Se la juega de verdad y corta una oreja de ley en el cierre de feria

efe
Manuel Escribano arriesgó una barbaridad en banderillas
andrés amorós
Manuel Escribano
recibe al primero a portagayola. El tercer par de banderillas es
impresionante: al quiebro, en tablas, a punto de ser corneado. Me ha
recordado las fotografías del famoso par «de la mariposa»,
de Ignacio Sánchez Mejías. (No tiene que ver con el lance de Marcial
Lalanda. Recibió este nombre por el riesgo de quedar clavado, como ese
animalito). En la muleta, el toro embiste templado pero dura poco.
Manuel está muy tranquilo y logra una buena estocada: oreja.
El cuarto, con 645 kilos (el de más peso de la Feria) parece flaco. Vuelve a estar tremendo en banderillas:
en el segundo par, se ha de apoyar en el testuz, para salir; en el
tercero, quiebra, al violín, y sale regateando. En la muleta, el toro va
largo pero vuelve rapidísimo. Con inteligencia, además de gran valor, le da sitio, logra muletazos, uno a uno, en una pelea emocionante. La espada le priva del trofeo y la salida en hombros.
El segundo es pronto, encastado, tiene cierta nobleza. Luis Bolívar se muestra firme, le da la lidia adecuada pero tarda en matar. El quinto es un torazo, cinqueño, que impresiona. De un pitonazo, atraviesa el burladero como
si fuese mantequilla. En la muleta, no se entrega. Luis lidia con
oficio, en un trasteo digno, sin brillo, y mata con habilidad.
Pinta espectacular
Salvador Cortés,
de ilustre dinastía, ha toreado poco y eso, con Miuras, se nota. El
tercero, de pinta espectacular, tiene una salida típica de la casa, con
la cara por las nubes, asomándose por encima de las tablas. En la
muleta, se queda corto, pega algún tornillazo,
no le deja estar. Tiene graves problemas para matar, se queda a un paso
del tercer aviso. En el último, incierto al comienzo pero que va a
mejor, hace el esfuerzo, con muletazos cambiados y naturales
voluntariosos, pero vuelve a pasar apuros, con la espada.
Aunque la corrida no ha salido mala, estos toros exigen estar en plena forma: Manuel Escribano lo está. Su entrega absoluta,
toda la tarde, ha causado auténtica impresión. Con ese recuerdo nos
quedamos, al final, cuando las peñas bajan a la arena. Dentro de tres
horas, escucharemos el «¡Pobre de mí!». ¡Hasta el año que viene!
Postdata. Se
suceden los ataques contra la Fiesta y, como respuesta, los
profesionales... hacen el paseíllo sin montera: algo perfectamente
inútil. La única solución la hemos señalado muchas veces: que se unan
los ganaderos, los empresarios y los toreros (incluidas, por supuesto,
las primeras figuras) en una organización profesional única, que tenga
medios económicos suficientes, abogados y un equipo de comunicación, con
un portavoz, para responder a los ataques, todos los días que se
produzcan (es decir, todos los días). ¿No son capaces de hacerlo? Me
temo que no. Pues que sigan sin ponerse la montera... El panorama es
demasiado negro; por cierto, no sólo en los toros: para la libertad.
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