Eduardo Soto, A.T.T.
Han transcurrido algunos días desde que se conoció el escrito sobre el Silencio Riesgoso, cuyo puntual objetivo taurino (que me parecía explícito en el texto) era más bien generar respuestas de tipo formal e institucional a la embestida de fines de junio del Bardo de la Vindicta. En todo caso, me complace haber recibido sendas réplicas de dos distinguidos juristas, auténticos paladines de la Fiesta Brava (como se evidencia de sus propios escritos) y sobre las cuales me voy a permitir algún comentario.
En
la primera réplica, cronológicamente hablando, se me invita a pasear
por los portales taurinos y no taurinos en donde desde 2009, se viene
reseñando su incesante lucha en defensa de la Fiesta Brava y exhorta a
“figurines” de muchos “Club(s) de Amigos del Toro” y “protagonistas
del mundo del toro”, a hacer lo mismo. A riesgo de que luzca innecesaria tan gentil invitación, me apresuro a reconocer de inmediato
los indiscutibles méritos de la otrora más activa plataforma, cuyas
acciones y actuantes todos recordamos con taurino agradecimiento. En
cuanto a la exhortación, habría que ampliarla para no dejar por fuera
simples aficionados como el infrascrito, quien no puede ser figurín ni
aunque quisiera (con su humanidad de tres dígitos); no es miembro (ni
lo aspira) de ninguna organización de aficionados cualquiera que sea
su origen o denominación; ni mucho menos protagonista del toro, pues su
limitados conocimientos sobre la materia, condenarían al fracaso toda
tentativa en tal sentido. La exhortación final para acompañarlo
cuando haya que darle “el pecho a la brisa”, me temo que tampoco va a
ser posible (aunque contaría con mi solidaridad), pues en ciertas
circunstancias es preferible andar solo, defendiendo (a mi manera) la
Fiesta Brava, mediante uno que otro texto relacionado con el tema. A
pesar de todo, estimaría que aceptara mis palabras de estímulo para
que no desmaye en sus bien intencionados esfuerzos en pro de la causa
que nos es común.
En
cuanto a la segunda réplica, debo agradecer el reconocimiento inicial
de buenas intenciones, pues proviene de un buen amigo y persona muy
versada en tauromaquia, de quien he aprendido cosas interesantes sobre
la Fiesta Brava. Esta réplica reviste carácter un poco más puntual e
institucional y me ha sorprendido gratamente la difusión que ha
logrado las posiciones de ASOTAUME, descrita con precisión matemática y
avaladas con el claro conocimiento (reza el texto) de nuestra
realidad, taurina, jurídica y política. Ante afirmaciones de esta
naturaleza, no me resta sino confesar mi ignorancia, quizás menos
culpable, en el caso puntual que nos ocupa (vindicta de Junio), porque
se trata más bien de anuncios de lo que está por venir, pues todavía
las acciones no se han materializado y están en etapa de preparación. No
quisiera ni pensar que al calificar de indispensable la participación
de terceros, se pretenda establecer de antemano una excusa para el
supuesto negado de no lograr concretarlas. Lo que si advertí desde un
principio, sin ser en modo alguno zahorí, es que cualquier mención
positiva al círculo primigenio del llamado asociativismo taurino,
seguramente generaría comentarios adversos más menos velados, sobre
todo de quienes alguna vez formaron parte importante de su andamiaje
institucional.
Quisiera
desde ahora felicitar a ASOTAUME, a su plana directiva y a su
membresía, al tiempo que formulo fervientes votos porque las actividades
cuya gestación anunció su máximo dirigente, cristalicen de manera
oportuna y satisfactoria.
Al
agradecer una vez más a los distinguidos amigos juristas por sus
respectivos alegatos, quisiera reiterar el llamado a la unidad o, al
menos, a la no agresión entre los miembros de la familia taurina
venezolana. Los tiempos que corren son más de apoyo que de polémica,
mucho menos de pretensiones protagónicas a ultranza.
Descartes
decía que no hay nada repartido de un modo más equitativo que la
razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente. Quizás, hasta
el que esto escribe no haya podido escaparse de tal riesgo.
Han
transcurrido algunos días desde que se conoció el escrito sobre el
Silencio Riesgoso, cuyo puntual objetivo taurino (que me parecía
explícito en el texto) era más bien generar respuestas de tipo formal e
institucional a la embestida de fines de junio del Bardo de la
Vindicta. En todo caso, me complace haber recibido sendas réplicas de
dos distinguidos juristas, auténticos paladines de la Fiesta Brava
(como se evidencia de sus propios escritos) y sobre las cuales me voy a
permitir algún comentario.
En
la primera réplica, cronológicamente hablando, se me invita a pasear
por los portales taurinos y no taurinos en donde desde 2009, se viene
reseñando su incesante lucha en defensa de la Fiesta Brava y exhorta a
“figurines” de muchos “Club(s) de Amigos del Toro” y “protagonistas
del mundo del toro”, a hacer lo mismo. A riesgo de que luzca innecesaria tan gentil invitación, me apresuro a reconocer de inmediato
los indiscutibles méritos de la otrora más activa plataforma, cuyas
acciones y actuantes todos recordamos con taurino agradecimiento. En
cuanto a la exhortación, habría que ampliarla para no dejar por fuera
simples aficionados como el infrascrito, quien no puede ser figurín ni
aunque quisiera (con su humanidad de tres dígitos); no es miembro (ni
lo aspira) de ninguna organización de aficionados cualquiera que sea
su origen o denominación; ni mucho menos protagonista del toro, pues su
limitados conocimientos sobre la materia, condenarían al fracaso toda
tentativa en tal sentido. La exhortación final para acompañarlo
cuando haya que darle “el pecho a la brisa”, me temo que tampoco va a
ser posible (aunque contaría con mi solidaridad), pues en ciertas
circunstancias es preferible andar solo, defendiendo (a mi manera) la
Fiesta Brava, mediante uno que otro texto relacionado con el tema. A
pesar de todo, estimaría que aceptara mis palabras de estímulo para
que no desmaye en sus bien intencionados esfuerzos en pro de la causa
que nos es común.
En
cuanto a la segunda réplica, debo agradecer el reconocimiento inicial
de buenas intenciones, pues proviene de un buen amigo y persona muy
versada en tauromaquia, de quien he aprendido cosas interesantes sobre
la Fiesta Brava. Esta réplica reviste carácter un poco más puntual e
institucional y me ha sorprendido gratamente la difusión que ha
logrado las posiciones de ASOTAUME, descrita con precisión matemática y
avaladas con el claro conocimiento (reza el texto) de nuestra
realidad, taurina, jurídica y política. Ante afirmaciones de esta
naturaleza, no me resta sino confesar mi ignorancia, quizás menos
culpable, en el caso puntual que nos ocupa (vindicta de Junio), porque
se trata más bien de anuncios de lo que está por venir, pues todavía
las acciones no se han materializado y están en etapa de preparación. No
quisiera ni pensar que al calificar de indispensable la participación
de terceros, se pretenda establecer de antemano una excusa para el
supuesto negado de no lograr concretarlas. Lo que si advertí desde un
principio, sin ser en modo alguno zahorí, es que cualquier mención
positiva al círculo primigenio del llamado asociativismo taurino,
seguramente generaría comentarios adversos más menos velados, sobre
todo de quienes alguna vez formaron parte importante de su andamiaje
institucional.
Quisiera
desde ahora felicitar a ASOTAUME, a su plana directiva y a su
membresía, al tiempo que formulo fervientes votos porque las actividades
cuya gestación anunció su máximo dirigente, cristalicen de manera
oportuna y satisfactoria.
Al
agradecer una vez más a los distinguidos amigos juristas por sus
respectivos alegatos, quisiera reiterar el llamado a la unidad o, al
menos, a la no agresión entre los miembros de la familia taurina
venezolana. Los tiempos que corren son más de apoyo que de polémica,
mucho menos de pretensiones protagónicas a ultranza.
Descartes
decía que no hay nada repartido de un modo más equitativo que la
razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente. Quizás, hasta
el que esto escribe no haya podido escaparse de tal riesgo.
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