jueves, 9 de julio de 2015

FERIA DE SAN FERMÍN: Orejas para Castella y Fandiño como tapadera


A don Victoriano del Río se le entregaron por la mañana los premios Carriquiri y Feria del Toro de 2014, pleno que conquistó tal día como hoy (por ayer) de hace un año. No hubo un resquicio para la duda en el jurado de la Casa de Misericordia, si mal no recuerdo. Un cuadro de categoría, firmado por Ignacio Cía, se le regaló como rúbrica del reconocimiento. Al ganadero, en vez de estar contento, feliz y agradecido, se le notaba nervioso por los fiascos consecutivos de Madrid. Normal.

Horas después un toro castaño, chorreado en verdugo y testa de uro, rasgaba el cielo con sus alirados pitones de vaca vieja. Una armada imponente sin la potencia de fuego de la musculatura de un cuerpo huesudo sacudido de carnes. Las fuerzas trémulas en el capote suave de Sebastián Castella. Nada en el caballo. Fandiño enredó con un quite de tafallera, medio farol, gaonera, caleserina... La brega de Chacón entre algodones. Seda de la ruta de Oriente. La clase de la embestida presentida con alfileres.

Castella marchó a la boca de riego. Un brindis al sol y a la sombra con el toro en tablas a su bola. Recogió la montera el francés y provocó la arrancada. Los pases pendulares se sucedieron, el segundo de ellos en un ¡ay! El elegante galo trazó a pulso los derechazos, templadísimo en series de finos pinceles. Un cambio de mano por la espalda, un molinete zurdo, el de pecho como despedida antes de presentar la izquierda. Como a un escritor de calidad pero de aliento corto, al toro le pesaba su amplio esqueleto, los cuernos de la luna. SC anduvo listo para plantear el natural de uno en uno, espaciado, asentado... En los broches se sucedían los adornos, a veces tantos que se cortaban las ovaciones. Entre los pitones apuró Castella, las distancias absorbidas por el cuerpo del torero, que le daba la vuelta al pasodoble en las manoletinas. Una estocada en todo lo alto, como si se hundiera en mantequilla el acero, potenció la oreja que se intuía por el trabajo de muñeca y yemas.
El contraste de Iván Fandiño, a continuación, con un toro flacón, veleto, castaño y listón, chato y de finos cabos, también de contado poder y buena intención, se hacía duro. Como la diferencia que puede haber entre Charles Aznavour y Estopa. Fandiño, que había medido al enemigo en el peto, prologó faena con una triada de cambiados por la espalda mirando a tablas que intercaló con unos muletazos con el reverso de la muleta. Recuerdos de capeas y talanqueras. De grueso trazo los derechazos que se sucedían ortopédicamente ligados en frondosas tandas de cinco y seis. Tres series así, un molinete por allá, y uno de pecho por acá. Por el izquierdo también cameló coles el pupilo de Victoriano del Río con el matador de Orduña, al que hace tiempo que se le ha ido el punto. De rodillas y por manoletinas el arrebato último antes de atacar la suerte suprema con rectitud. De efecto retardado la estocada un punto tendida. Y la oreja que caía al esportón, que falta hace.

La corrida del premiado ganadero de Guadalix creció en remate, todavía más en portentosas testas, más cuernos que en un barco vikingo, pero no alumbró ningún toro como aquel 'Español' de 2014 que cautivó Pamplona ni por asomo. Ni tan siquiera como los dos anteriores que ya hubiera sido un consuelo así todos. Alejandro Talavante no olió la calidad de sus compañeros. El apretado y negro tercero sacó una movilidad sin empleo ni humillación. Pasaba simplemente, peor por el izquierdo. Talavante abrevió como tampoco se dio coba de más con un sexto imponente que se acobardó en sus 600 kilos desde el minuto uno en la muleta. Más de lo mismo había sido el quinto, de despampanante cuerna, abierta como los brazos de Kobe Bryant en zona, que se defendió por alto ante un Fandiño que ya se lo vio venir en la apertura de faena. Tampoco salió el toro de las rayas e Iván trasteó hasta plantarse con un desplante a cuerpo limpio. Castella se había plantado en los medios con el fuerte cuarto de Toros de Cortés, que atacó sin clase, bruto y en falso para desentenderse después.

A las 20:45 se entendía el nerviosismo previo de Victoriano del Río, que partió hacia la serranía madrileña con los premios de 2014, el vago consuelo de los toros que en los albores se prestaron para salvaguardar el honor de la divisa y las orejas de Castella y Fandiño como tapadera.

FICHA DEL FESTEJO

  • Monumental de Pamplona. Jueves, 9 de julio de 2015. Quinta de feria. Toros de Victoriano del Río y uno de Toros de Cortés (4º), todos cinqueños, muy serios por delante y tremendamente armados; 1º y 2º más sacudidos de carnes embistieron con contado poder, con calidad uno y buena intención el otro; rematado y hondo un 3º con movilidad sin empleo ni clase; bruto y a menos el fuerte 4º que se rajó; despampanante un 5º parado y a la defensiva; acobardado en tablas el descomunal 6º. 
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  • Sebastián Castella, de sangre de toro y oro. Gran estocada. Aviso (oreja). En el cuarto, metisaca, pinchazo y descabello. Aviso (silencio). 
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  • Iván Fandiño, de champán y oro. Estocada un punto tendida. Aviso (oreja). En el quinto, estocada atravesada que hace guardia y cuatro descabellos (silencio). 
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  • Alejandro Talavante, de azul pavo y oro. Pinchazo, estocada pasada y tendida y tres descabellos. Aviso (silencio). En el sexto, pinchazo al hilo de las tablas y se echa (silencio).

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