sábado, 27 de junio de 2015

Ovación para Manzanares en el quinto de Cuvillo

Toros de Núñez del Cuvillo para José Antonio 'Morante de la Puebla', José María Manzanares y David Galván

 Ovación para Manzanares en el quinto de Cuvillo
EMILIO TRIGO

Un cartel de campanillas era el que presentaba la ciudad de Algeciras para la última corrida de su Feria Real. Paseaban ante toros de Núñez del Cuvillo José Antonio "Morante de la Puebla", José María Manzanares y David Galván.


Morante recibió al abreplaza con algún lance personal de buena ejecución. Fue lo único destacado artísticamente puesto que lo demás en conjunto resultó una porfía. Quiso el sevillano ante un animal sin clase y de corto recorrido que no decía nada en su embestida. Toro que se empleó en varas pero que no fue castigado en exceso. Se negó y punto. Con la muleta Morante se justificó una y otra vez pero su esfuerzo no sirvió para nada, salvo para demostrar sus ganas. Mal con la espada. Silencio tras aviso.

 José Mª Manzanares recetó a su primer oponente unas verónicas de gran empaque. El Cuvillo salió justo de fuerzas pero con clase. El alicantino se llevó una espeluznante voltereta tras una colada durante la lidia, afortunadamente sin consecuencias. A este, se picó lo justo. La cuadrilla de a pie de dulce, Rafael Rosa y Luis Blázquez saludaron y Curro Javier destacó en la brega. Manzanares cortó una oreja al buen tercero. Su labor estuvo llena de elegancia y temple. Llevó al notable Cuvillo con extremada suavidad y dosificando sin querer apretar a destiempo. Avanzada la faena le exigió respondiendo el atado con fijeza y entrega. Por ambos pitones hubo torero "made in alicante". Con la espada fue un cañón.

La actuación de David Galván ante el tercero ha sido de gran madurez. Un joven torero que ofreció una enorme dimensión en capacidad, valor y regusto. A todo esto, se le suma la inteligencia para estructurar una faena en la que consistió a un toro que tuvo muchas teclas y que le instrumento la técnica necesaria para hacer creer que era mejor de lo que resultó. Antes, lo recibió a pies juntos con una racimo de verónicas que llegó hasta la boca de riego. Una clara intención de declaraciones que altísimo nivel. Lo dejó enterito en el caballo y le cuajó un quite de frente por detrás con el capote a la espalda de tremenda exposición. El Cuvillo sacó carácter pero David lo ahormó convenciendo a su oponente. Su labor muleteril que brindó al respetable tuvo el suficiente poso de un torero de alta madurez. Descendió mucha seguridad metido literalmente entre pitones poniendo en liza una raza titánica. A todo este compendio de virtudes sumó una muñecas de dulce con varios naturales que rompen cualquier molde. Sensacional la mano izquierda tirando del toro y haciéndolo todo el gaditano. Con la derecha, firmeza y tandas ligadas con la pausa necesarias para no agotar a su primero. Espadas o tras bernadinas muy apretadas. Y todo esto sin enterarse la directora de la música.

 Dos orejas de torero cuajado.

El sevillano pasó de la bronca a la petición de oreja. Cambió el sentir del respetable a base de actitud y exquisiteces de su torero. Todo se inició con un astas o que pareció tener un defecto en la vista, lo que aprovechó Morante para ordenar a su cuadrilla a que recogiera al toro. Después lo brindó por sorpresa a unos partidarios que lucían una pancarta. A partir de ahí, dibujó el toreo a cámara lenta con la diestra en la misma boca de riego. Con la izquierda el asado lo tenía marcado en todo momento.

 Ofreció un toreo de otra época con recursos y torería llenas de genialidad. Pinchazo y estocada que provocó el júbilo pero el presidente desestimó la mayoritaria petición. Ovación con saludos.

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