jueves, 9 de julio de 2015

El Rejoneo Profesional

CAPÍTULO VI

“Un torero no es un payaso, ni un actor bufo y mucho menos lo es un caballero tauromáquico, porque estos representan a los antiguos caballeros, que por su origen, deben asumir la responsabilidad moral que les corresponde”
                                                                                                Fernando Sommer D’ Andrade
Publicado por: Hassan González Sosa
Autor: Don José Santos Alonso
Es Imprescindible que sea conocida, entendida y asimilada por todo aquel que presencie una corrida de rejoneo la manera legítima de torear a caballo y que tenga claro que el rejoneo genuino, el que se ciñe a las normas, entraña toda una técnica, tanto ecuestre como tauromáquica, ambas de primordial importancia, que solo se logran con un sistemático y meticuloso entrenamiento que únicamente es adquirido por profesionales, es decir por quienes se dedican de tiempo completo al rejoneo, por otro lado el toreo a caballo entraña una mística de honestidad que es indispensable para los rejoneadores y que rige su comportamiento dentro de su profesión. En cambio “El rejoneo improvisado” (así entre comillas), no es más que el usurpamiento de una profesión, un grotesco juego de malos aficionados con deseos de sentirse admirados y que con el afán de sobresalir no hacen más que el ridículo, porque no basta ser un señorito adinerado o un iluso que tenga y mantenga cierto número de caballos, sin dominio sobre sus monturas y sin idea de la lidia, para asumir la responsabilidad de un rejoneador profesional, lo que no es cosa de juego, ni de aficionados, ya que salir a una plaza con caballos sin control y sin adiestramiento a fondo, pasando a la trágala, sorprendiendo a los toros sin dejarse ver, sin plantear las suertes, sin templar, ni torear, sin ligar las suertes y amparándose en las tablas sistemáticamente, para terminar la lidia matando a mansalva o por medio de un sobresaliente. (Torero de a pie del que se sirven algunos rejoneadores para que maten sus toros en caso que ellos no sean capaces de hacerlo). Definitivamente es un fraude.

En contrapunto, el rejoneo de verdad es el que se hace siguiendo las normas del buen torear, es decir, mandando sobre las cabalgaduras, colocando los toros, dejándose ver de estos, caminándoles, aguantando hasta llegarles a la distancia para hacerles embestir y poder consumar las suertes rematándolas para demostrar el mando, tanto sobre el caballo como sobre el toro, así de sencillo, pero al mismo tiempo así de complicado, complicadísimo para un caballerete que no pueda con los caballos, que no entienda a los toros o que flaquee delante de estos.

Hay la misma diferencia entre un rejoneador profesional y un “clava fierros”, que la que hay entre un matador profesional y un aficionado práctico. Por lo que para que el rejoneo alcance el nivel profesional que merece, el público debe por respeto a los valores de la fiesta, exigir calidad y profesionalismo en los rejoneadores y rechazar a los improvisados y a los ventajosos.

En esta cruzada por la dignificación del rejoneo, que es la raíz de la tauromaquia, los medios de comunicación tienen una responsabilidad que deben asumir, siempre y cuando estén dispuestos a orientar al público anteponiendo la verdad al interés mezquino, simplemente poniendo a cada cual en su lugar y dejar de lado favoritismos.

Puede parecer intrascendente programar a un “clava fierros” , es decir a un aficionado en un cartel, sin embargo estos usurpadores hacen mucho daño al rejoneo, así como las empresas que los contratan, que con la falsa esperanza de ahorrarse unos pesos, porque es el caso que estos improvisados personajes o regalan el toro que van a “lidia” o no cobran sueldo o se contratan por “cuartilla” y los resultados, que aparentemente son beneficiosos resultan contraproducentes, ya que el ambicionado ahorro se va al traste por el deprimente espectáculo  de los maletas sin oficio, que más pronto que tarde alejan al público de las plazas, lo que ocasiona pérdidas a las empresas y desprestigio al rejoneo y a los rejoneadores, a todo parejos.

Creo que es tiempo que las empresas se profesionalicen y se convenzan que la fiesta es para PROFESIONALES y solo ellos pueden aportar dividendos, también deben entender que montar una corrida barata, con toros de procedencia dudosa o toreros mediocres solo puede resultar en una pachanga que menoscaba el espectáculo y deteriora la fiesta, porque una corrida sin calidad es aburrida y grotesca.

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