lunes, 9 de noviembre de 2015

Continúa el romance de El Juli con La México ante 35.000 espectadores

El madrileño regresa a la Monumental por la puerta grande con un encierro desigual de Fernando de la Mora


 El Juli da feliz una vuelta al ruedo triunfal - Efe
Guillermo Leal México D. F.
 
Julián López «El Juli» volvió a La México a recordar por qué es una figura histórica en el toreo. La plaza que lo catapultó en sus inicios no lo pudo ver la temporada pasada, pero este domingo el público y el propio madrileño demostraron que era necesario que se volvieran a reunir.
El llenazo que registró el numerado no fue obra de la casualidad. Julián, que tenía muy claro lo que quería para esta tarde al ver aquello repleto. lo entregó todo.

Dictó una cátedra de su tauromaquia, pero sobre todo de la raza, la madurez y la entrega que lo mantienen vigente en el sitio envidiable en el que se encuentra.

Incluso pese a sus veedores, que sinceramente ayer no cumplieron con lo estipulado, con el compromiso de escoger toros con un trapío digno para que la temporada sea verdaderamente grande. Por fortuna, los suyos no tuvieron problema, pero estuvieron en el límite.

Y luego el comportamiento de Julián con sus dos primeros, dominando la bravura seca, metiéndose entre los pitones como si fuera un joven hambriento de triunfo.

Construyó con su primero una faena variada con el capote; emocionante con la muleta y muy seria en todo momento. Pinchó y dejó para después el triunfo.

Con su segundo realmente se inventó una faena con un toro difícil que lo quería herir. Julián, enrazado como es, consiguió robarle muletazos en un palmo de terreno, sin moverse, sorprendentes que, al ser rematados por un estoconazo, valieron dos orejas.

Hubo quienes las protestaron, pero el premio era digno a su actitud, a su tamaño y a lo bien que hizo todo.

Por su hubiera duda, el cielo le regaló la dicha de un toro nobilísimo y con calidad al que entendió perfectamente en una faena que fue un remanso tras la ardua lucha de los dos primeros. Muletazos templados, de mucha largueza y mano muy baja.

Antes de la estocada hubo un pinchazo y el juez, precavido pero no correcto, decidió no premiar una bonita faena del madrileño que, de todas formas, vibró y vivió la entrega del público que llenó el numerado para verle y con el que ayer volvió a romancear.

Octavio García «El Payo» no desmereció en el mano a mano, sólo que pagó los platos rotos de la falta de compromiso de los veedores y dos de sus tres toros fueron protestados, inclusive el cierra plaza fue cambiado por chico.

Así entonces le costó trabajo meterse. La faena que le premiaron con una oreja no tiene pretexto. Fue buena, ante un astado difícil pues son de esos que se mueven mucho, ilusionantes para el público, pero muy complicados para el torero.

Payo, que tiene raza, solventó el compromiso y lo remató con una estocada entregando el pecho que le costó una posible fractura de costilla.

Con más de 35 mil espectadores en una tarde fría y ventosa, se lidiaron toros de Fernando de la Mora, un ganadero de prosapia, fue el primero que falló en el compromiso de presentar bien a sus toros. Crió un encierro desigual, con dos justos de trapío. Siendo devuelto al corral el sexto, tras una dura protesta también por el segundo. El resto estuvo a la altura de su categoría. En cuanto a juego, hubo bravura en unos como el primero y cuarto; y en el quinto mucha nobleza y calidad.

Julián López «El Juli»: ovación, dos orejas con algunas protestas; y vuelta con clamor.
Octavio García «El Payo»: silencio, una oreja y división de opiniones, tras un aviso.

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