sábado, 27 de junio de 2015

SORIA Martín Escudero se doctora con puerta grande

Se lidiaron toros de La Palmosilla para Sebastián Castella, que cortó una oreja y fue feamente volteado, y Miguel Ángel Perera, que fue ovacionado

 Martín Escudero se doctora con puerta grande
MARCO A. HIERRO

Tomaba la alternativa David Martín Esccudero en plena Feria de Soria con el cartel de relumbrón del serial junto a Castella y Perera. En la plaza, tres cuartos de entrada rozaban los tendidos castellanos.
Bajo, reunido y bien hecho el toro de la ceremonia, humilló y repitió con son en las verónicas de Escudero, limpias y suaves, ganando siempre el paso hacia los medios y rematando con garbo media.

 Dejó David que se chocarse el animal contra la tela en los estatuarios del inicio para azuzarle el celo y luego se lo llevó a los medios para darle distancia y buscarle la inercia al fuelle escaso. Le duró poco, porque la falta de ritmo por el pitón izquierdo le obligó a buscarle los naturales de uno en uno, con calidad y sentido. Dos series le duró antes de quedarse en el embroque y rajarse a la salida. Le aguantó Escudero los parones hasta llevarse una voltereta en uno de ellos. Lo mató de certera estocada y vio como le denegadas una oreja pedida mayoritariamente. Vuelta al ruedo.

Devuelto por flojo fue el segundo de La Palmosilla, saliendo en su lugar un castaño escurrido y protestón que nunca se entregó a las telas del francés. Porfión Castella desde el inicio en el estribo sin enmendarse, no encontró el ritmo ni la inercia que buscaba para un animal que reponía antes incluso de pasar del embroque. Se atascó con la espada ante un toro muy entero y escuchó silencio tras aviso.

Tenía voluntad de galopar el ensabanado tercero, pero muy poco espíritu para aguantar esa exigencia en el capote que manejó Perera con mucha soltura. Le corrió para atrás con inteligencia antes de iniciar el trasteo y le dio después distancia y mimo para apuntalar una calidad que no se mantenía en pie. Lo embarcó Perera en el vuelo con la chota y a base de líneas consiguió que le soportara la exigencia mínima de las series. Templado y muy preciso en la media altura, tiró de matemática para que no desfallecer una faena de calidad sin poder. Ni una vez le tocó el trapo el enclasado animal al extremeño, que terminó entre pitones para rubricar la obra. Un pinchazo hondo y el descabello no valieron para tocar pelo.

Con el cambiado en los medios inició Castella, pero lo zancadilleó el toro al pasar y en el suelo le propinó el toro una paliza. Distancia le dio el francés, pero embestía largo al llegar, protestando en el segundo muletazo y muy por dentro en el tercero, exigiendo mucha precisión en los toques. Se la dio el galo, siempre muy metido, muy largo al natural, buscando el martinete para rematar por el mismo pitón. Más encimista con la diestra para no dejarle pensar al animal, fue precisamente por la senda de la zurda por donde llegaron los mejores pasajes. Final por circulares en los medios y de muletazos sueltos ganando siempre la posición, a este sí lo mató por derecho para cortarle una oreja.

Al quinto le faltó fijeza en el capote de Perera, pero no en el caballo, al que campaneó con facilidad. Muy suave fue el inicio de Perera, empujando a media altura al animal hasta llegar a los medios. Poco a poco, sin prisa, fue Perera exigiendo un poco más; en el recorrido primero y en la altura después, pero no terminó de afianzarse el toro hasta que se echó la muleta a la zurda, por donde se entregaba menos. Sí llegaron, sin embargo, naturales de profundidad que quiso el de La Palmosilla que murieran con el testuz en el destaquillador. Mucha seguridad en el final del extremeño entre pitones, dejando llegar los bellos a la taleguilla. Una estocada trasera precedió a una ovación.

Conquistada y decisión le meció las muñecas a la verónica al sexto, el más serio de la corrida de La Palmosilla pero también con el fuelle al límite. Y así llegó a la muleta, queriendo más que pudiendo en las líneas que proponía Escudero. La echó con contundencia el chaval para enganchar todo lo adelante que fuera posible, pero a la respuesta humillada del toro no le seguía repetición emocionante. Quiso dársela David en dos derechazos de profundidad por abajo que afligieron al animal. Pero aún pudo dibujar naturales con quietud, sentimiento y gusto, buscando más el temple del trazo terso que la repetición. Fue todo proponer el toreo como él lo entiende. También el toreo a diestras y a pies juntos con el que quiso dibujar despacio, con mucha serenidad y sin una concesión al tendido. Un final por ajustadas manoletinas y una estocada en la yema propiciaron las dos oreja.


FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Soria. Tercera de Feria. Corrida de toros. 

Seis toros de La Palmosilla.

Sebastián Castella, de marino y oro, silencio y oreja. 
Miguel Ángel Perera, de ciruela y oro, silencio y ovación.
David Martín Escudero, de sangre de toro y oro, que tomaba la alternativa, vuelta al ruedo y dos orejas

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