lunes, 11 de abril de 2016

Y todo a media luz en la Maestranza

Discretas faenas con tres toros de Daniel Ruiz aplaudidos en el arrastre 



David Mora saluda al toro, que se frena de salida y echa las manos por delante - Ep
ANDRÉS AMORÓSSevilla

Tres horas después de concluir esta corrida, una niña llamada Carmen, elegida por sorteo, va a pulsar el botón que encenderá más de doscientas mil bombillas, en la portada de la Feria, para inaugurarla. Éste es el lunes de “la prueba del alumbrado” o “de farolillos” En el coso del Arenal, en cambio, no hemos pasado de la media luz: en el cielo, lluvia, nubes, algo de sol y mucho frío; en el ruedo, toros de Daniel Ruiz, muy serios, bien armados, aplaudidos en el arrastre segundo, tercero y cuarto. (Se ha quitado la espina de lo que sucedió hace un par de años). Por desgracia, la corrida ha ido cuesta abajo, porque los dos últimos toros han bajado mucho. Si el orden de lidia hubiera sido otro, las opiniones sobre las reses habrían sido muy distintas. Y ninguno de los tres diestros ha conseguido prender la llama del entusiasmo ni redondear las faenas. Siempre hay disculpas pero, en Sevilla, en la Feria de Abril, no se pueden desaprovechar oportunidades...

Está claro que El Cid ha pasado ya su mejor etapa. En Sevilla le arropan sus paisanos. En el primero, molesto por el aire, tiene dificultades para acoplarse: algún pase de pecho estimable, algún enganchón... Resume mi vecino (como don Hilarión, en “La verbena de la Paloma”): “Ni chicha ni limoná”. Y recuerda otro un título de Julio Camba, en jerga chinesca: “Ni Fuh ni Fah”.El cuarto le sorprende con una colada, de salida; se viene de largo en banderillas. Sorprende Manuel brindando al público: llamándolo desde el centro, se la deja puesta, liga los muletazos; logra alguna serie vibrante, sin estrecharse, haciendo el esfuerzo, hasta que el toro se raja a tablas y mata mal. Aplauden al toro más que al torero. Y el comentario es inevitable: con este mismo toro, ¿qué hubiera hecho El Cid, hace algunos años?

Con respeto y afecto se recibe a David Mora, que hace poco ha reaparecido, dos años después de su terrible cornada de Las Ventas: un ejemplo de esfuerzo y superación. El segundo es un toro exigente, encastado. David se luce en verónicas arrebujadas, comienza con derechazos de rodillas. (Escucho a mi vecino: “¿Y no es más bonito de pie?”). Traza derechazos de buena línea; cuando le baja la mano, el toro responde, logra una serie de naturales francamente buena, alternando el mando con la suavidad. Aunque mata mal, saluda una ovación que no es generosa sino justa. El quinto flaquea, no se entrega. David lo sujeta, le va sacando muletazos, hasta que el toro se apaga: faena correcta, sin brillo. Y mata a la tercera. Sin redondear, ha dejado buena impresión.

Se habla poco de Daniel Luque, un diestro que posee cualidades evidentes: ¿dará alguna vez el paso definitivo? En el tercero, mece con gusto el capote; lo mide bien, en varas, Juan Francisco Peña. En el centro del ruedo, muletea relajado, acompañando la embestida, pero desigual: ni liga ni se pelea con el toro. Ha estado correcto pero académico. En el último, saludan en banderillas los hermanos Neiro (José Luis se cae en la cara del toro). El toro es flojo, se para a medias. Trastea Daniel con soltura y oficio; al final, recurre al arrimón: metido entre los pitones, le arranca algunos pases, en el estilo de Ojeda (hoy, de Roca Rey). Como se ha alargado y pincha, suena un aviso pero le despiden con ovación.

He recordado un precioso tango, de Lenzi y Donato, popularizado por Carlos Gardel, en 1924: “Y todo a media luz, / que es un brujo el amor, / a media luz los besos, / a media luz los dos”. Pero aquí no eran dos sino tres, los que se han quedado a media luz y no por culpa de toros ilidiables: “Y todo a media luz, / crepúsculo interior, / qué suave terciopelo / la media luz de amor”.

No ha sido de amor esta media luz, sino de frío, viento y aburrimiento. No un Lunes de farolillos sino de bastantes sombras . Al acabar, mi vecino anuncia, desafiante: “¡Mañana vengo con mi abrigo!” Y el de al lado, por no quedarse atrás, apostilla: “¡Y yo, con abrigo y con gorra!” Sabio público del coso del Arenal...

POSTDATA. Esta mañana, en Cajasol, José Luis Benlloch ha presentado su libro “Paraísos del toro”: un atractivo viaje por varias ganaderías y una clarísima demostración del indiscutible valor ecológico que posee la cría del toro bravo.

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