lunes, 22 de febrero de 2016

México aupó en hombros a Ponce, con una sola oreja, y a Hermoso, con un rabo


El maestro de Chiva malogró con la espada una faena a placer y el público, que ocupó casi 40.000 localidades, lo izó en volandas junto al pleno caballero 


Hermoso de Mendoza y Ponce salen a hombros de la Monumental de México - LUIS FELIPE HERNÁNDEZ
GUILLERMO LEALMéxico D.f.

Enrique Ponce rompió los protocolos en La México y sin cortar dos orejas salió en hombros junto a Pablo Hermoso de Mendoza, que consiguió su cuarto rabo en la historia. Lo del valenciano, quien obtuvo un apéndice, fue producto de una tarde rotunda, de placer, de bien torear, de madurez y en la que malogró con la espada una de esas faenas muy suyas, inolvidables, de arte fino y solera pura.
Esa labor merecía dos orejas, pero con el pinchazo y luego los tres cuartos de espada, el juez bien pudo darle cuando menos una, que inclusive la pidió el público, pero no fue así. Sin embargo, el público le obsequió una vuelta al ruedo que Ponce disfrutó como pocas veces.

Por ello, cuando izaron en hombros a Pablo, también se llevaron a Enrique, producto del enamoramiento que hay con él y a que su tarde fue de un torero artista, maduro y muy entregado.
Esa elegancia, la figura erguida, la mano muy baja, el girar de la cintura acompañando y acompasando los muletazos tienen ahora una mayor dimensión. Este domingo lo hizo con ese toro de gran clase como lo fue su segundo que inclusive mereció arrastre lento. Ya en su primero, también noble pero sin fuerza, había conseguido momentos muy buenos.

De verdad que el Enrique con el que se topará el público español en este 2016 es un torero con la misma pureza, pero con el gusto de torear a placer.

Ojalá lo puedan ver todos, porque lo van a disfrutar como ayer se pudo en la Plaza México, sin que haya sido una tarde de muchas orejas para el valenciano, pero sí de buenas faenas para los aficionados.

La oreja se la cortó al tercer toro que tuvo que matar porque El Payo debió irse a la enfermería de donde ya no pudo volver debido a una severa infección gastrointestinal.

Curiosamente ese toro representó para Enrique el número 100 que lidia en la Plaza México. No ha habido un torero extranjero con más toros en la Monumental y eso lo hace ya histórico.

Esos aficionados que fueron capaces de llenar el tendido numerado, de casi abarrotar el general de sombra y producir una gran entrada en sol, en total cerquita de los 40 mil, disfrutaron no solo de lo hecho por Ponce, sino de la tauromaquia a caballo de Pablo Hermoso, quien volvió a conquistar por cuarta ocasión los máximos trofeos.

Como siempre la concesión de un rabo es polémica y aunque la faena a su segundo tuvo sobre todo mucho temple, llena de emoción y vibrantes momentos que pusieron al público de pie, en una efervecencia que sólo se ve aquí en La México, no faltó quienes pese al entero y certero rejón de muerte, protestaron el rabo que es el 130 en la historia de la Monumental y el cuarto para él en la plaza más grande del mundo.

Al final lo que vale, sin demeritar desde luego los trofeos que son muy importantes, son las sensaciones que deja el torero al tendido y las que él se lleva. Ayer tras esa faena y la vuelta al ruedo en la que nunca soltó el codiciado trofeo, Hermoso se mostró pleno, feliz y si es muy cercano al público, como debe ser un torero, ayer lo fue más.

Pero no todo quedó en los españoles. También los mexicanos dieron lo suyo. Fermín Rivera cortó la primera oreja de la tarde tras una faena de mucha calidad, serenidad, pero sobre todo cabeza. A un toro noble pero al que había que torear muy bien. Ya después con su segundo que fue el más soso del buen encierro de Teófilo Gómez, no pudo ratificar.

Como El Payo, quien pese a la infección que padece estuvo muy firme y pegó buenos muletazos, solo que al final su fuerza física disminuyó y apenas si pudo terminar con su faena. De donde ya no salió fue de la enfermería y quizá le obligue a cortar un tiempo su temporada.

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