jueves, 10 de septiembre de 2015

Cornada al pase imposible de Alberto López Simón

No hay mayor emoción que la verdad. Y ella, madre de todo lo auténtico y enemiga de milongas, rige los destinos de López Simón. Pero tanta es su entrega que roza la locura. Sus ganas de ser las pagó ayer con un grave percance. Ocurrió con el manso sexto, en el que echó las dos rodillas por tierra en los medios en un comienzo de alto voltaje. Máximo riesgo, con el de Alcurrucén prácticamente sin picar y con los caminos aún por enseñar. De ahí saldría ileso, pero «Afectuoso» no le perdonó cuando, ya erguido, intentó el cambiado y se le paró a dos metros. Escalofriante. Aguantó el torero de Barajas y quiso inventarse un circular invertido, un pase imposible dada la condición y el estado del núñez, toda una temeridad. Lo prendió por detrás y le propinó la cornada en el muslo derecho. La caída fue espantosa. Medio grogui lo trasladaron a la enfermería. A sus puertas se arremolinaba la gente para preguntar por el herido.

Porque ayer la afición hablaba de este Alberto López Simón, la gran revelación del año. En su primero encendió los tendidos nada más coger la muleta. ¿Que hay detalles técnicos que corregir? Elemental, querido Watson, pero precisamente parte de lo que transmite proviene de la aún pureza e inocencia de sus muletazos, con valor de legionario. Rugía la plaza, el rebosante graderío se ponía en pie y alguno, a lo Chenel, le decía «so» en lugar de «arre». Pero el madrileño arrea todo y más, con aires en los que parece pariente de Talavante y José Tomás, aunque con sello propio. Hubo momentos de despaciosidad, de puro embroque, ofreciendo el medio pecho y con el alcurrucén -con virtudes y defectos- estampado en su taleguilla. ¡Qué sitio! El lío del arrimón y las manoletinas prendieron más la pasión, siempre viva. Albacete era un clamor y pedía las dos orejas, pero la estocada caída frenó al presidente y solo le concedió una. 

Otra más cortó Castella del astifino y huido primero, que luego fue un toro con buenas cualidades en la firme muleta del francés, que ligó en un palmo de terreno. Lo pedía por abajo «Cigarrito», pues si no punteaba. Con el manso cuarto nada pudo hacer. Del manso sexto tendría que dar cuenta después...

Disposición total de Perera, que lo intentó sin frutos con el renqueante segundo: no valía ni por dentro ni por fuera. El quinto fue protestado desde la salida. El pacense quiso calmar los ánimos con un variado quite, pero en banderillas aumentaron las protestas. Miguel Ángel se echó de hinojos y calmó las aguas. Inteligente, oxigenó mucho al toro -que tenía buen fondo pero demasiado poco- y lo ligó a media altura meritorio y valentísimo en las cercanías. Bárbaro el extremeño en un soberano arrimón, dejándose olisquear la taleguilla. Tremenda su quietud.

Como antes la había lucido el más joven Simón, que intentó el más difícil todavía y derramó su sangre a veinte días del doble reto en Las Ventas. 

PARTE: López Simón sufrió «una cornada con orificio de entrada de 4 centímetros en cara interna del muslo con trayectoria descendente de 14 centímetros que presenta hemorragia activa por arteria colateral de la arteria femoral. Contusión y disección de arteria femoral en 10 centímetros. Otra trayectoria de 15 que afecta a piel y fascia muscular.

Feria de Albacete

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