Lunero de Sinkeuel
A Manuel Rodríguez "Manolete",
por desgracia, solo he podido verlo torear por vídeos y fotos. Pero su
figura, para mí, es colosal porque su desgraciada muerte, (como la de
todos los toreros y subalternos de la historia), supuso un sacrificio
para engrandecer la Tauromaquia. La comparanza con Cristo muerto viene
porque, también la muerte de este fue un "regalo" para los creyentes,
renunció a su divinidad para hacerse humano, hombre y cuerpo. Manuel,
como el resto de los toreros, renunció ser hombre para hacerse divino y
volvió a renunciar un 28 de agosto de 1947 en Linares, para hacerse
hombre.
El cuadro de Andrea Mantegna muestra a un hombre pálido, un cadáver con heridas, un Dios que ha muerto, la impresión que causa sin embargo la de Manolete, es por lo que significa, por la herida que dejó en el Toreo.
La
muerte del torero cordobés es de las que se puede decir que hace ver al
resto sociedad que la Tauromaquia tiene sentido. El torero lo es porque
se enfrenta a ella con pasión y nosotros, los aficionados, la sentimos
como propia porque, rayando lo grotesco, aceptamos que en cada tarde de
toros puede suceder en cualquier momento, y el triunfo además de
artístico al finalizar una corrida, reside en haber sorteado esa muerte
impresa en los pitones de un toro.
Volviendo y para terminar, las fotografías de Manolete me
hacen sentir interiormente, estar ante un hombre para el que torear era
una forma de padecer, en el sentido sagrado que da este verbo. Sus ojos
tristes, me muestran una gran resignación ante ese "padecimiento"
sabedor que el toro es su modo de vida y que su muerte, si es que llega
en algún momento, daría sentido a la Tauromaquia y Gloria eterna a él: Manuel Rodriguez "Manolete".
Manolete y el Cristo Muerto de Andrea Mantegna, 1480. |
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