miércoles, 16 de septiembre de 2015

Espeluznante cogida a Manzanares en la hora final

Con la muerte ya encima, una estocada, tres descabellos y su guasa aún en todo lo alto, «Tontillo» quiso morir matando. No perdonó a José María Manzanares y le propinó un volteretón espeluznante en la anochecida más larga. Grogui cayó el torero en la arena, en un amago de querer incorporarse y no poder. Con la cabellera ceniza, una camilla humana lo trasladó inconsciente a la enfermería. A sus puertas se arremolinaron profesionales y curiosos para conocer el alcance de la cogida. Media hora después, el doctor Masagosa informaba: «Ha recuperado el conocimiento pero sufre un traumatismo craneal y cervical, y lo trasladamos a una clínica para realizarle un estudio radiológico».

Hubo de acabar con este «Tontillo» El Fandi, al que también hizo hilo este sexto de la corrida de El Pilar, remendada con torrealtas. Manzanares había hecho las delicias de los rebosantes tendidos aprovechando el boyante pitón zurdo con naturales en los que primó más la composición que el ajuste. Por el derecho no tenía ni medio pase. La mala uva de «Tontito» resurgiría en la hora final y el alicantino tuvo que cambiar el triunfo por el hule. Con el anterior, mironcete y sin humillar, hubo de abreviar. 

La interminable y desigual corrida fue estrenada por un ejemplar de Torrealta de sensacional clase. A cámara lenta el toro y a cámara lenta El Fandi, que toreó por momentos a placer a «Surcador». Lo había saludado con buenas verónicas, se apretó por chicuelinas y formó un alboroto en banderillas. La plaza, en pie, y Fandila, de rodillas... Así comenzó una faena en la que se templó desde la primera serie a derechas con el nobilísimo toro, que por cierto parecía el hijo del señor encierro de Montalvo del día anterior. Trazó un fenomenal cambio de mano, bordó algunos de pecho y tuvo la listeza de brindar a su público una parte más populista. El único trofeo fue suyo. El acero le privó de uno más en el cuarto, que valió pese a sus defectos. Pero esta labor, de menor acople, fue otro cantar. Castella anduvo firme y aseado con un lote que sirvió con sus matices y sus punteos.

ALBACETE

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