jueves, 13 de agosto de 2015

Illumbe: «El veto de Bildu a la Fiesta fue una vergüenza»

Había ganas de toros en San Sebastián en el día en que terminaba el veto de dos años impuesto unilateralmente por Bildu. Ya sin los radicales al frente del Ayuntamiento donostiarra, volvió a abrir la plaza de Illumbe con el propósito para el que fue concebida: albergar corridas. Miles de aficionados acudieron a la plaza, que lució un gran aspecto. El público aplaudió con ganas cuando Ponce brindó su primera faena a Don Juan Carlos, que acudió al coso junto a su hija la Infanta Elena y sus nietos Felipe Juan Froilán y Victoria Federica. Era su primera vez una plaza cubierta. Y repetirán. Los aficionados agradecían al Rey padre su permanente apoyo a la Tauromaquia. «Gracias, Majestad».

«Hoy se vuelve a la normalidad. Es un sentimiento nacional, que cada uno elija con libertad lo que le gusta», comentaba Pablo antes de acceder a la plaza. «No se tenía por qué haber perdido la libertad de venir a los toros. Es triste que se haya impedido por razones políticas», opinaba Antonio. «Si no les gusta, que no vayan. Que se preocupen de las personas que lo necesitan y no las hacen ni caso», indicaba Manolo en alusión a Bildu y su maniobra para dejar Illumbe sin Fiesta en 2013 y 2014. «Fue una vergüenza. Lo de hoy es una alegría enorme», coincidían Carolina y Amparo, llegadas desde Santander para disfrutar de una jornada taurina.

«¡Por fin, gracias a Dios!», exclamaban Fernando, Asunción y Chelo, llegados desde Castellón. «Hemos recuperado la libertad. Teníamos una sensación de impotencia». Especialmente feliz estaba Cheri. A sus 75 años, contaba que comenzó a acudir a corridas con 15, llevada por su madre. Como tantos y tantos aficionados, antes de Illumbe se aficionó en el viejo Chofre. «Lo echas más en falta cuando te lo quitan», contaba, antes de explicar que estaba esperando a sus tres hermanas mayores. «Ellas también vienen. ¡Y que no falten!»

Familia y tradición

Familia y tradición: palabras que se repetían en labios de los aficionados. «Mis nietos nos han invitado a mí y a mi hija» relataba, emocionada, María, salmantina de 82 años que, en su juventud, trabajó de «criada, como se decía entonces», en una dehesa. «Es la primera vez que vengo a San Sebastián. Estoy emocionada. Esta noche no he dormido, soñando con que venía». Familia y tradición como Juan Carlos Moreno y su hijo Ekaitz. El padre, banderillero; su chaval, novillero en la escuela taurina de Pamplona, con Manolo de los Reyes. «Nosotros lo llevamos de siempre. Que no hubiera corridas me sentó como una patada… Aquí es complicado con los antitaurinos y los políticos».

Gente mayor, aficionados de toda la vida, compartiendo una tarde de toros, a ratos pasada por agua, con jóvenes como Íñigo y Carlos, de 18 y 21 años. «Nos gusta desde pequeños, nuestra familia nos lo ha impregnado». De la decisión de Bildu opinaban que «se les vio el plumero. Lo hicieron de la noche a la mañana y seguía habiendo toros en Azpeitia». 

Y público, cómo no, extranjero. Como Corinna y Gautier, madre e hijos llegados de Bayona. «Estuvimos la última vez y fue un poco triste», admitían, dispuestos a resarcirse. O toda una familia de holandeses que aprovecharon su estancia en San Sebastián. «Es mi primera vez. Lo he visto por televisión. ¿Qué espero? Que sea espectacular», afirmaba Stan, uno de los jóvenes del grupo.

Alegría por la vuelta de los toros apenas empañada por la presencia de unas 200 personas con banderas republicanas e ikurriñas que, media hora antes del arranque, lanzaron cánticos ofensivos hacia la Monarquía y la tauromaquia mezclados con consignas independentistas.

Satisfacción de la hostelería, con terrazas abarrotadas y los hoteles luciendo una gran ocupación. «Solo nos queda una habitación», revelaba el empleado de un establecimiento próximo a Illumbe. Felicidad también de los hermanos Chopera, Óscar y Pablo, que recordaban a su padre, el inolvidable empresario Manolo Chopera. «Hay un ambiente extraordinario y el recibimiento a los toreros ha sido tremendamente emotivo. San Sebatián quiere toros», comentaban. Un lema se repetía: «Donostiarras y torostiarras». Y un sentimiento extendido: que las corridas hayan vuelto para quedarse por muchos años.

No hay comentarios: