domingo, 2 de agosto de 2015

MADRID: Rivera se lo cree y Marcos lo sabe

Cinco novillos de Martín Lorca y uno de Escribano Martín se anunciaban esta tarde en la plaza de Las Ventas para la primera novillada del mes de agosto

 Rivera se lo cree y Marcos lo sabe
MARCO A. HIERRO

Cinco novillos de Martín Lorca y uno de Escribano Martín se anunciaban esta tarde en la plaza de Las Ventas para la primera novillada del mes de agosto de 2015. Los novilleros Manuel Vanegas, Gerardo Rivera y Alejandro Marcos, todos ellos con interesantes actuaciones recientes en Madrid, hacían a las siete en punto el paseíllo.

Salió el primero descoordinado, pero humilló y tuvo voluntad de coger ña tela en las verónicas bienintencionadas de Vanegas. Abajo fue al caballo un animal protestado que cumplió con entrega en varas. Decisión tuvo el venezolano en las chicuelinas del quite, abrochados con una larga genuflexa. Por el mismo palo replicó Rivera antes del deslucido tercio de banderillas de Manuel. De rodillas comenzó la labor para torear por ambos pitones con más decisión que asiento. Tuvo el novillo la embestida humillada, pero pasó en línea recta sin malicia, y eso obligaba a tragar el primer tramo, costoso en Madrid. Salió volteado en varias ocasiones por atropellar la razón. La última, muy fea, al dejar un pinchazo. Sonó un aviso y escuchó silencio.
 
A la puerta de chiqueros se fue Rivera con el segundo, un castaño que se desentendió de telas y se fue directo al caballo de la puerta para derribar con poder. También tuvo empleo en el peto de turno, más que en los percales. Con gran asiento lidió el mexicano al animalito de Martín Lorca, que tuvo nobleza cuando acudió a los cites, lo que le costó una barbaridad. Gusto y temple demostró Rivera con el complicado animal, cuya falta de raza y de empuje restó importancia a una labor mucho más que digna. Un cañón fue con la espada, y recibió palmas tras escuchar un aviso.
 
Un torete era el negro tercero, que se fue con buen son detrás de los delantales con que lo recibió Alejandro Marcos, templado y con empaque, con tremendo gusto para manejar el percal. También en el quite tras el vulgarón tercio de varas. Fue seria y asentada la labor del charro con un utrero que tuvo prontitud pero soportaba poco las imposiciones. Tiene valor el chaval para quedarse y eso le hace torear con mucho asiento en las plantas, tragando y consintiendo las protestas del animal cuando la exigencia se incrementaba. Dejó un inicio variado y torero y cuatro naturales de gran factura que sobresalieron entre una sólida actuación. Entró la espada hasta las cintas, pero el descabello dejó el premio en silencio tras aviso.
 
Brillante estuvo Vanegas con el capote ante el cuarto después de la larga cambiada de rodillas.  Tuvo cadencia y compás el gran saludo, rematado con una media que arrancó el olé en el tendido. Sangró poco el animal tras en primer encuentro y topó bruto en el segundo. Por zapopinas vistosas quitó Rivera. Fue bueno también el inicio de Vanegas, mientras el toro tuvo motor para que le tragase y acompañase con cierto son las embestidas, pero se paró pronto. Confió siempre en el toque el venezolano, pero no siempre acudió un novillo aplomado y siempre a menos en el empleo y el viaje. Lo mató de una estocada y recibió silencio.
 
Otra vez se fue Rivera a la puerta de chiqueros para recorrer luego mucha plaza variando lances en el recibo. En un arreón prendió dramáticamente a Manolo Vanegas y lo llevó media plaza colgando de un pitón. Lo llevaron a la enfermería mientras el utrero topaba en el caballo y lanzaba al picador disparado por la boca del penco.
Fue vibrante el tercio de banderillas, con voltereta incluida en un quiebro pegado a tablas. Con la muleta supo Rivera quedarse enterrado con las pasadas enlazadas de un utrero de gran transmisión, más que clase, con el que planteó la pelea siempre por debajo de la pala con la mano derecha. Decisión y valor de un mexicano que despachó las arrancadas sin gran clase, pero las despachó. Terminó afligieron al animal a base de valor seco para dejarle una estocada poco ortodoxa y pasear una vuelta al ruedo tras aviso
 
Salió corretón y distraído el sexto, que careció de viaje y de ritmo para que ejecutase Marcos el toreo a la verónica que intentó. Bruto para topar en el penco el toro, se quedó fijo a media altura en el peto. No repitió en las chicuelinas que deletreó el charro con el animal quedándose en los tobillos. Ya en banderillas se aplomó el utrero, pero supo Alejandro aplicarle soluciones a los problemas que planteó. Le dio espacio para que llegase y le repitiese una vez. Le dio los frentes al natural para extraer con pureza el fruto de cada arrancada. Supo agarrarlo al tercio y mantenerlo en la muleta una vez acabado el animal. Todo ello vestido de torería, de saber andar con naturalidad por la plaza y también de saber que no era toro de premio. Lo pinchó, además, y un trasteo sólido se quedó en silencio, para el recuerdo de los profesionales.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Novillada estival. Un cuarto de entrada.

Cinco novillos de Martín Lorca y uno de Escribano Martín,  descompuesto y el línea recta, pero humillado y pasador a menos el primero, Noble, desrazado y bobalicón el segundo, pronto y noble pero de escasa raza el genio, tercero, aplomado y sin raza el cuarto, enrazado y con emoción el quinto, sin raza ni fuelle el deslucido sexto.
Manuel Vanegas, silencio y herido. 
Gerardo Rivera, ovción por su cuenta y vuelta. 
Alejandro Marcos, silencio tras aviso y ovación. 
 PARTE MÉDICO de Manolo Vanegas

Herida incisa en región cubital palma mano izquierda. Contusiones y erosiones múltiples pendiente de estudio radiológico. Pronóstico reservado que le impide continuar la lidia.

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