Toros de Domingo Hernández y Garcigrande, de bonita de presentación pero escasos de todo, sin cumplir con las espectativas previstas.
Morante de la Puebla, palmas, silencio y bronca.
El Juli, palmas, oreja y dos orejas.
La plaza se llenó en tarde de viento molesto.
Frente al primero de su lote, un toro bonito y muy vivo de salida, Morante lo bordó con el capote, primero en el recibo a la verónica y después en un quite de embrujo marca de la casa.
El toro se metía un punto por dentro por el derecho, y fue
por el otro pitón por donde Morante cuajó los mejores muletazos dentro
de una faena sin continuidad.
Volvió a coger la derecha para tratar de aprovechar la inercia del
toro, que se deslizó en una tanda, pero después de un parón se lo echó a
los lomos, afortunadamente sin calarlo.
Algo maltrecho, Morante apuró las embestidas por el izquierdo, dejando muletazos hondos y enganchados muy adelante, pero otra vez sin ligazón.
El Garcigrande
colorado que hizo tercero tuvo una salida fría y nunca se calentó.
Obedeció por ambos pitones pero no tuvo finales en las embestidas.
Morante lo intentó a pesar de una colada por el derecho, porfió a su
manera por el lado izquierdo, apurando así todas las posibilidades.
El colorado que hizo quinto embistió con codicia de salida y Morante le recetó un recibo largo y ceñido que levantó clamores. Fue bravo en el caballo el de Domingo Hernández y apretó bastante en el quite que hizo el sobresaliente Morenito de Nimes. También apretó en banderillas.
No le gustó a Morante el comportamiento del astado, así que
se dobló brevemente con él antes de irse a por la espada, escuchando
una sonora bronca.
El primero de Juli
tuvo muchos pies de salida y, aunque un pelín bruto en sus embestidas,
tomó muy bien el capote por el lado izquierdo, sobre el cual El Juli
dibujo unos lances muy templados y reunidos.
Fue bravo en el caballo, y después de brindar al público,
El Juli lo tanteó por abajo. Bajó de tono el de Domingo Hernández, que embistió humillado pero
sin romper del todo por el derecho. Cogió la mano izquierda el torero
sin conseguir nada del otro mundo; y cuando volvió otra vez al otro
pitón el pescado estaba ya vendido. Juli tuvo que matar en tablas, lo
que hizo en dos tiempos.
El cuarto, de Garcigrande, muy cortito y bonito de cara, salió abanto y sin fijeza, pero empujó bien en dos varas.
Se vino galopando desde las tablas hasta el centro del
platillo donde Juli le ligó dos tandas por la derecha, creciéndose el
toro y templándolo el torero. La tercera fue mejor aunque el toro empezara a gazapear hasta que acabara rajándose.
Juli apostó por obligarle más en terreno de cercanías y
levantó clamores en tres sesiones de toreo contrario muy reunido. Quizás
la cuarta tanda sobró por desentenderse el toro más de la cuenta.
El último tuvo buen son pero careció de fondo. En el centro
del ruedo Juli le dio todas las ventajas, consiguió encelarlo y acabo
construyendo una faena de madurez. Mató de un estoconazo algo trasero
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