El maestro de Chiva será el primero en pisar mañana el ruedo en la vuelta de la Fiesta a San Sebastián, acompañado por Manzanares y López Simón, que sustituye a Paquirri
salvador sas
ANDRÉS AMORÓS
El viejo y entrañable Chofre fue uno de los grandes centros del mundo taurino durante setenta años, de 1903 a 1973. Veinticinco años después, el 11 de agosto de 1998, se inauguró Illumbe,
con este cartel: toros de Torrestrella, propiedad de Álvaro Domecq,
para José María Manzanares (padre), Enrique Ponce y Francisco Rivera
Ordóñez. Este 13 de agosto, se había buscado casi repetir el cartel:
toros de la misma ganadería para Ponce, Rivera Ordóñez –que no podrá torear por la grave cornada en Huesca y será sustituido por López Simón, la gran sensación de la temporada– y José María Manzanares hijo.
Hablamos con Ponce de sus recuerdos de aquella primera
tarde de Illumbe, hace ya 17 años: «Fue muy especial para todo el toreo.
Se cumplía así el sueño de Manolo Chopera:
San Sebastián volvía a tener Plaza de Toros. Recuerdo que me vestí en
el hotel Cristina y que pasé casi todo el día hablando con el maestro
Manzanares. Todavía no se había colocado la cubierta. Tuve suerte porque
corté la primera oreja de la nueva Plaza, en mi primer toro, que le
brindé a Chopera, y dos más, en el otro, así que fui también el primer
diestro que abrió la nueva puerta grande».
–¿Qué sientes al volver a torear en Illumbe?
–Después de dos años de incomprensible veto por parte del
Ayuntamiento de Bildu, una especie de Inquisición, va a ser un día muy
especial. Ahora, me va a tocar a mí abrir un cartel que se parece mucho
al de la inauguración. Echaremos de menos, esa tarde, a don Álvaro
Domecq, al maestro Manzanares, sustituido por su hijo, y a Francisco, al
que deseo se recupere pronto del percance. Recuperar Ilumbe significa
dar la adecuada respuesta a la sinrazón, que impide la libertad. Hay que
agradecer la lucha tenaz de la familia Chopera; también, por supuesto,
la presencia de Don Juan Carlos, que, una vez más, apoya esta Fiesta
española. Me alegra mucho que toda España pueda presenciar el
acontecimiento, por televisión. Dentro del coso habrá miles de
aficionados, venidos de toda España; fuera, solamente cuatro
antitaurinos...
–También se ha cerrado el Coliseo de La Coruña.
–Es otro absurdo disparate, con una feria ya montada y una
afición excelente. ¿Por qué impedir que la gente acuda a un espectáculo
legal y que forma parte de nuestro patrimonio cultural? Algunos
políticos no respetan a nadie. Espero que el empresario recurra la
decisión y que los tribunales le den la razón.
–Has toreado en Pontevedra.
–A todos nos encanta actuar allí porque el ambiente es muy
grato, con una afición cariñosísima. Taurinamente, Galicia no puede
compararse con Andalucía, por ejemplo, pero La Coruña y Pontevedra son
dos grandes Plazas.
–Tu
temporada está siendo una de las mejores de toda tu carrera, por la
regularidad en los triunfos (más trofeos que corridas toreadas) y la
sucesión de grandes faenas. Con 25 años de alternativa, es un caso
realmente único.
–Sin falsa modestia, creo que así es. Por ejemplo, en El
Puerto, hace muy poco, ha sido una de las veces que he toreado más
despacio... La regularidad ha venido por la espada, que otras veces, me
ha impedido cortar trofeos. Me parece que ahora lo he corregido porque
me he preocupado mucho de entrenar esa suerte, de corregir defectos. No
era cuestión de distancias ni de que no entrara derecho, sino que he
mejorado en la coordinación de movimientos; lo que, en el golf, se
llamaría el «swing».
–¿Cómo se puede mejorar, con cinco lustros de alternativa?
–Busco perfeccionarme en todo, incluida la suerte suprema.
Para eso, hace falta una dosis de humildad, además de afición,
ilusión...
–También ha habido algún punto oscuro, como tu ausencia de algunas Plazas.
–Algunas veces, no llegas a un acuerdo: eso es normal, ha
sucedido toda la vida. Pero hay algún caso especial. Me dolió no torear
en Córdoba: me considero medio cordobés; cordobesa es Paloma, mi mujer;
allí, salgo en una cofradía... También me ha dolido no ir a la Feria de
Málaga: si hay alguna Plaza en la que tengo que estar, Málaga es una de
ellas. Triunfé allí el año pasado, he ganado cinco capotes de paseo...
Me llamaron sólo tres días antes de dar los carteles, sin dejarme
elección. Busqué una solución, pasando a otro cartel, pero la empresa me
dijo que, si no iba yo en uno, los otros dos diestros se quitaban. (De
hecho, al no ir yo, han llamado a un rejoneador). Me pareció una gran
falta de respeto, algo que no debía aceptar.
–Tú no has puesto pegas nunca a torear con ningún compañero.
–Nunca, siempre que se respete lo que yo creo que es mi categoría.
–Una
cumbre de la temporada van a ser tus dos tardes de Bilbao: el 26, con
Morante y Manzanares; al día siguiente, con El Juli y Perera. Dos duelos
en la cumbre...
–Para mí, Bilbao es un caso único: he toreado 62 tardes y
creo que me quieren como a ninguno. Es la Plaza que ha significado más
en mi trayectoria. Con 25 años de alternativa, ir dos tardes a una Plaza
tan exigente tiene algún mérito. Alternaré con grandes figuras, como
siempre he hecho: yo he ido siempre a lo mío, sin poner pegas a nadie...
–¿Cómo será tu final de temporada?
–Voy a ir a Gijón, Palencia, Valladolid, Linares... Espero
acabar en Zaragoza, como era lo clásico: torear desde la Magdalena al
Pilar.
–Y, enseguida, América.
–Sí, espero hacer una temporada: me gustaría poder torear
en Bogotá, si vuelve allí la normalidad, y en Manizales; luego,
México...
–¿Cómo llevas el gran esfuerzo que supone agosto para una figura del toreo?
–He llegado a torear 33 corridas, en ese mes: más de una,
al día. Pesan los viajes, los cambios en la alimentación... Para mí, ha
solido ser muy buen mes. Ahora, con la disminución en el número de
festejos, resulta más llevadero. De todos modos, torearé, en agosto, una
docena de corridas; en la temporada española, van a ser unas cuarenta:
es lo que ahora prefiero, para estar algo de tiempo con mi mujer y mis
hijas.
–Al margen de los trofeos, ¿cómo definirías tu evolución artística?
–Siempre he buscado torear con calidad, con sentimiento,
con belleza: despacito, con compás, acariciando la embestida del toro;
si es posible, ralentizarla. Busco la naturalidad, sin afectación ni
retorcimiento. Algunos lo han definido como una estética mediterránea...
–Primero
se habló de tu inteligencia, tu difícil facilidad; luego, del valor que
eso supone; ahora, se está comentando tu ambición...
–Es el deseo de ir acercándose, cada día más, a la
imposible perfección. Sin esa ambición profesional, estética, un artista
no puede lograr nada.
–Para
acabar, una pequeña broma. Hace algunos años, todos te preguntaban por
tu retirada.
Tal como estás, con la temporada que estás llevando a cabo,
ya nadie se atreve a preguntártelo.
–Tienes razón: gracias a Dios,me encuentro muy bien, física
y mentalmente. Me apasiona torear, no me canso ni me aburro. Pero,
cuando salgo de casa, mis hijas me preguntan por qué...
Que esperen un poco más
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