El Juli indulta a un extraordinario ejemplar de Ernesto Gutiérrez y Bolívar desoreja a otro en una histórica corrida
Una corrida de toros de Ernesto Gutiérrez esperaba en Cañaveralejo a El Juli y Luis Bolívar en la segunda de la Feria del Señor de los Cristales. Tras la apoteosis de Roca Rey en la jornada de ayer cortando tres orejas y el triunfo de El Fandi con dos, otra figura como Juli paseaba en el serial ante una gran entrada. Con diez minutos de retraso a causa del intenso tráfico daba comienzo el festejo.
Tuvo cadencia y compás el saludo a la verónica de El Juli al primero, con acusado ralentí sobre el buen ritmo del toro de Ernesto Gutiérrez. Le escaseó la fuerza al animal en el tercio de varas y arreciaron las protestas. Eso le hizo al animal dejar el defecto de levantar la cara en los finales después de humillar mucho en los embroques. Suavidad tenía el toro y temple le dio Julián, que no le apretó en los prolegómenos muleteros con la intención de que le durase para la traca final. Aún así, le sacó complicaciones el animal, porque no tuvo espíritu para rebozarse y se quedó bajo la tela, obligando a perder pasos y vigilar constantemente la colocación y la distancia. Pero terminó exprimiéndolo el madrileño a base de capacidad, de templarle los finales con la mano muy abajo y llevarlo sometido hasta el final, conectando mucho con el tendido. Trasera cayó la estocada al segundo intento, pero fue fulminante para que cayese en sus manosuna cerrada ovación.
Intenso fue el saludo de Luis Bolívar al segundo, con dos largas cambiadas de rodillas en el tercio y con firmeza templada en las verónicas de recibo. Se ajustó el colombiano en las gaoneras del quite, explosivo en la actitud y comprometido en las formas. Salió muy metido el caleño en la faena y se encontró con un buen toro, con fijeza y calidad, al que le inició el trasteo con dos cambiados por la espalda antes de embarcarlo en la diestra con mucho temple, con la figura compuesta y dispuesto a hacer el toreo bueno. Distancia en el inicio, aprovechando la prontitud y la nobleza del animal para ir echando la mano al piso progresivamente, a más en cada tanda. Redondeó con perfección los circulares, con el animal siempre metido, siempre presto a la arrancada y humillado en los embroques que comprometió siempre Bolívar. La estocada tendida bastó para cortarle las orejas al de Gutiérrez.
El tercero tomó los vuelos del percal con nobleza pero sin franqueza, aunque le vio El Juli la calidad en la humillación para medirlo mucho en el penco. Sí le dejó, sin embargo, un quite por chicuelinas en las que le faltó emoción a la arrancada del toro, con la cara a su aire y almibarada actitud. Le quitó El Juli las querencias al animal antes de meterle mano, y lo sacó a los medios para iniciar allí el trasteo. Poco a poco fue sobando al animal con el toque fuerte, la muleta adelante y el trazo por debajo de la pala del pitón hasta que terminó repitiendo con más ritmo que chispa a fuerza de técnica y oficio, siempre muy compuesto en sus formas. Preciso en los embarques, seguro en los toques y cadencioso en los trazos, ligó las tandas el madrileño hasta meterse a Cañaveralejo en el bolsillo. Quemó las naves Julián con molinetes de rodillas, cites de espaldas y un arrimón final para terminar al alza antes de usar el acero con contundencia y pasear el doble trofeo.
El cuarto era un señor de buen trapío al que le instrumentó chicuelinas Luis Bolívar antes de concluir el saludo de la faena, aprovechando la prontitud con que salió el animal. Empujó con riñones el toro en el caballo en una seria pelea de fijo ademán. Con mucha quietud comenzó Bolívar su labor, pasando por ambos pitones la seria embestida del bravo animal, que enseñó sus exigencias pero también ofreció su clase a quien se sobrepusiese a sus dificultades. Tuvo firmeza Luis ante el empuje, pero le costó cogerle el sitio y el pulso porque se fue reservando el toro cada vez más, tal vez afligido por la determinación del caleño. Fue buena la estocada, pero no hubo para tocar pelo.
El hermoso quinto embistió con codicia y humillación al percal de El Juli, que se enfibró a la verónica, la varió con una chicuelina y le arrastró la mano por el pitón izquierdo para cincelar la media verónica. Fue espectacular la gran pelea del animal en el penco, derribando con fijeza y con poder de toro bravo. Por lopecinas fue el quite de Julián, con el compás abierto y tremenda la quietud en los embroques de mano bajísima. Con doblones de exquisito temple comenzó Juli su trasteo, con el público volcado ante la bravura encelada del toro de Ernesto Gutiérrez. Tuvo prontitud, fijeza, boyantía y entrega el animal, y lo aprovechó Julián con la muleta arrastrada por la arena en cada muletazo, despacio, con la humillación enclasada rebozando el trapo. Se pidió el indulto desde mitad de faena mientras el madrileño le dejaba la pañosa en el belfo para que la siguiese sin guardarse un esfuerzo. Tampoco se lo guardó Julián, que siempre fue a más en la exigencia y en la entrega, generoso para mostrar las virtudes de Rotolando, un extraordinario ejemplar.
Arreado salió Bolívar con el sexto, con el que se fue a la puerta de chiqueros a hincarse de hinojos para recibir al animal con una larga cambiada. Otras dos le sopló al hilo de las tablas, concluyendo el saludo al abanto toro por delantales. Con mucha suavidad quitó Bolívar por chicuelinas, con mucho compás hasta el remate de revolera. De rodillas se puso Luis para soplarle cuatro derechazos en el centro del platillo al cierraplaza, que tuvo cierta calidad eclipsada por el anterior. Enfibrado y metido el colombiano, supo enroscarse a la cadera la bondad del toro y ligarle las tandas sin desfallecer la armonía, monumental en los de pecho para echarse el toro por delante. Macizo el trasteo de Bolívar, que dejó un espadazo entrando muy derecho, pero el mal uso de la cruceta se llevó el premio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Cañaveralejo, Cali, Colombia. Cuarta de la Feria del Señor de los Cristales. Corrida de toros. Lleno en los tendidos.
Seis toros de Ernesto Gutiérrez, desiguales de presencia. Exigente y de escasa fuerza pero obediente el primero; de gran calidad y fijeza el buen segundo; noble y almibarado sin chispa el tercero; exigente y de empuje a menos el cuarto; bravo, enclasado y fijo el extraordinario quinto, premiado con el indulto (Rotolando, número 398 de 528 kg.);
Julián López "El Juli” (marino y oro): ovación, dos orejas y dos orejas y rabo simbólicos por indulto.
Luis Bolívar (turquesa y oro): dos orejas, ovación y palmas.
Saludó Ricardo Santana tras banderillear al tercero.
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