reunión, fuerza, ritmo ni humillación, y al que le pegaron mil capotazos en una lidia desordenada. Sin embargo, servía para estar con él, fajarse e insistir, que alguna embestida regalaba, aunque saliese un punto distraído. De ahí que, de pisar el terreno e intentarlo, Tomás Angulo se llevara una escalofriante voltereta de la que, milagrosamente, salió ileso. Volvió a la cara, mareado, pero ya el novillo echó el freno y solo cabía matarlo por arriba, como bien lo hizo el de Llerena, firmando con el estoconazo una actuación más que digna.


Andrés sabe torear y lo demostró en Madrid, primero poniendo en evidencia su valor con los cambios por la espalda, y después templando con cadencia los derechazos con profundidad y mucho sentido, pues siempre supo la pausa que tuvo que dar, la altura que tuvo que administrar y el toque para provocar sin molestar. Dos series buenas de verdad, hasta que cogió la izquierda y el novillo era otro y tras dos coladas avisoras -y el empeño del novillero que lo quiere todo- vino la fuerte voltereta, de la que salió haciendo la croqueta, pues estaba preparado para el susto, lo tenía en el presupuesto de gastos en Madrid. Volvió a tomar las telas en la mano diestra, para dejar ver ahora a un torero enfibrado, que quiso reconducir a un animal que ahora buscaba hacer presa, y con base en colocación y la muleta siempre puesta, consiguió robar algún muletazo más antes de la fulminante estocada pusiera en sus manos un justo trofeo.

Se empleó con ímpetu en el caballo el alto quinto y hasta ahí llegó, pues la calidad que pudo Apuntar de salida, se vio condicionada por las quebrantadas fuerzas que le hicieron inválido para el resto de la faena. Por eso Roca Rey optó por rematar por arriba su quite, y David de Miranda tuvo que limitar su quehacer al mimo y la caricia a media altura, con muchas pausas que hicieron que el novillo se recuperara un poco, mientras el tendido se desconectaba de una labor sin transmisión. Aprobado para el novillero y suspenso para los pocos asistentes que prefirieron protestar a valorar el mérito de una labor a favor del novillo.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Segunda novillada del mes de abril. Un cuarto de plaza en tarde agradable.
Novillos de La Ventana del Puerto, parejos de conformación y de seria presencia, 1º con buena intención, pero de descompuestos andares; 2º sin clase ni recorrido; 3º con calidad por el derecho; 4º bravo y con calidad, también mejor por la diestra; 5º inválido; y un sobrero de José María López (6º, sustituto del devuelto por descoordinado del hierro titular), correcto de hechuras y serio en su presencia, con transmisión y poco recorrido.
Tomás Angulo (azul marino y oro): Ovación con petición y vuelta.
David de Miranda (azul rey y oro): Ovación con petición y palmas.
Andrés Roca Rey (celeste y oro): Oreja y oreja tras aviso.
Parte médico de Andrés Roca Rey: Tres heridas por asta de toro una en cara posterior tercio medio muslo derecho de 5cm que afecta aponeurosis de músculos isquiotibiales, otra en el tercio superior de la cara externa de la pierna izquierda de 3 cm, que afecta a la piel y al tejido celular subcutáneo. Y una tercera que produce desgarro en escroto y pene. Contusiones y erosiones múltiples.
Es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros, pasando a cargo de La Fraternidad al Hospital San Francisco de Asís.
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